– Hace falta un cuidado amoroso. Eso yo no puedo darlo. No se puede dar lo que nunca se ha tenido.
El no discutio ni trato de convencerla. Ya habia pasado la hora de hablar. Comento:
– Al menos nos quedan otros cinco dias, y el de hoy acaba de empezar. Lo desembalamos todo esta manana y almorzamos en algun pub del rio, ?que te parece? Quizas en el Prospect de Whitby. Tendria que darnos tiempo. Has de comer. ?A que hora debes volver al Yard?
– A las dos -respondio ella-. Solo dispongo de medio dia libre porque hoy Daniel Aaron esta de permiso. Saldre lo antes que pueda y cenaremos aqui. Una comida fuera ya es suficiente. Podemos comprar comida china preparada.
Alan estaba llevando las tazas de cafe a la cocina cuando sono el telefono. Grito:
– Tu primera llamada. Esto te pasa por enviar tarjetas anunciando el cambio de direccion. Te llamara todo el mundo para desearte buena suerte.
Pero la llamada fue breve y Kate apenas dijo nada mientras duro. Despues de colgar, se volvio hacia el.
– Era de la Brigada. Una muerte sospechosa. Quieren que vaya ahora mismo. Es a orillas del rio, asi que Dalgliesh pasara a recogerme con la lancha de la Division del Tamesis. Lo siento, Alan.
Le parecio que se habia pasado los tres ultimos anos diciendo: «Lo siento, Alan.»
Se miraron en silencio unos instantes, hasta que el dijo:
– Ha sido asi desde el principio, sigue siendolo y siempre lo sera. ?Que quieres que haga, Kate? ?Continuo desempaquetando?
De pronto, la idea de que se quedara solo alli se le antojo insoportable.
– No -respondio-, dejalo. Ya lo hare luego. Puede esperar.
Pero el siguio vaciando cajas mientras ella se cambiaba los tejanos y el sueter, adecuados para las polvorientas tareas de la mudanza y la limpieza del apartamento, por unos pantalones de pana marron, una elegante chaqueta de
A su regreso, el le dedico la breve sonrisa apreciativa de costumbre y pregunto:
– ?Es tu ropa de trabajo? Nunca se si te vistes para Dalgliesh o para los sospechosos. Evidentemente, para el cadaver no es.
– Este cadaver en particular no esta precisamente tirado en una cuneta -replico ella.
Eran relativamente nuevos esos celos del jefe, y quiza fueran sintoma y al mismo tiempo causa del cambio que experimentaba su relacion.
Salieron en silencio. Mientras Kate cerraba por fuera las dos cerraduras, el volvio a hablar.
– ?Volvere a verte antes de que me vaya el proximo miercoles? -pregunto.
– No lo se, Alan. No lo se.
Pero lo sabia. Si este caso era tan importante como prometia serlo, le esperarian jornadas de trabajo de dieciseis horas, tal vez mas. Mas tarde recordaria con placer e incluso con tristeza las escasas horas que habian pasado juntos en el piso. Sin embargo, lo que sentia en aquellos momentos era algo mucho mas embriagador, y lo sentia cada vez que la llamaban para investigar un caso nuevo. Era su trabajo, un trabajo para el que se habia preparado, que sabia hacer bien y que la satisfacia. Consciente ya de que aquella podia ser la ultima vez que lo viera durante anos, en el pensamiento se apartaba de el, preparandose mentalmente para la tarea que le esperaba.
Alan habia dejado el coche en uno de los espacios senalados a la derecha del patio exterior, pero no subio a el. Se adelanto con Kate y espero a su lado la llegada de la lancha de la policia. Cuando se hizo visible la esbelta silueta azul oscuro de la embarcacion, le volvio la espalda sin decir nada y regreso hacia el coche. Sin embargo, no lo puso enseguida en marcha. Cuando la lancha se detuvo, Kate supo que el seguia observandola mientras la alta y oscura figura le ofrecia la mano desde la proa para ayudarla a subir a bordo.
19
El inspector Daniel Aaron recibio la llamada cuando se acercaba a la avenida Eastern. No le hizo falta parar el coche para anotarla: el mensaje era breve y claro. Una muerte sospechosa en Innocent House, Innocent Walk. Debia acudir de inmediato. Robbins llevaria el maletin con lo necesario.
