asombrar a Daniel durante sus dieciocho meses de convivencia y que este nunca pudo reconciliar con la minuciosa atencion que Fenella concedia a los menores detalles decorativos. La recordaba sosteniendo contra la pared de la sala tres grabados pequenos, montados verticalmente sobre una cinta ancha con un lazo en lo alto.

– ?Te parece bien aqui, carino, o quedaria mejor cinco centimetros mas a la izquierda? ?Tu que dices?

A el apenas podia importarle, teniendo como tenian una cocina con el fregadero lleno de platos por lavar, un cuarto de bano que para abrirlo habia que empujar la puerta contra el peso de un monton de toallas sucias y malolientes, las camas sin hacer y la ropa desperdigada por el dormitorio. Esta negligencia hacia los quehaceres domesticos se combinaba en Fenella con una necesidad compulsiva de ducharse y lavar su ropa. El piso resonaba constantemente con los traqueteos y chirridos de la lavadora y el siseo de la ducha.

Daniel recordo como le habia anunciado el fin de su relacion.

– Carino, Terry quiere que vaya a Nueva York a vivir con el. El jueves que viene, en realidad. Me ha enviado un pasaje en primera. He creido que no te importaria. Ultimamente no nos estabamos divirtiendo mucho juntos, ?verdad? ?No crees que en nuestra relacion ha desaparecido algo fundamental? Se ha perdido algo precioso que habia antes. ?No tienes la sensacion de que algo se ha agotado?

– ?Aparte de mis ahorros?

– Por favor, querido, no seas mezquino. No es propio de ti.

El le pregunto:

– ?Y tu trabajo? ?Como te las arreglaras para trabajar en Estados Unidos? No es facil conseguir una tarjeta de residencia.

– Oh, no me molestare en buscar trabajo, al menos de momento. Terry esta forrado. Dice que puedo entretenerme decorando su apartamento.

La separacion carecio de acritud. Era casi imposible, comprobo Daniel, enfadarse con ella, asi que acogio con resignacion, incluso con ironica diversion, el descubrimiento de que esa amabilidad iba acompanada de un sentido comercial mas agudo de lo que el imaginaba.

– Carino, creo que sera mejor que me compres mi parte del piso por la mitad de lo que nos costo, no la mitad de lo que vale ahora. Ha bajado muchisimo de precio; todos los pisos han bajado. Estoy segura de que podras conseguir una hipoteca mas elevada. Y si me pagas la mitad de lo que costaron los muebles, te los dejare todos. Has de tener algo donde sentarte, cielo.

Daniel no creyo que valiera la pena mencionar que casi todos los muebles los habia pagado -aunque no elegido- el, y que ninguno le gustaba. Luego se dio cuenta de que las mas valiosas de sus pequenas adquisiciones habian desaparecido con ella y era de suponer que para entonces se hallaban en Nueva York. La morralla quedo en el piso, y el carecia de tiempo y de ganas para deshacerse de ella. Fenella lo dejo con una hipoteca asfixiante, un piso lleno de muebles que no le gustaban, una escandalosa factura telefonica compuesta principalmente de llamadas a Nueva York y una minuta de abogado que solo podria pagar a plazos. Y lo mas irritante fue descubrir cuanto la echaba de menos, a veces.

En el rellano de la escalera situado ante la sala de los archivos habia tambien un pequeno cuarto de bano. Mientras Robbins se lavaba las manos para arrancarse la suciedad de decenios, Daniel, por impulso, telefoneo a la comisaria de Wapping. Kate ya se habia marchado. Espero, aunque menos de un segundo, y marco el numero de su casa.

Contesto enseguida, y el le pregunto:

– ?Que haces?

– Ordenando papeles. ?Y tu?

– Desordenando papeles. Todavia estoy en Innocent House. ?Quieres que vayamos a tomar algo?

Ella vacilo un par de segundos y respondio:

– ?Por que no? ?Donde te parece?

– El Town of Ramsgate. Nos viene bien a los dos. ?Quedamos alli dentro de veinte minutos?

44

Kate aparco el coche al pie de Wapping High Street, a unos cincuenta metros del Town of Ramsgate. Mientras se dirigia hacia el pub, Daniel surgio del callejon que conducia a las Antiguas Escaleras de Wapping.

– Estaba mirando el muelle de las Ejecuciones -le explico-. ?Crees que los piratas aun estaban vivos cuando los ataban a los postes durante la marea baja y los dejaban alli hasta que los hubieran cubierto tres mareas?

– Yo diria que no. Seguramente los ahorcaban antes. El sistema penal del siglo xviii era barbaro, pero no tanto.

Abrieron la puerta del local y se sumergieron en el centelleo multicolor y la jovialidad de un pub londinense en una noche de domingo. La estrecha taberna del siglo xvii estaba abarrotada, de modo que Daniel tuvo que abrirse paso a codazos y empujones por entre la muchedumbre de parroquianos para obtener su pinta de Charrington’s Ale y media pinta para Kate. Una pareja dejo libres dos asientos en el extremo de la sala mas cercano a la puerta del jardin y Kate se apresuro a ocuparlos. Si Daniel la habia llamado principalmente para hablar, mas que para beber, aquel sitio era tan bueno como cualquier otro. En el pub reinaba el orden, pero el ruido era mucho. Sobre aquel fondo de voces animadas y subitos arranques de risas, podrian hablar con mas intimidad y llamar menos la atencion que si el bar estuviera vacio.

Kate advirtio que Daniel estaba de un humor extrano y se pregunto si, al llamarla, no habria buscado mas un contrincante para un encuentro de boxeo que una companera de bebida. Pero la llamada habia sido bien recibida. Alan no habia telefoneado y, con el piso ya casi en orden, la tentacion de llamar ella, de verlo una vez mas antes de que se fuera, empezaba a ser demasiado intensa para su gusto. Le alegro salir del piso y alejarse de la tentacion.

Seguramente a Daniel le habia agriado el humor la tarde de frustracion que habia pasado en los archivos. Al dia siguiente le tocaria el turno a ella y, probablemente, con las mismas expectativas de exito. Sin embargo, si el objeto que le habian arrancado a Etienne de la boca era en verdad una cinta, si el asesino habia tenido que explicarle a la victima por que la habia atraido hacia su muerte, era muy posible que el motivo yaciera en el pasado, incluso en un pasado remoto: una vieja maldad, un agravio imaginario, un peligro oculto. La decision de examinar los archivos podia ser una de las celebres corazonadas del jefe, pero, como todas sus corazonadas, tenia una base logica.

Con la mirada fija en su cerveza, Daniel pregunto:

– Trabajaste con John Massingham en el caso Berowne, ?verdad? ?Te gustaba?

– Era un buen policia, aunque no tanto como el se figuraba. No, no me gustaba. ?Por que?

El dejo la pregunta sin responder.

– A mi tampoco. Estuvimos juntos en la Division H, los dos como sargentos. Me llamaba «chico judio». Eso no tenia que llegar a mis oidos, naturalmente; sin duda le habria parecido una falta de tacto insultar a un companero cara a cara. Y debo reconocer que la frase completa era «nuestro ingenioso chico judio», pero no se por que me parece que no lo decia como un cumplido.

En vista de que ella no decia nada, prosiguio.

– Cuando Massingham utiliza la expresion «cuando triunfe», sabes que no se refiere a llegar a superintendente en jefe. Se refiere a heredar el titulo de su padre: lord Dungannon, jefe de policia. No le hara ningun dano. Llegara alli antes que cualquiera de los dos.

«Antes que yo, seguro», penso Kate. En su caso, la ambicion debia regirse por la realidad. Alguna mujer tenia que ser la primera en llegar a jefe de policia; podia ser ella, pero era una locura contar con eso. Probablemente habia ingresado en el cuerpo con diez anos de antelacion.

– Lo conseguiras, si de veras lo deseas -le aseguro.

– Quiza. No es facil ser judio.

Kate hubiera podido replicar que tampoco era facil ser mujer en el mundo machista de la policia, pero se trataba de una queja habitual y no tenia ninguna intencion de lloriquear ante Daniel.

– No es facil ser una hija ilegitima.

– ?Lo eres? Creia que ahora estaba de moda.

– No las ilegitimas como yo. Y lo mismo les ocurre a los judios; tienen prestigio, al menos.

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