Gerard Etienne era el joven turco, el heredero visible. Nunca me entendi demasiado bien con Claudia Etienne, pero me gustaba James de Witt. De Witt es un ejemplo de persona que lleva una buena vida sin la ayuda de una creencia religiosa. Por lo visto, hay quienes nacen con un deficit de pecado original; en ellos, la bondad casi no puede considerarse un merito.
– Pero sin duda no hace falta una creencia religiosa para llevar una buena vida -senalo Dalgliesh.
– Quiza no. Puede que la creencia en la religion no influya en el comportamiento. Pero la practica de la religion ha de influir sin duda.
– Naturalmente, no estuvo usted presente en la ultima fiesta que dieron -intervino Kate-, pero ?asistio a alguna de las fiestas anteriores? ?Sabe si los invitados podian pasearse por la casa con plena libertad?
– Solo asisti a dos fiestas. Solian dar una en verano y otra en invierno. Desde luego, nada impedia a los invitados circular a placer por la casa, aunque no creo que lo hicieran muchos. Parece una descortesia aprovechar una fiesta para explorar habitaciones que por lo general suelen considerarse privadas. Claro que en Innocent House casi todo son despachos y quizas eso marque una diferencia. Pero las fiestas de Innocent House eran bastante formales; se controlaba la lista de invitados y a Henry Peverell le disgustaba mucho recibir en casa a mas de ochenta personas en cada ocasion. La Peverell Press nunca ha organizado las tipicas fiestas literarias, con un exceso de invitados por si a alguno de sus autores le ofende que lo dejen al margen, habitaciones demasiado llenas y sofocantes donde los invitados hacen equilibrios con sus platos de comida fria y beben vino blanco tibio de mediocre calidad mientras se hablan a gritos. La mayoria de los invitados llegaba por el rio, asi que resultaba relativamente facil, supongo, repeler a intrusos y gorrones.
No habia mucho mas que averiguar. De comun acuerdo, dieron la vuelta al llegar al extremo del siguiente sendero y retrocedieron sobre sus pasos. Regresaron con la hermana Agnes hasta la puerta principal y alli se despidieron de ella sin entrar otra vez en el convento. La monja miro a Dalgliesh y a Kate con gran intensidad, sosteniendoles la mirada, forzandolos a un momento de atencion concentrada, como si pudiera obligarlos por un acto de voluntad a respetar su confianza.
Apenas habian salido de los terrenos del convento y se hallaban esperando en el primer semaforo en rojo cuando Kate dio rienda suelta a su indignacion.
– Asi que por eso habia una cama en el cuartito de los archivos, y por eso la puerta tenia cerradura y pestillo. ?Dios mio, que cabron! La hermana Agnes tenia razon: el hombre se escabullia hacia ese cuarto como un mezquino despota Victoriano. La humillaba, la utilizaba. Ya me imagino lo que debia de ocurrir alli arriba. Ese hombre era un sadico.
Dalgliesh replico con suavidad.
– No tiene ninguna prueba de eso, Kate.
– ?Por que diablos lo soportaba ella? Era una profesional experta y bien considerada. Habria podido marcharse.
– Estaba enamorada de el.
– Y su hermana esta enamorada de Dios. Busca la paz, pero no me dio la impresion de que la hubiera encontrado. Incluso el futuro del convento esta en el aire.
– El fundador de su religion no se la prometio. «No he venido a traer la paz, sino la espada.» -La miro de soslayo y advirtio que la cita no significaba nada para ella. Anadio-: La visita ha sido util. Ahora sabemos por que murio Sonia Clements, y no tuvo nada que ver, o muy poco, con el tratamiento que recibio de Gerard Etienne. Parece ser que no existe nadie que tenga motivos para vengar su muerte. Ya sabiamos que los invitados a Innocent House podian vagar a su antojo por la casa, pero es bueno que la hermana Agnes nos lo haya confirmado. Y luego esta esa curiosa informacion sobre los archivos: segun la hermana Agnes, fue Henry Peverell quien no quiso que le encomendaran la tarea de examinarlos. Solo despues de su muerte Jean-Philippe Etienne confio el trabajo a Gabriel Dauntsey.
