volver a casa. Le deciamos que la senorita Pilgrim no nos daba de comer y que siempre nos perseguia con la zapatilla. Y lo de la comida era verdad; en todo el tiempo que estuvimos alli no comimos una patata frita como Dios manda. Al final mama nos hizo volver a casa para que no le dieramos mas la lata. Ahi ya se arreglo la cosa. Nos lo pasabamos en grande, sobre todo cuando empezaron los bombardeos. Teniamos uno de aquellos refugios en el jardin, y ?que bien que estabamos alli con mama, la abuela, la tia Edie y la senora Powell del numero cuarenta y dos cuando le bombardearon la casa!

– ?Y no estaba muy oscuro el refugio? -pregunto Dalgliesh.

– Teniamos las linternas, ?no? Y cuando no era el momento mismo del bombardeo se podia salir a mirar los focos antiaereos. ?Que bonito quedaba el cielo con todas aquellas luces! ?Y que ruido! Aquellos canones…, bueno, era como si un gigante estuviera rasgando trozos de plancha ondulada. Bueno, como decia mama, si les das a tus hijos una infancia feliz, no hay mucho que la vida pueda hacerles luego.

Dalgliesh tuvo la sensacion de que seria vano discutir esta optimista vision de la educacion infantil. Se disponia a sugerir diplomaticamente que ya era hora de abordar el objeto de su conversacion, pero la senora Demery se le adelanto.

– Bueno, ya esta bien de hablar de los viejos tiempos. Estara usted deseando preguntarme por este asesinato.

– ?Es esa la impresion que le ha dado, senora Demery? ?Que se trata de un asesinato?

– Es de logica, ?no? No pudo ponerse el mismo esa serpiente al cuello. ?Lo estrangularon?

– No sabremos como murio hasta que tengamos el resultado de la autopsia.

– Bueno, pues a mi me parecio que lo habian estrangulado, con toda la cara de color rosa y esa serpiente metida en la boca. Ahora que, mire lo que le digo, no habia visto nunca un muerto que tuviera tan buen aspecto. Tenia mejor cara muerto que cuando vivia, y cuando vivia tenia muy buena cara. Era un hombre guapo, vaya que si. Siempre me recordo un poco a Gregory Peck de joven.

Dalgliesh le pidio que describiera con exactitud todo lo ocurrido desde su llegada a Innocent House.

– Vengo todos los dias laborables de nueve a cinco, menos los miercoles. Los miercoles vienen de la agencia de limpieza de oficinas La Superior, dicen que para hacer una limpieza a fondo de todo el edificio. La Superior, asi se llaman, pero les quedaria mejor La Inferior. Supongo que hacen lo que pueden, pero no es lo mismo que si tuvieran un interes personal por el trabajo. George viene media hora antes y les abre la puerta. Normalmente suelen acabar hacia las diez.

– ?Y a usted quien le abre, senora Demery? ?Tiene las llaves?

– No. El anciano senor Etienne propuso darmelas, pero no quise tener esa responsabilidad. Ya hay demasiadas llaves en mi vida. Normalmente suele abrir George; o, si no, el senor Dauntsey o la senorita Frances. Segun quien llegue antes. Esta manana no estaban ni la senorita Peverell ni el senor Dauntsey, pero me ha abierto George, que ya estaba aqui, asi que he empezado a limpiar tranquilamente la cocina. No ha pasado nada hasta justo antes de las nueve, cuando ha llegado ese lord Stilgoe diciendo que tenia una cita con el senor Gerard.

– ?Estaba usted presente cuando llego lord Stilgoe?

– Pues mire, si. Estaba charlando un poco con George. Lord Stilgoe no se puso muy contento al saber que no habia nadie en la casa, aparte del recepcionista y de mi. George empezo a llamar a los distintos despachos para ver si encontraba al senor Gerard, y estaba diciendole a lord Stilgoe que seria mejor que esperase en recepcion cuando llego la senorita Etienne. La senorita le pregunto a George si Gerard estaba en su despacho y George le dijo que habia llamado, pero que no contestaba nadie, asi que la senorita Etienne fue a ver si estaba y lord Stilgoe y yo la seguimos. La chaqueta del senor Gerard estaba sobre el respaldo del sillon, y el sillon apartado del escritorio, lo que me parecio un poco raro. Luego ella miro en el cajon de la derecha y encontro las llaves. El senor Gerard siempre dejaba sus llaves alli cuando estaba en el despacho. Es un manojo bastante pesado y no le gustaba llevar tanto peso en el bolsillo de la chaqueta. La senorita Claudia dijo: «Tiene que estar aqui; a lo mejor esta en el numero diez con el senor Bartrum», asi que volvimos a recepcion y George dijo que ya habia llamado al numero diez. El senor Bartrum estaba en su despacho, pero no habia visto al senor Gerard, aunque tenia el Jaguar alli. El senor Gerard siempre dejaba el coche aparcado en Innocent Passage porque era mas seguro. De manera que la senorita Claudia dijo: «Tiene que estar aqui. Sera mejor que empecemos a buscarlo.» A estas alturas ya habia llegado la primera lancha, y luego aparecieron la senorita Frances y el senor Dauntsey.

