Clements se mato. Otra cosa que tal. Ya hemos tenido dos muertes en esta habitacion, senor Dalgliesh. Me parece que ya seria hora de que la cerrasen para siempre.

Antes de despedir a la senora Demery, Dalgliesh le pidio que no dijera nada a nadie acerca del posible uso que se habia dado a su aspiradora, pero con escasa esperanza de que se guardara la noticia para si durante mucho tiempo.

Cuando la mujer se hubo marchado, Daniel pregunto:

– ?Hasta que punto podemos fiarnos de esta declaracion, senor? ?Cree que de veras es capaz de advertir si han limpiado recientemente la habitacion? Podrian ser imaginaciones suyas.

– Ella es la experta, Daniel. Y la senorita Etienne tambien se fijo en la limpieza de la habitacion. La propia senora Demery ha reconocido que no suele molestarse en limpiar el suelo. Y ahora no hay ni una mota de polvo, ni siquiera en los rincones. Alguien lo ha limpiado hace poco, y no ha sido la senora Demery.

24

Los cuatro socios seguian esperando en la sala de juntas. Gabriel Dauntsey y Frances Peverell estaban sentados ante la mesa ovalada de caoba, cerca pero sin llegar a tocarse. Frances tenia la cabeza gacha y estaba absolutamente inmovil. De Witt se hallaba ante la ventana con una mano en el cristal, como si necesitara apoyarse. Claudia, de pie, examinaba atentamente la gran copia del Gran Canal, de Canaletto, colgado junto a la puerta. La magnificencia de la sala disminuia y al mismo tiempo hacia mas presente la carga de temor, pesar, colera o culpa que cada uno soportaba. Parecian actores de una obra excesivamente elaborada, con un lujoso decorado en el que se habia invertido una fortuna, pero cuyos interpretes eran aficionados que no se sabian los dialogos y se movian con gestos rigidos y faltos de practica. Cuando Dalgliesh y Kate salieron de la habitacion, Frances habia dicho: «Dejemos la puerta abierta», y De Witt, sin pronunciar una palabra, habia vuelto atras para dejarla entornada. Necesitaban la sensacion de un mundo exterior, el sonido de voces lejanas, por leve y esporadico que fuese. La puerta cerrada seria demasiado semejante al sillon vacio en el centro de la mesa, la una esperando la entrada impaciente de Gerard, el otro su presencia dirigente.

Sin mirar a su alrededor, Claudia comento:

– A Gerard nunca le gusto este cuadro. Creia que se sobrevaloraba a Canaletto, que era demasiado preciso, demasiado plano. Decia que podia imaginarse a los aprendices pintando cuidadosamente las olas.

– No era Canaletto el que no le gustaba -replico De Witt-; era solo este cuadro. Decia que le aburria tener que estar siempre explicandoles a las visitas que es una copia.

Frances hablo con voz neutra:

– Le molestaba. Le recordaba que el abuelo vendio el original en un mal momento por la cuarta parte de lo que valia.

– No -replico Claudia con firmeza-. No le gustaba Canaletto.

De Witt se aparto despacio de la ventana.

– La policia no se da prisa -observo-. La senora Demery debe de estar disfrutando, supongo, haciendo su imitacion favorita de una mujer de la limpieza cockney, de buen caracter pero de lengua afilada. Espero que el comandante sepa apreciarla.

Claudia abandono su concentrado examen del cuadro y se volvio hacia los demas.

– Puesto que eso es precisamente lo que ella es, no creo que sea apropiado llamarlo una imitacion. Sin embargo, es cierto que se vuelve locuaz cuando se excita. Hemos de procurar que no nos suceda a nosotros. Me refiero a volvernos locuaces, a hablar demasiado, a decirle a la policia cosas que no tiene por que saber.

– ?En que cosas estas pensando? -pregunto De Witt.

– En que no estabamos precisamente de acuerdo en cuanto al futuro de la empresa. La policia piensa de un modo estereotipado. Puesto que la mayoria de los delincuentes actua de un modo estereotipado, ahi esta probablemente su fuerza.

Frances Peverell alzo la cabeza. Nadie la habia visto llorar, pero tenia la cara abotagada y macilenta, los ojos apagados bajo unos parpados hinchados, y al hablar su voz sono quebrada y un tanto quejumbrosa.

