perfectamente bien con el senor Gerard. No le daba problemas ni el me los daba a mi. De todos modos, no creo que en la oficina haya muchos que lloren por el. Claro que un asesinato es un asesinato, y habra una conmocion, eso seguro. Y tampoco le hara mucho bien a la empresa, digo yo. Mire, aqui tiene una idea; a ver que le parece. Podria ser que se hubiera matado el mismo y que luego el bromista ese que tenemos en la oficina le hubiera puesto la serpiente al cuello para demostrar lo que opinaba de el. A lo mejor valdria la pena pensarlo.
Dalgliesh no le dijo que ya lo habian pensado. Pregunto:
– ?Le extranaria saber que se habia matado el mismo?
– Bueno, si quiere que le diga la verdad, si. Demasiado ufano para eso, diria yo. Ademas, ?por que iba a hacerlo? La empresa tiene sus problemas, de acuerdo, pero ?que empresa no los tiene hoy en dia? Habria salido adelante. No me imagino al senor Gerard haciendo lo mismo que Robert Maxwell. Claro que, ?quien iba a imaginarselo de Robert Maxwell? O sea que en realidad no hay manera de saberlo, ?verdad? Misteriosa, eso es la gente, misteriosa. Yo misma podria contarle un par de cosas sobre lo misteriosa que es la gente.
– A la senorita Etienne debio de impresionarle mucho encontrarlo asi -intervino Kate-. Al fin y al cabo era su hermano.
La senora Demery centro su atencion en Kate, aunque no parecio demasiado complacida por esta intrusion de una tercera persona en su
– Haga una pregunta directa y tendra una respuesta directa, inspectora. ?Le impresiono mucho a la senorita Claudia encontrarlo asi? Eso es lo que quiere saber, ?no? Pues tendra que preguntarselo a ella. Yo no lo se. Estaba al lado del cuerpo, inclinada sobre el, y no volvio la cara en todo el rato que estuvimos alli la senorita Blackett y yo, que no fue mucho. No se que sentia. Solo se lo que dijo.
– «Fuera de aqui las dos.» Bastante aspero.
– La conmocion, quizas. Ustedes veran.
– Y la dejaron sola con el muerto.
– Como ella queria, por lo visto. De todos modos, no hubiera podido quedarme. Alguien tenia que ayudar a la senorita Blackett a bajar la escalera.
– ?Es un buen sitio para trabajar, senora Demery? -pregunto Dalgliesh-. ?Esta contenta aqui?
– Tan bueno como cualquier otro. Mire, senor Dalgliesh, yo ya tengo sesenta y tres anos. No es una edad del otro mundo, de acuerdo, y todavia conservo la vista y las piernas, y soy mucho mejor trabajadora que otros que podria nombrar. Pero a los sesenta y tres anos no te pones a buscar otro empleo, y a mi me gusta trabajar. Me moriria de aburrimiento sin salir de casa. Y estoy acostumbrada a este sitio; llevo aqui casi veinte anos. Puede que no le guste a todo el mundo, pero a mi me conviene. Y queda a mano; bueno, mas o menos. Aun sigo en Whitechapel. Ahora tengo un pisito moderno la mar de mono.
– ?Como viene hasta aqui?
– En metro hasta Wapping y luego a pie. No esta lejos. Y a mi no me asustan las calles de Londres. Yo ya andaba por las calles de Londres antes de que nadie pensara en usted. El anciano senor Peverell siempre decia que me mandaria un taxi si alguna manana no me veia con animos de hacer el viaje. Y lo habria mandado. Era un caballero muy especial, el senor Peverell. Eso demuestra lo que pensaba de mi. Es bonito ver que te aprecian.
– Ciertamente, lo es. Hableme de la limpieza de la sala de los archivos, senora Demery, la grande y el despachito donde encontraron al senor Etienne. ?Es responsabilidad suya o se cuida la compania de la limpieza?
– Me ocupo yo. Los de la agencia nunca suben al ultimo piso. Eso lo decidio el anciano senor Peverell. Aquello esta lleno de papeles, ya sabe, y tenia miedo de que se pusieran a fumar y lo incendiaran todo. Ademas, esas carpetas son confidenciales. No me pregunte por que. Les he echado un vistazo a un par de ellas y solo hay un monton de cartas y manuscritos viejos, por lo que yo he visto. No es como si guardaran los expedientes del personal ni cosas reservadas por el estilo. Pero el senor Peverell les daba mucha importancia a los archivos. El caso es que quedo acordado que de esas habitaciones me encargaria yo. Casi nunca sube nadie, si no es el senor Dauntsey, asi que no me tomo demasiadas molestias. No vale la pena. Normalmente subo un lunes al mes y hago una pasada rapida para quitar el polvo.
– ?Pasa la aspiradora por el suelo?
– Puede que le de una pasada si me parece que le hace falta. O puede que no. Como ya le he dicho, solo sube alli el senor Dauntsey, y el apenas ensucia. Ya hay bastante que hacer en el resto de la casa para tener que cargar con la aspiradora hasta el ultimo piso y perder el tiempo en cosas que no hacen falta.
– Si, ya comprendo. ?Cuando fue la ultima vez que limpio el cuarto pequeno?
– Le di una pasada rapida; el lunes hizo tres semanas. El lunes que viene volvere a subir. Al menos es lo que haria normalmente, pero supongo que querra usted dejar la puerta cerrada.
– Por el momento, si, senora Demery. ?Vamos alla?
Tomaron el ascensor, que subio con lentitud pero sin sacudidas. La puerta del despachito de los archivos estaba abierta. El ingeniero de la compania del gas no habia llegado aun, pero los dos policias especializados y los fotografos todavia estaban alli. Aun gesto de Dalgliesh, salieron de la habitacion y quedaron a la espera.
– No entre, senora Demery -le indico Dalgliesh-. Quedese en la puerta y digame si ve algun cambio.
La senora Demery paseo la mirada por el cuarto con lentitud. Sus ojos se detuvieron brevemente en la linea de tiza que senalaba el contorno del cuerpo ausente, pero no hizo ningun comentario. Tras una pausa de solo unos segundos, observo:
– Sus muchachos le han dado una buena limpieza, ?eh?
– No hemos limpiado nada, senora Demery.
– Pues alguien ha tenido que hacerlo. Aqui no hay tres semanas de polvo. Mire la repisa de la chimenea y el suelo. Alguien ha pasado la aspiradora. ?Valgame Dios! ?Conque se entretuvo limpiando el cuarto antes de matarlo! ?Y con mi Hoover!
Se volvio hacia Dalgliesh, quien vio nacer en su mirada una mezcla de indignacion, horror y temor supersticioso. Hasta el momento, nada de lo que rodeaba la muerte de Etienne la habia afectado tan profundamente como aquella celda de la muerte limpia y preparada.
– ?Como lo sabe, senora Demery?
– La aspiradora se guarda en un cuartito de la planta baja, al lado de la cocina. Cuando fui a buscarla esta manana, pense: «Alguien ha utilizado este aparato.»
– ?Como se dio cuenta?
– Porque estaba graduada para limpiar un suelo liso, no una alfombra. El mando tiene dos posiciones, ya me entiende. Cuando la guarde, estaba en la posicion de limpiar alfombras, porque lo ultimo que habia hecho con ella eran las alfombras de la sala de juntas.
– ?Esta segura, senora Demery?
– No para jurarlo delante de un tribunal. Hay cosas que se pueden jurar y cosas que no. Supongo que yo misma habria podido tocar el mando sin darme cuenta. Lo unico que se es que cuando fui a cogerla esta manana me dije: «Alguien ha utilizado este aparato.»
– ?Le pregunto a alguien si la habia utilizado?
– ?A quien se lo iba a preguntar, si no habia nadie? Ademas, no creo que fuera ninguno de los empleados. ?Para que iban a coger la aspiradora? Eso es trabajo mio, no de ellos. Pense que a lo mejor habia sido alguno de la compania de limpieza, pero tambien seria extrano, porque traen todo el material que necesitan.
– Y la aspiradora, ?estaba en el sitio de costumbre?
– Si, exactamente. Y el cable estaba enrollado de la misma manera en que yo lo habia dejado. Pero el mando no estaba en la misma posicion.
– ?Ve alguna otra cosa en el cuarto que le llame la atencion?
– Bueno, falta el cordon de la ventana, ?no? Supongo que lo habran quitado ustedes. Ya empezaba a estar viejo y deshilachado. El lunes pasado, cuando asome la cabeza, le dije al senor Dauntsey que habria que cambiarlo, y el me contesto que ya se lo diria a George. George se encarga de todas estas cosas. Es muy manoso, este George. Cuando hable con el senor Dauntsey, la ventana estaba medio abierta. Normalmente suele tenerla asi. No me parecio que le diera mucha importancia, pero, como ya he dicho, pensaba hablar con George. Y esa mesa la han movido. Yo nunca la muevo cuando quito el polvo. Vealo usted mismo. Esta unos cinco centimetros mas a la derecha; se nota por esa linea tan fina de suciedad que hay en la pared donde antes estaba la mesa. Y no veo la grabadora del senor Dauntsey. Antes habia una cama en este cuarto, pero la quitaron cuando la senorita