La Condesa lleva mucho tiempo sin venir. Julian termino su trabajo con el y no tiene nada pendiente. Y como tu marido ha empezado a pintar para una cuenta alemana, no es probable que reciba mas pedidos de paisajes bucolicos cubiertos de luminosa niebla Yoni Yum o plateados con sonadoras gotas de Rocio. A La Condesa le gusta ser exclusivo, si es que no unico. En cuanto a ti, no has tenido una propuesta de trabajo como modelo desde el desastre de Dakota. Tus ojos, aunque todavia hermosos, han perdido parte de su inocencia; tu boca, aunque aun madura, ha perdido parte de su altivez. Ademas, tu pequena estancia en la residencia del doctor Goldman para semirricos jodidos, no favorecio en absoluto tu carrera. En fin. Te secas y te envuelves y a menudo acudes a ver a su antiguo bienhechor.

Empolvado rastrojo arana tu rostro cuando besas. Sobre su monoculo hay secos residuos de salsas que ningun chef frances volvera a revolver jamas. Con voz que suena como lo haria una lata de comida de perro barata si una lata de comida de perro barata pudiese hablar, te dice que te estas hinchando.

– La vida domestica es carne para el varon y veneno para la mujer -dice. Una lata de comida de perro barata con un leve ceceo.

?Y como esta La Condesa?

– ?Mierda, oh queridos! -exclama-. Las ventas han bajado en mas de un diez por ciento. ?Tan desesperada esta la cosa como para que las mujeres no puedan gastar unos centavos en controlar su hedor atavico? Decidme. Un samurai, antes de ir al combate, quemaba incienso en su casco para que si un enemigo le cortaba la cabeza pudiese ofrecer al menos a su decapitador un aroma agradable. En fin, a mi me parece que por muy negro que sea el futuro con que se enfrente una mujer, podria por lo menos afrontarlo con una vagina inofensiva.

– ?Estas convencido, pues, de que el futuro es negro? -pregunta Julian. Habia estado pintando un hada junto a un translucido estanque.

La reserva de dientes de La Condesa traqueteo compulsiva. ?Rat a tat tat! Agente especial dental.

– Lo estoy -dice-. Este pais es un completo caos.

– Todo depende de como lo enfoques -dices tu.

Julian y La Condesa te miran expectantes. Suponen que vas a explicarte. A decirles como pueden enfocarse los acontecimientos nacionales de modo que parezcan menos caoticos. Pero no tienes nada que anadir. Solo querias decir lo que dijiste, que todo depende de como se enfoque, que todo, siempre, depende de como se perciba, y que el perceptor tiene la capacidad de ajustar sus percepciones.

Se reanuda la conversacion. Julian y La Condesa comentan algunos asuntos: la economia, la politica. Tu estas en atavio postbano y te sientes algo sonolienta.

De pronto, La Condesa se vuelve hacia ti. Te mira directamente a la cara. Parece como si su sonrisa hubiese entrado marcha atras en un cruce. La Condesa restalla una pregunta; es como Delores restallando su latigo.

– ?Por que no has hablado de las grullas chilladoras, Sissy? -?crac!

– ?Que… que quieres decir?

– Sabes muy bien lo que quiero decir. He estado trabajando dia y noche en el laboratorio y no he prestado atencion a las noticias. Pero anoche me entere de que se habian perdido las grullas chilladoras. Toda la maldita bandada. Traman me explico los detalles. Casi lloraba. Ha habido un escandalo con este asunto…

– Si, ha estado continuamente en la prensa -interrumpe Julian.

– Ha habido un escandalo y es muy razonable. Lo que me pregunto es por que no has hablado tu… Yo se donde estan las grullas y tu tambien lo sabes.

Entonces Julian te mira. El asombro desorbita sus ojos.

– ?Que quieres decir? -tu voz es tan suave y tremula como un adios de mariposa.

– ?No te hagas la tonta conmigo, Sissy! Eres buena modelo pero como actriz eres una mierda. Las vaqueras estan metidas en esta desaparicion de las grullas chilladoras. Lo sabes perfectamente. Las vieron por ultima vez en Nebraska. No llegaron al Canada. El Lago Siwash esta entre Nebraska y Canada. Las vaqueras estan en posesion del Lago Siwash. ?Y quien sino esos conos salvajes de Jellybean podrian pensar algo tan diabolico como meterse con la ultima bandada de unas aves casi extintas? Por supuesto, ellas estan detras de este asunto. No me cabe la menor duda. ?Que sabes tu de esto? ?Han asesinado a esas grullas igual que asesinaron a mis vacas?

– Yo no se nada de eso -protestas tu. Percibes que tu palida piel palidece aun mas.