– ?Y que importa que la senora Demery hable? ?Que importa lo que digamos? Ninguno de los que estamos aqui tiene nada que ocultar. Lo que ha ocurrido es obvio. Gerard murio de muerte natural o por un accidente, y alguien, la misma persona que ha estado gastandonos bromas pesadas, encontro el cuerpo y decidio darle un aire de misterio al asunto. Debe de haber sido terrible para ti, Claudia, encontrarlo de esa manera, con la serpiente enroscada al cuello. Pero sin duda hay una explicacion logica. Tiene que haberla.

Claudia se volvio hacia ella con tanta vehemencia como si estuvieran en mitad de una rina.

– ?Que clase de accidente? ?Pretendes sugerir que Gerard sufrio un accidente? ?Que clase de accidente?

Frances se encogio en el asiento, pero respondio con voz firme:

– No lo se. Yo no estaba alli cuando ocurrio. Solo era una idea.

– Una idea muy estupida.

– Claudia -intervino De Witt con voz mas carinosa que reprobadora-, no debemos pelearnos. Hemos de mantener la calma y permanecer juntos.

– ?Como vamos a permanecer juntos? Dalgliesh querra vernos por separado.

– No fisicamente juntos. Como socios. Como equipo.

Frances prosiguio como si el no hubiera hablado.

– O un ataque al corazon. O una apoplejia. Podria haber sido cualquiera de las dos cosas. Le puede ocurrir al mas sano.

Claudia replico:

– Gerard tenia el corazon en perfecto estado. No se puede subir al Cervino si se tiene el corazon delicado. Y no me imagino a un candidato mas improbable para una apoplejia.

De Witt hablo en tono conciliador.

– Todavia no sabemos a causa de que murio. Hay que esperar el resultado de la autopsia. Mientras tanto, ?que vamos a hacer?

– Seguir adelante -contesto Claudia-. Eso por descontado; seguir adelante.

– Siempre que nos quede personal. Puede que la gente no quiera seguir en la empresa, sobre todo si la policia da a entender que la muerte de Gerard no ha sido normal.

La risotada de Claudia fue aspera como un sollozo.

– ?Que no ha sido normal! ?Pues claro que no ha sido normal! Lo hemos encontrado muerto, medio desnudo, con una serpiente de juguete enroscada al cuello y la cabeza del animal metida en la boca. Ni el policia menos suspicaz diria que eso es normal.

– Queria decir, por supuesto, si hay sospechas de asesinato. Todos tenemos esta palabra en la mente. Tal vez ya sea hora de que alguien la pronuncie.

Frances se volvio hacia el.

– ?Asesinato? ?Por que iban a asesinarlo? Ademas, no habia sangre, ?verdad? No habeis encontrado ningun arma. Y nadie hubiera podido envenenarlo. Envenenarlo, ?con que? ?Cuando habria podido ingerir el veneno?

– Hay otras maneras -contesto Claudia.

– ?Quieres decir que lo estrangularon con Sid la Siseante? ?O que lo asfixiaron? Pero Gerard era fuerte. Para eso habria sido necesario dominarlo fisicamente. -Como nadie decia nada, anadio-: No se por que estais los dos tan interesados en sugerir que Gerard ha muerto asesinado.

De Witt se acerco y tomo asiento a su lado.

– Nadie lo esta sugiriendo, Frances -dijo con suavidad-; solo nos planteamos la posibilidad. Pero tienes razon, naturalmente. Es mejor esperar a saber como murio. Lo que mas me intriga es que estuviera en el despachito de los archivos. No recuerdo que subiera al ultimo piso ni una sola vez. ?Y tu, Claudia?

– Tampoco. Y no puede ser que estuviera trabajando alli. Si se le hubiera ocurrido hacerlo, no habria dejado las llaves en el cajon del escritorio. Ya sabes lo quisquilloso que era en cuestion de seguridad. Solo dejaba las llaves en el cajon mientras el estaba trabajando en su mesa. Si salia del despacho por el tiempo que fuese, se ponia la chaqueta y se metia el manojo de llaves en el bolsillo. Todos se lo hemos visto hacer muchas veces.

– El hecho de que se haya encontrado el cuerpo en los archivos no implica forzosamente que muriera alli -

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