– Habria resultado mas interesante que hubieran sido los Etienne quienes no quisieran que nadie hurgara en los archivos -observo Kate-. Esta muy claro por que Henry Peverell no queria que la hermana de Sonia Clements se instalara a trabajar alli; eso habria trastornado el arreglito que tenia con su amante.
Dalgliesh respondio:
– Esa es la explicacion obvia y, como la mayoria de las explicaciones obvias, probablemente la correcta. Pero podria ser que en los archivos hubiera algo que Henry Peverell no queria que saliera a la luz, algo que sabia o sospechaba que estaba alli. Aun asi, se hace dificil ver que relacion podria tener eso con la muerte de Gerard Etienne. Como bien ha dicho, habria resultado mas interesante que hubieran sido los Etienne quienes insistieran en dejar los archivos en paz. Sin embargo, creo que vamos a tener que echarles un vistazo a esos papeles.
– ?A todos, senor?
– Si es necesario, Kate, a todos.
43
A las nueve y media de la noche del domingo, Daniel y Robbins estaban en el ultimo piso de Innocent House revisando los archivos. Utilizaban la mesa y la silla del cuarto pequeno. El metodo que Daniel habia elegido consistia en ir siguiendo los estantes, retirar cualquier carpeta que pareciera ofrecer esperanzas y llevarsela al despachito de los archivos para examinarla mas a fondo. Se trataba de una tarea desalentadora, puesto que ninguno de ellos sabia que estaba buscando; Daniel habia calculado que entre los dos tardarian varias semanas en concluir el trabajo, pero de hecho avanzaban mas deprisa de lo que se imaginaba. Si la corazonada de su jefe era correcta y habia documentos que podian arrojar alguna luz sobre el asesinato de Etienne, por fuerza alguien debia de haberlos consultado en fecha relativamente reciente. Eso queria decir que las viejisimas carpetas del siglo xix, muchas de las cuales era patente que no habian sido tocadas en mas de cien anos, podian dejarse de lado con tranquilidad, al menos por el momento. No teman ningun problema de luz; las bombillas desnudas que colgaban del techo quedaban bastante cerca de las carpetas. Pero era un trabajo cansado, aburrido y sucio, y Daniel lo hacia sin esperanza.
Poco despues de las nueve y media decidio que ya estaba bien por un dia. Era muy consciente de su renuencia a volver al piso de Bayswater, una desgana tan intensa que casi cualquier alternativa se le antojaba preferible. Desde que Fenella se habia marchado a los Estados Unidos, Daniel pasaba el menor tiempo posible en su piso. Lo habian comprado entre los dos apenas dieciocho meses antes, y a las pocas semanas de vivir juntos se habia dado cuenta de que su compromiso de compartir una hipoteca y una vida en comun habia sido un error.
Ella le habia dicho:
– Naturalmente, querido, tendremos habitaciones separadas. Los dos necesitamos espacio para nuestra intimidad.
Mas tarde Daniel se preguntaria si en verdad habia oido esas palabras. No solo Fenella no necesitaba ninguna intimidad, sino que tampoco tenia intencion de respetar la de el, menos por un proposito deliberado, le parecia, que por una absoluta falta de comprension del significado de la palabra. Recordo demasiado tarde lo que hubiera debido ser una saludable leccion de la infancia. En una ocasion oyo que una amiga de su madre le decia a esta muy complacida: «En nuestra casa siempre hemos respetado los libros y la cultura», mientras su hijo de seis anos arrancaba sistematicamente las paginas del ejemplar de Daniel de
Su gregarismo compulsivo iba acompanado de una dejadez en las tareas domesticas que no ceso de