– ?Le parecio preocupada la senorita Etienne?

– Mas bien intrigada, si me comprende. Le dije: «Bueno, he mirado en toda la planta baja y al fondo de la casa, y en la cocina no esta.» Y la senorita Claudia dijo algo asi como que no era muy probable que estuviera alli, ?verdad?, y empezo a subir la escalera, y yo me fui detras de ella con la senorita Blackett.

– No me ha dicho que la senorita Blackett estuviera en la casa.

– ?Ah, no? Pues ya estaba, habia llegado con la lancha. Claro que una ya no se fija tanto en ella, ahora que no esta el anciano senor Peverell. Pero el caso es que estaba, aunque todavia llevaba puesto el abrigo, y subio la escalera con nosotras.

– ?Tres mujeres para buscar a un solo hombre?

– Bueno, asi fue la cosa. Supongo que yo subi por curiosidad. Por una especie de instinto, en realidad. Pero no se por que subio la senorita Blackett; tendra que preguntarselo a ella. La senorita Claudia dijo: «Empezaremos a buscar por arriba», y eso fue lo que hicimos.

– Entonces, ?fue directamente a la sala de los archivos?

– Exacto, y de alli al despachito que hay al fondo. La puerta no estaba cerrada con llave.

– ?Como la abrio, senora Demery?

– ?Que quiere decir? La abrio como se abren siempre las puertas.

– ?La abrio toda de golpe? ?La abrio despacio? ?Diria usted que se mostraba aprensiva?

– No, que yo me fijara. La abrio sin mas. Y, bueno, ahi estaba el. Tirado de espaldas con toda la cara rosa y esa serpiente enroscada al cuello y con la cabeza dentro de la boca. Tenia los ojos abiertos y una mirada muy fija. ?Era horrible! Yo enseguida me di cuenta de que estaba muerto, fijese lo que le digo, pero, como ya le he dicho, nunca lo habia visto con mejor aspecto. La senorita Claudia se le acerco y se arrodillo a su lado. Luego dijo: «Vayan a llamar a la policia. Y fuera de aqui las dos.» Bastante brusca, la verdad. Claro que era su hermano. Yo enseguida me doy cuenta cuando no me quieren en un sitio, asi que me fui. Tampoco tenia tanto interes en quedarme.

– ?Y la senorita Blackett?

– Estaba justo detras de mi. Pense que iba a ponerse a chillar, pero lo que hizo fue soltar una especie de gemido agudo. Le pase un brazo por los hombros. Estaba temblando de una manera espantosa. Le dije: «Vamos, querida, vamos, aqui no puede hacer nada.» Asi que nos fuimos escaleras abajo. Me parecio que llegariamos antes que con el ascensor, que siempre se atasca, pero puede que hubiera sido mejor ir en ascensor. Me costo bastante hacerle bajar la escalera, de tanto como temblaba. Y un par de veces casi se le doblaron las piernas. Hubo un momento en que pense que tendria que dejarla en el suelo y bajar a pedir ayuda. Cuando llegamos al ultimo tramo, estaban lord Stilgoe, el senor De Witt y todos los demas alli mirandonos. Supongo que al verme la cara y el estado en que estaba la senorita Blackett se dieron cuenta de que habia pasado algo muy malo. Entonces se lo dije. Me parecio que al principio no podian creerselo, y entonces el senor De Witt echo a correr escaleras arriba con lord Stilgoe, y el senor Dauntsey detras de ellos.

– ?Que ocurrio entonces, senora Demery?

– Ayude a sentarse a la senorita Blackett y fui a buscar un vaso de agua.

– ?No llamo a la policia?

– Eso lo deje para ellos. El muerto no iba a escaparse, ?verdad? ?Que prisa habia? Ademas, si hubiera llamado habria sido una equivocacion, porque cuando volvio lord Stilgoe fue directamente al mostrador de recepcion y le dijo a George: «Llame a New Scotland Yard. Quiero hablar con el comisionado. Si no puede ser, con el comandante Adam Dalgliesh.» Directo a las alturas, claro. Luego la senorita Claudia me pidio que fuera a preparar cafe bien cargado, y eso hice. Estaba blanca como una sabana, la pobre. Bueno, tampoco es para extranarse, ?verdad?

– El senor Gerard asumio los cargos de presidente y director gerente hace relativamente poco, ?no es cierto? -pregunto Dalgliesh-. ?Lo apreciaba mucho el personal?

– Bueno, si hubiera sido el sol de la oficina ahora no tendrian que llevarselo en una bolsa de plastico, digo yo. Alguien no lo apreciaba, eso esta claro. Naturalmente, para el no debio de ser facil ocupar el lugar del senor Peverell. Todo el mundo respetaba al senor Peverell. Era una bellisima persona. Pero yo me llevaba

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