Julian sigue mirando, pero ahora sus ojos se han achicado recelosos. La Condesa se inclina tanto sobre tu rostro que casi llevas tu su monoculo.

– Sissy, o eres una mentirosa o eres una imbecil -escupe La Condesa-. Y puedes ser un bicho raro, pero nunca pense que fueses tonta. Intentas proteger a esas sucias zorras. Bien, que tu conciencia sea tu guia, como solia decir mi mami, pero no resultara. Tengo concertada una entrevista con el Secretario del Interior; un simplon, pero un simplon que nunca olvida un favor politico. Hablare con el despues de comer. Y voy a decirle donde puede encontrar sus grullas chilladoras. Se lo diria directamente al Presidente si no estuviese tan atareado intentando no pisar su propia mierda. Pero el Secretario del Interior servira. Es un hombre de ley y orden, y se cuidara muy bien de este asunto. Se llevara ademas todos los honores, pero creo que encontrara un medio de recompensarme. Por supuesto, casi sera suficiente recompensa ver lo que les espera a esas vaqueras. Esas arpias hediondas van a sufrir…

Se oye entonces un sonido que ni La Condesa ni Julian Hitche han oido jamas. No saben, nunca sabran, si el sonido broto de tu garganta o si lo produjo tu dedo primero o mas preaxial al cortar el aire. En cualquier caso, ese sonido queda rapidamente obscurecido por otro, el sonido de tu pulgar derecho golpeando (con fuerza asombrosa) la cara de La Condesa.

Inmediatamente, el pulgar golpea de nuevo, esta vez haciendo anicos el monoculo de La Condesa contra su ojo.

– Mierda, oh querida -jadea La Condesa. Sus dientes caen sobre la peluda alfombra como para pacer alli.

Luego… ?oh Dios y Dioses mios!… ?podeis creerlo?… Golpea el pulgar izquierdo.

Pulgares que ni una sola vez en toda una vida se habian alzado colericos; pulgares que conocieran a menudo el riesgo pero jamas la violencia; pulgares que habian invocado y controlado Fuerzas Universales secretas sin adquirir el mas leve tinte de maldad; pulgares que habian sido generosos y diestros; pulgares considerados tan delicados y preciosos que su propietario no se atrevia siquiera a estrechar manos por miedo a que los danasen; aquellos mismos pulgares, cubiertos de la gloria de un millon de originales y preciosistas senales de autoestop, estan aplastando ahora el rostro de un ser humano.

?Que haces, Sissy? Te dire lo que haces. Estas utilizandolos como bates, como los bates legendarios de Baby Ruth, desplegando llameantes golazos sobre la valla del campo izquierdo del infierno. Cuentas de sangre aterrizan sin ruido sobre las teclas del blanco piano.

Julian esta paralizado. No puede detenerte. Es incapaz de hablar. Tu sigues golpeando. La Condesa pierde el equilibrio. Tiene los ojos cerrados. Se le doblan las piernas. Interpreta una patetica danza, como un viejo imbecil borracho que intentase bailar el bugui con una corista. Coagulados lunares convierten su camisa de lino en un atuendo de payaso. Se precipita hacia adelante, al encuentro de tu atacante pulgar (el pulgar que hizo una vez la carretera de Pennsylvania en un campo de juego); el impacto le hace enderezarse y le lanza hacia atras. Inmovil, yace en el suelo, una raya bermeja en la cabeza calveante, un luminoso flujo en cada fosa nasal.

El perro de aguas, Butty, reduccion de Butter Finger, a quien desperto la conmocion, habia entrado en el salon a ver que pasaba. Adviertes que te grune, descubriendo sus dientes frente a tus tobillos desvalidos. Le alcanzas de costado con un gancho bajo, y le lanzas volando a la pared opuesta, donde se aplasta con un gemido ahogado contra una litografia de Dufy. Perro y grabado caen juntos a la alfombra, un monton de cristal roto, mechones perrunos e imagenes de barcos de vela tan fantasticos que parecen servir solo para lagos de limonada.

Julian encuentra su voz.

– Sissy -dice, cada silaba una nota de horror al organo, bombeada de los tubos de una matine de Dracula-. Oh, Sissy. ?Que has hecho?

El sabe, por supuesto, lo que has hecho; es demasiado obvio. Lo que Julian quiere decir es por que hiciste lo que hiciste. Como pudiste hacerlo. Y tu eres incapaz de explicarselo. Sales de tu trance de furia, observas el resultado con claros aunque incredulos ojos, pero no hay en tu interior ninguna explicacion muriendose por coger el proximo autobus hacia el centro. La palabra vaqueras empieza a formarse en tu boca, pero se disuelve.

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