El mensaje no hubiera podido llegar en mejor momento. Su primera reaccion fue de entusiasmo ante la idea de que por fin se presentaba el trabajo importante que tanto habia anhelado. Hacia solo tres meses que habia sustituido a Massingham en la Brigada Especial y estaba deseando demostrar su valia. Pero aun habia otro motivo. En aquellos momentos se dirigia a casa de sus padres, en The Drive, Ilford. Era su cuadragesimo aniversario de boda y habian organizado un almuerzo de celebracion con la hermana de su madre y su marido. El habia solicitado un dia de permiso con suficiente antelacion, sabiendo que se trataba de una ocasion familiar que no seria razonable eludir, pero no la esperaba con impaciencia. El dia prometia un almuerzo pretencioso pero insulso en el restaurante de unos grandes almacenes elegido por su madre, seguido de una tarde de aburrida charla familiar. Era consciente de que su tia lo tenia por un hijo desnaturalizado, un sobrino insatisfactorio y un mal judio. Quizas en esta ocasion no expresaria abiertamente su censura, pero esta fragil tolerancia no contribuiria a alegrar la atmosfera.
Doblo por una calle lateral y detuvo el automovil para llamar por telefono. La llamada iba a resultar dificil y preferia no estar conduciendo mientras la hacia. Al pulsar las teclas percibio en su interior una confusion de emociones: alivio por tener una excusa valida para no asistir al almuerzo, una intensa renuencia a dar la noticia, entusiasmo porque estaba a punto de intervenir en un caso que prometia ser gordo y el habitual sentimiento de culpa, irracional y destructor de todo placer. No estaba dispuesto a perder el tiempo en discusiones y explicaciones prolongadas. Kate Miskin podia estar ya en la escena del crimen. Sus padres deberian aceptar que tenia un trabajo que hacer.
Fue su padre el que descolgo el telefono.
– ?Todavia no has salido, Daniel? Dijiste que vendrias temprano para pasar un rato tranquilo con nosotros antes de que llegaran los demas. ?Donde estas?
– En la avenida Eastern. Lo siento, papa, pero no puedo ir. Acabo de recibir una llamada de la Brigada. Es un caso urgente. Asesinato. Tengo que ir directamente a la escena del crimen.
Luego cogio el telefono su madre.
– ?Que has dicho, Daniel? ?Has dicho que no vienes? Pero has de venir. Me lo prometiste. Estan aqui tus tios. Hoy hace cuarenta anos que nos casamos. ?Que clase de celebracion sera si no puedo tener a mis dos hijos conmigo? Me lo prometiste.
– Ya se que te lo prometi. No estaria ahora en la avenida Eastern sino hubiera tenido intencion de ir. Acabo de recibir la llamada.
– Pero estas de permiso. ?De que sirve que te den el dia libre si luego te llaman de esta manera? ?No puede encargarse otro? ?Por que has de ser tu siempre?
– No siempre he de ser yo. Pero hoy si. Es un caso urgente. Un asesinato.
– ?Un asesinato! Y prefieres andar metido en un asesinato antes que estar con tus padres. Asesinato. Muerte. ?No puedes pensar en los vivos?
– Lo siento, tengo que irme. -Antes de colgar el telefono, anadio con voz hosca-: Que vaya bien el almuerzo.
Habia sido peor de lo que esperaba. Permanecio sentado unos segundos, esforzandose por recobrar la calma, combatiendo una irritacion que empezaba a convertirse en colera. Finalmente solto el embrague, maniobro para cambiar de direccion aprovechando el camino de entrada a una casa y se sumo a la corriente del trafico. Era la hora punta de la manana y los automoviles se movian con lentitud y a intervalos caprichosos. Tampoco tuvo suerte con los semaforos. Calle tras calle, su avance se veia frenado por aquellas luces rojas que se encendian ante el con exasperante perversidad. Aun no podia imaginarse siquiera la escena de muerte violenta a la que se dirigia con tan tediosa lentitud, pero, una vez alli, la tarea absorberia todos sus pensamientos y energias. Se alejaba fisicamente de aquella casa de Ilford un penoso kilometro tras otro, pero mientras tanto no podia apartar de su mente ni la casa ni la vida que esta contenia.
La familia se habia mudado alli cuando el tenia diez anos y David trece, desde la casa adosada de