mariposas y plantas y vientos y aguA. ?No existe ningun Control Central! Esta en todas partes. Asi pues, si lo que se necesita es Conciencia…
– Empiezo a comprender -dice el Pulgar.
?Ay! En cuanto el Pulgar se reconoce como agente de Conciencia, varias piezas del Rompecabezas empiezan a encajar, y aunque la imagen que forman posee escaso sentido logico o literal, contiene un sentimiento ajustado y hermoso.
– ?Oh! -grita el Pulgar-. Todo parece mucho mas luminoso y mejor. Ay si las demas partes del cuerpo comprendiesen que son manifestaciones de la Conciencia absoluta… Entonces…
– Quiza podamos despertarlas -sugiere el Cerebro-. Solo que habriamos de hacerlo de forma lenta y gradual, para no poner en peligro la supervivencia.
El Pulgar ignora las cautas matizaciones del Cerebro.
– Despertemoslas -dice con vehemencia-. Vamos. ?Donde esta el Pijo?
– Oh, probablemente correteando tras el Cono, como siempre. ?Echamos un vistazo?
En el reino de la luz corporea, hay movimiento, y eso es lo maximo que puede decirse al respecto, porque nada mas se puede decir.
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LA RADIO EMITIA «La polca del pastel de manzana de ayer». Kym cruzaba el corral con la radio. La llevaba como si fuese una maleta llena de piojos de mofeta. Era material ofensivo, pero Kym no estaba dispuesta a dejarlo. En cualquier momento, podria interrumpirse la cancion y el locutor decir algo sobre el asedio del Rosa de Goma.
– Es la musica mas estupida que he oido en mi vida -decia Kym-. Esta radio deberia estar en el retrete, que es donde le corresponde.
Pero Kym ato la radio al arzon de su silla y se dispuso a darle una galopada por las colinas de Dakota, mientras ratones, sabaneros y otras criaturas auditivamente sensibles huian ante ella bajo la claridad del sol.
Kym llevaba la radio al Lago Siwash. Horas antes, las vaqueras habian abandonado los edificios del rancho y se habian retirado a la charca. Alli, donde la ondulante yerba se fundia con canas marismenas, habian alzado sus barricadas y se disponian a resistir. Salvo Debbie, todas llevaban armas. Salvo Big Red, todas se sentian muertas de miedo. Pero todas sin excepcion estaban decididas. A sus espaldas quedaban las ultimas sesenta grullas chilladoras del mundo.
La tregua habia terminado. La Asociacion Norteamericana de Libertades Civiles habia solicitado una prorroga que, segun los comentaristas, seria otorgada, puesto que el gobierno, aunque no podia permitir que le desafiasen impunemente, no deseaba en modo alguno el genero de publicidad que podria proporcionarle otro tiroteo. El gobierno sabia que sus guardias y agentes estaban deseosos de descorchar la botella de sangre. No estaba del todo seguro el gobierno de poder contener a sus guardias y agentes. El gobierno ponderaba el asunto; guardias y agentes palpitaban con la lunatica lujuria de la ley; las vaqueras enviaron a Kym al rancho a por su radio para poder sintonizar con su destino.
En el retrete, Kym encontro a Sissy, meando a ritmo de polca. Sissy habia llegado al rancho con un grupo de television y, en un momento de despiste, habia conseguido colarse por la puerta. ?Que tal?
Kym abrazo tan fuerte a Sissy que no tuvo que limpiarse.
– Ya sabes en lo que te metes si vienes al lago -advirtio Kym.
– Si -dijo Sissy-, pero quiero estar alli. Quiero ver a Jellybean. Quiero ver a las grullas.
– De acuerdo -acepto Kym-. Le dire a Jelly que estas aqui. Si ella esta de acuerdo, te traere un caballo. Mientras tanto, yo que tu no saldria del retrete. No se sabe cuando pueden empezar esos tiros. Ta ta ta.
Sissy espero alli casi una hora. Un par de moscas y la fotografia de Dale Evans le hicieron compania. Las moscas procuraban ser cordiales, pero la foto de Dale Evans, como el busto de Nefertiti, se contentaba con imperar en su pequeno nicho de eternidad. La foto de Dale Evans hacia que la Norteamerica de 1945 pareciese el antiguo Egipto.
El retrete estaba caliente y resultaba bastante lugubre. Sissy podria haber dormido de no ser por el ruido de las puertas. Guardias y agentes expulsaban a los insistentes periodistas, a los que simpatizaban con las vaqueras y a los amantes de los pajaros, trasladandoles al punto de control, tres kilometros carretera abajo. Guardias y agentes actuaban con aire marcial. Los ruidos de las puertas parecian la liquidacion del garaje de Cecil B. de Mille.
Sissy no sentia demasiada curiosidad por lo que sucedia a la puerta. Si hubiese ignorado la advertencia de Kym y hubiese salido, no habria mirado hacia la puerta, sino hacia el Cerro Siwash, esperando la vision de un sucio albornoz. Somos lo que vemos. Vemos lo que elegimos. Las percepciones son una hipotesis. En un famoso experimento que se realizo en el Instituto Tecnologico de Massachusetts, un cientifico entrego a dos individuos unas gafas prismaticas que distorsionaban notablemente la vision. A uno de ellos se le ordeno que caminase, empujando al otro en una silla de ruedas. El hombre que permanecio en movimiento, pronto se adapto a su nueva vision del mundo, pero su companero pasivo, no logro adaptarse en absoluto. Los cientificos dedujeron de esto que para percibir adecuadamente un objeto, tenemos que establecer algun tipo de estructura de movimiento respecto a el. Como Sissy habia percibido los acontecimientos de su vida siempre en relacion a su conducta de movimiento constante, quiza su vision fuese bastante mas veraz de lo que muchos supusieron. Quizas el hecho de que hubiese mirado hacia el cerro para ver al viejo chiflado en la cima en vez de mirar a las fuerzas que montaban guardia alrededor de ella, sea indicativo de… bueno, quizas haya aqui una leccion.
Por fin llego hasta el retrete una vaquera a caballo, y esta vez era Heather, que llevaba un potro extra. Heather ayudo a Sissy a montar y ambas se alejaron a un trote ligero. Las recibieron las colinas. Con sus millones de delgadas lenguas de hierba, les susurraron las colinas los secretos que habian compartido con el bisonte. Como campeones derrotados que despertasen despues del caos, empezaban los asteres a abrir sus parpados violetas alrededor de ellas. ?Habrian alterado las gafas prismaticas la percepcion que los asteres tenian de septiembre? Nadando por hierbas y flores, los caballos llevaron a las dos mujeres hasta la cima de la colina que dominaba el lago. Desde alli vio Sissy un extrano paisaje. Los cimientos circulares de la abortada cupula habian sido transformados en un fuerte. Barricadas de barricas y oxidadas maquinas se alzaban dispuestas a prestar sus asperos servicios. Brillaba el sol en el metal de las armas. A un lado, habia caballos trabados y unas cuantas cabras atadas. Al resto de las cabras las habian soltado, y algunas seguian pastando camino del este, pradera adelante, encaminandose quizas hacia la clinica del doctor Goldman para ensenar algo a la psiquiatria sobre las relaciones macho/hembra.
En el lago, y a lo largo de sus humedas orillas, paseaban las grullas chilladoras con pasos primordiales. Aunque tranquilas, parecian tan cargadas de electricidad sin aislante como si acabasen de brotar a la vida.
– Oimos por la radio que el juez le habia establecido una fianza de cincuenta mil dolares a Delores -dijo Heather-. En fin, no estara aqui cuando realmente la necesitemos.
Sissy solo pudo asentir con un gesto y contemplar la escena de abajo.
Cuando Sissy llego al campamento, Kym, Bonanza Jellybean, Debbie, Elaine y Lynda salieron bailando a recibirla. Como homenaje se habian hecho pulgares falsos con paraza de sauce y canas. Al principio, agitaron aquellos comicos apendices en cordial saludo, pero su broma perdio considerable fuerza cuando (??Que!?) ad- virtieron que Sissy era solo la mitad del monstruo que habia sido.
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– SABIA QUE HABIA algo distinto en ti, pero en el retrete no se veia bien y no me di cuenta de lo que era -dijo Kym.
– Yo me di cuenta inmediatamente, pero no supe que decir -dijo Heather, que aun no sabia que decir.
– ?Que paso? -pregunto Linda.
Sissy se encogio de hombros.