cuando se vaya a casa.

Ella contesto:

– Si, Mandy, gracias. Ya estoy perfectamente bien. Ha sido la conmocion. Despues de todo, yo era su secretaria personal. Tu solo lo has conocido unas semanas y como mecanografa interina.

Estas palabras, un torpe intento por recobrar la dignidad, incluso a ella misma le sonaron represivas y pomposas. Mandy las recibio con un encogimiento de hombros y se fue sin decir nada mas; los ecos de su ruidoso adios a la senora Demery resonaron en el vestibulo.

Mandy habia salido notablemente animada de su entrevista con la policia y habia ido de inmediato a la cocina para comentarla con la senora Demery, George y Amy. A Blackie le habria gustado estar con ellos, pero habia juzgado impropio de su posicion que la encontraran cotorreando con el personal subalterno. Era consciente, ademas, de que no habrian acogido con agrado tal intromision en su intimidad y sus especulaciones. Por otra parte, tampoco los socios la habian invitado a reunirse con ellos cuando estaban encerrados en la sala de juntas, ni habia ido a verla nadie excepto la senora Demery cuando la llamaban pidiendo mas cafe y bocadillos. Blackie tenia la sensacion de que en Innocent House no habia ningun lugar en el que su presencia fuese deseada ni en el que pudiera ya sentirse como en casa.

Penso en las ultimas palabras de Mandy. ?Era eso lo que le habia dicho a la policia, que el senor Gerard se portaba como un cerdo con ella? Pero, que pregunta: claro que se lo habia dicho. ?Por que iba a guardar silencio sobre nada de lo que ocurria en Innocent House Mandy la forastera, que habia llegado mucho despues de que empezara la serie de bromas pesadas, que podia sentir un interes despreocupado y casi placentero por la intriga, refugiada en la seguridad que le proporcionaba el conocimiento de su propia inocencia, libre de afectos personales, ajena a cualquier lealtad personal? Mandy, a cuyos ojillos perspicaces nada pasaba por alto, debia de haber sido un regalo para la policia. Y habia estado mucho tiempo con ellos, casi una hora, sin duda mucho mas de lo que su importancia en la empresa podia justificar. Una vez mas, y en vano, puesto que ya no se podia cambiar nada, Blackie repaso mentalmente su entrevista. No la habian llamado de los primeros. Habia tenido tiempo para prepararse, para pensar en lo que diria. Y lo habia pensado. El miedo le habia aguzado la mente.

La entrevista tuvo lugar en el despacho de la senorita Claudia, y con solo dos policias presentes: la inspectora y un sargento. Blackie habia acudido creyendo que veria al comandante Dalgliesh, y su ausencia la desconcerto de tal manera que respondio a las primeras preguntas sin saber muy bien si realmente habia empezado la entrevista, medio esperando verlo aparecer por la puerta. Tambien le sorprendio que ningun magnetofono grabara la conversacion. La policia casi siempre lo hacia asi en las series policiacas que a su prima le gustaba ver en Weaver’s Cottage, pero quizas eso venia mas tarde, cuando ya tenian un sospechoso principal y lo interrogaban tras haberle informado de sus derechos. Y entonces, naturalmente, estaria presente un abogado. Ahora se hallaba sola. No habia habido ninguna advertencia previa, ninguna insinuacion de que aquello fuera algo mas que una informal charla preliminar. La inspectora se encargo de hacer casi todas las preguntas mientras el sargento tomaba notas, pero el tambien intervenia de vez en cuando sin cohibirse ante su superiora, con una tranquila seguridad que daba a entender que estaban acostumbrados a trabajar juntos. Los dos se habian mostrado muy corteses, casi indulgentes, pero ella no se dejo enganar: a pesar de todo, la estaban interrogando, e incluso las expresiones formales de simpatia, la delicadeza, formaban parte de su tecnica. Al reflexionar en su despacho, a Blackie le sorprendio que hubiera sido capaz de darse cuenta de ello, que hubiera podido reconocerlos como los enemigos que eran incluso en su tumultuoso temor.

Empezaron con una serie de preguntas sencillas acerca del tiempo que llevaba en la empresa, de como se cerraba el edificio por la noche, quien tenia llaves y quien podia manipular las alarmas antirrobo, la distribucion habitual de la jornada e incluso los turnos para el almuerzo. Mientras las contestaba, Blackie empezo a sentirse mas a sus anchas, aunque era consciente de que se las hacian precisamente con esa intencion.

