– Muy bien. Lo recibire enseguida.
El ingeniero del gas, con el abrigo puesto y a punto para irse, expreso con vehemencia su desaprobacion, obviamente dividido entre un interes casi patrimonial por el aparato y la indignacion profesional por su mal uso.
– Hacia casi veinte anos que no veia una estufa de esta clase. Tendria que estar en un museo, pero no hay nada que le impida funcionar correctamente. Es solida, esta bien hecha. Es de las que se instalaban en los cuartos para ninos. La llave de paso es extraible, fijese, para que los ninos no pudieran accionarla sin darse cuenta. Lo que ha pasado aqui esta muy claro, comandante. El canon de la chimenea esta completamente obstruido. Esta carbonilla debe de llevar anos acumulandose. Sabe Dios cuando le hicieron la ultima revision a esta estufa. Era una muerte anunciada. Lo he visto otras veces, sin duda usted tambien, y volveremos a verlo. La gente no puede decir que no se lo han advertido bastante. Los aparatos de gas necesitan aire. Si no hay ventilacion, funcionan mal y se acumula monoxido de carbono. El gas es un combustible perfectamente seguro si se utiliza como es debido.
– ?Habria estado a salvo con la ventana abierta?
– Es de suponer que si. La ventana es alta y bastante estrecha, pero si hubiera estado abierta como es preciso no le habria pasado nada. ?Como lo encontraron? Dormido en la silla, supongo. Es lo que suele ocurrir. Les entra un poco de sueno, se duermen y ya no despiertan.
– Hay peores maneras de morir -comento Daniel.
– No, senor; si es usted ingeniero de gas, no las hay. Es una ofensa para el producto. Supongo que necesitara un informe, comandante. Bien, enseguida lo tendra. Era joven, ?verdad? Eso hace que aun sea peor. No se por que, pero es asi. -Abrio la puerta y antes de salir paseo la mirada por la habitacion-. Me gustaria saber por que subio a trabajar aqui. Es curioso que eligiera este lugar. Se diria que en un edificio de estas dimensiones ha de haber suficientes despachos sin necesidad de subir aqui arriba.
28
James de Witt cerro la puerta a sus espaldas y se detuvo unos instantes junto a ella con aire indiferente, como preguntandose si, despues de todo, iba a molestarse en entrar; finalmente, cruzo la habitacion con paso agil y desenvuelto y desplazo la silla vacia a un lado de la mesa.
– ?Le importa que me siente aqui? Enfrentarse a usted con la mesa de por medio, como si fueramos adversarios, resulta mas bien intimidante. Despierta desagradables recuerdos de entrevistas con el tutor.
Vestia de un modo informal, con unos tejanos azul oscuro y un holgado jersey de punto acanalado, provisto de refuerzos de piel en codos y hombros, que parecia excedente del ejercito. En el el conjunto resultaba casi elegante.
Era muy alto -sin duda mas de un metro ochenta- y un tanto desgarbado, y movia con cierta desmana las munecas largas y huesudas. La cara, que poseia algo del melancolico humor de un payaso, era enjuta y de rasgos inteligentes, las mejillas lisas bajo los prominentes huesos. Un grueso mechon de cabello castano claro le caia sobre la ancha frente. Tenia los ojos semicerrados, sonolientos bajo los hinchados parpados, pero eran unos ojos a los que se les escapaba poco y que no delataban nada. Cuando volvio a hablar, su voz suave y agradable resulto curiosamente inadecuada para las palabras, pronunciadas con lentitud:
– Acabo de ver a Claudia. Tiene aspecto de estar mortalmente cansada. ?Realmente era necesario interrogarla hoy? Despues de todo, acaba de perder a su unico hermano en circunstancias desoladoras.
Dalgliesh respondio:
– Dificilmente podria considerarse un interrogatorio. Si la senorita Etienne nos hubiera pedido que lo interrumpieramos, o si yo la hubiera visto demasiado afectada, es evidente que habriamos pospuesto la entrevista.
– ?Y Frances Peverell? Para ella no sera menos desagradable. ?No puede esperar hasta manana para entrevistarla?
– No, a no ser que se encuentre demasiado angustiada para verme ahora. En esta clase de investigacion, necesitamos obtener la mayor informacion posible en el menor tiempo posible.
Kate se pregunto si quien le preocupaba de verdad era Frances Peverell, y no Claudia Etienne.
– Supongo que le he quitado el turno a Frances. Lo siento, pero mis planes para el dia se han visto alterados y mi amigo, Rupert Farlow, se quedara solo si a las cuatro y media no he llegado a casa. De hecho, Rupert Farlow es mi coartada. Doy por sentado que el proposito principal de esta entrevista es que le presente alguna. Ayer volvi a casa en la primera lancha, a las cinco y media, y llegue a Hillgate Village hacia las seis y media. De Charing Cross a Notting Hill Gate fui en metro. Rupert le confirmara que estuve en casa con el todo el tiempo. No vino nadie y, cosa insolita, nadie llamo por telefono. Si no le importa, concierte una cita antes de ir a verlo. Esta enfermo de gravedad y algunos dias son mejores que otros para el.
Dalgliesh le formulo la pregunta de rigor: si conocia a alguien que pudiera desear la muerte de Gerard Etienne.
– ?Enemigos politicos, por ejemplo, utilizando la palabra en su sentido mas amplio?
– ?Santo Dios, no! Gerard era un liberal impecable, al menos de palabra, si no en los hechos. Y a fin de cuentas lo que importa es lo que se dice. Tenia las opiniones liberales correctas. Sabia lo que no puede decirse ni publicarse en la Inglaterra de hoy, y no lo decia ni lo publicaba. Acaso lo pensara, como todos los demas, pero eso todavia no es delito. A decir verdad, dudo que le interesaran mucho los asuntos politicos y sociales, ni siquiera los que afectan a la edicion. Podia fingir interes si lo creia conveniente, pero dudo que lo sintiera.
– ?Que le interesaba? ?Que sentia profundamente?
– La fama. El exito. El mismo. La Peverell Press. Queria presidir una de las mayores editoriales privadas del pais; la mayor, en realidad, y la de mas exito. La musica; Beethoven y Wagner en particular. Era pianista y tocaba bastante bien. Lastima que no mostrara la misma sensibilidad en su trato con las personas. Su pareja actual supongo que tambien le interesaria.
– Estaba prometido.
– Con la hermana del conde de Norrington. Claudia ha telefoneado a su madre. Imagino que a estas horas ya le habra dado la noticia a su hija.
– ?Y el compromiso no planteaba ningun problema?
– No que yo sepa. Claudia podria saberlo, pero lo dudo. Gerard era reservado acerca de lady Lucinda. Nos la presento a todos, por supuesto. Dio una fiesta aqui el diez de julio, en lugar de la acostumbrada fiesta de verano, para celebrar al mismo tiempo el compromiso y el cumpleanos de su novia. Creo que la conocio en Bayreuth el pasado ano, pero saque la impresion, aunque podria estar equivocado, de que ella no estaba alli por Wagner. Creo que su madre y ella habian ido a visitar a unos primos del Continente. En realidad, se muy poco de ella. El anuncio del compromiso fue una sorpresa, desde luego. No nos figurabamos que Gerard tuviese ambiciones sociales, si de eso se trataba. Lo que estaba claro era que lady Lucinda no aportaba ningun dinero a la empresa. Linaje, pero sin fondos. Naturalmente, cuando esta gente se queja de pobreza solo quiere decir que tiene una ligera dificultad momentanea para pagar los gastos de su heredero en Eton. Con todo, no cabe duda de que lady Lucinda contaba entre los intereses de Gerard. Y luego esta el montanismo. Si le hubiera preguntado a el por sus intereses, seguramente habria citado el montanismo, aunque, que yo sepa, solo escalo una montana en su vida.
Kate pregunto de improviso:
– ?Que montana?
De Witt se volvio hacia ella y sonrio. Fue una sonrisa inesperada que le transformo la cara.
– El Cervino. Probablemente eso le diga todo lo que necesita saber sobre Gerard Etienne.
– Es de suponer que pensaba introducir cambios en la empresa -prosiguio Dalgliesh-. Y no todos debian de ser gratos.
– Eso no significa que no fueran necesarios, y supongo que lo siguen siendo. El mantenimiento de la casa se come los beneficios anuales desde hace decenios. Supongo que podriamos permanecer aqui si redujeramos nuestro catalogo a la mitad, despidieramos a dos terceras partes del personal, aceptaramos un recorte del treinta por ciento en nuestro propio sueldo y nos contentaramos con vivir del fondo editorial y ser una pequena casa de