Al fin, la inspectora Miskin comento:

– Trabajo usted para el senor Henry Peverell durante veintisiete anos, hasta el momento de su muerte, y luego paso a trabajar para el senor Etienne cuando este asumio los cargos de presidente y director gerente el pasado mes de enero. Debio de ser un cambio dificil para usted y para la empresa.

Ya se esperaba algo asi. Tenia la respuesta a punto.

– Era distinto, desde luego. Llevaba tanto tiempo trabajando para el anciano senor Peverell que, naturalmente, confiaba en mi. El senor Gerard era mas joven y tenia otros metodos de trabajo. Tuve que adaptarme a una personalidad distinta. A todas las secretarias personales les ocurre cuando las circunstancias les hacen cambiar de jefe.

– ?Encontraba satisfactorio trabajar para el senor Etienne? ?Le gustaba como jefe?

Esta vez fue el sargento quien hablo, mientras sus ojos oscuros de mirada neutra buscaban los de ella.

– Lo respetaba -respondio Blackie.

– No es exactamente lo mismo.

– No siempre puede gustarte el jefe. Creo que empezaba a acostumbrarme a el.

– ?Y el a usted? ?Y al resto de la empresa? Estaba introduciendo muchos cambios, ?verdad? Los cambios siempre provocan algun dolor, sobre todo en una organizacion que lleva mucho tiempo funcionando. En el Yard lo sabemos muy bien. ?No hubo despidos, amenazas de despidos, un posible traslado a una nueva sede, la propuesta de vender Innocent House?

A eso replico:

– Tendran que preguntarselo a la senorita Claudia. El senor Gerard no comentaba la politica de la empresa conmigo.

– A diferencia del senor Peverell. El paso de confidente a secretaria corriente no pudo ser agradable.

Ella no dijo nada. A continuacion, la inspectora Miskin se inclino hacia delante y le pidio en tono confidencial, casi como si fueran un par de muchachas a punto de compartir un secreto femenino:

– Hablenos de la serpiente. Hablenos de Sid la Siseante.

Entonces Blackie les conto como habia llegado la serpiente a la oficina unos cinco anos antes, el dia de la fiesta de Navidad, traida por una taquimecanografa interina de cuyo nombre y direccion ya nadie se acordaba. Tras la fiesta, la serpiente quedo alli olvidada y no volvio a aparecer hasta pasados seis meses, cuando Blackie se la encontro apelotonada al fondo del cajon de su mesa. La utilizaba para enrollarla en el pomo de la puerta que comunicaba su despacho con el del senor Peverell. El preferia que la puerta permaneciese entornada para poder llamar a Blackie de viva voz cuando la necesitaba; nunca le habia gustado utilizar el telefono. Sid la Siseante se convirtio en una especie de mascota de la empresa, presente en la excursion anual por el rio y en la fiesta de Navidad, pero Blackie ya no la empleaba para mantener la puerta entreabierta. El senor Etienne la preferia cerrada.

El sargento pregunto:

– ?Donde solia estar la serpiente?

– Generalmente, enroscada sobre el archivador de la izquierda. A veces estaba colgada de algun tirador.

– Cuentenos que ocurrio ayer. Al senor Etienne le molesto ver la serpiente en el despacho, ?verdad?

– Salio de su despacho -le explico ella, intentando mantener la voz serena- y vio a Sid colgada del asa de un archivador. Le parecio que su aspecto no era adecuado para una oficina y me pidio que me deshiciera de ella.

– ?Y usted que hizo?

– La meti en un cajon de mi escritorio; el cajon superior de la derecha.

– Esto es muy importante, senorita Blackett -intervino la inspectora Miskin-, y estoy segura de que es usted lo bastante inteligente para comprender por que. ?Quien estaba en su despacho cuando guardo la serpiente en el cajon?

– Solo Mandy Price, que comparte el despacho conmigo, el senor Dauntsey y la senorita Claudia. Luego el senor Gerard y ella pasaron a su despacho. El senor Dauntsey le dio una carta a Mandy para que la mecanografiara y tambien se fue.

– ?Y nadie mas?

– En la habitacion no habia nadie mas, pero supongo que algunos de los presentes lo comentarian en la oficina. No creo que Mandy tuviera la boca cerrada. Y cualquiera que buscase la serpiente seguramente habria mirado en el cajon de la derecha. Me refiero a que era el sitio mas natural para guardarla.

– ?Y no penso en tirarla?

Вы читаете El Pecado Original
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату