– No piensas con claridad, Daniel. Es toda esa historia sobre el agua del bano lo que deja a Frances Peverell a salvo. Si estaban los dos de acuerdo, ?por que habian de inventarse una complicada historia de baneras, agua corriente y ocho minutos? ?Por que no se limito a decir que estuvo esperando su taxi, que estaba preocupada porque tardaba en regresar y que, cuando lo vio llegar, lo hizo subir al piso de ella y lo tuvo alli toda la noche? Hay una habitacion libre, ?verdad? A fin y al cabo, se trata de un asesinato; no creo que le preocupara demasiado la posibilidad de dar lugar a habladurias.
– Podriamos demostrar que el no durmio en esa cama. Si Frances Peverell nos hubiera contado esa historia, habriamos llamado a los forenses. No se puede dormir toda la noche en una cama sin dejar algun indicio, ya sean cabellos o sudor.
– Bien, pues yo creo que ella nos ha dicho la verdad. Esa coartada es demasiado enrevesada para no ser autentica.
– Eso es probablemente lo que nos querian hacer creer. Dios mio, este asesino es inteligente. Es inteligente y tiene suerte. Piensa por un momento en Sonia Clements. Se mato en esa habitacion. ?Por que no pudo desgastar ella el cordon de la ventana y obstruir el canon de la chimenea?
Kate respondio:
– Mira, Daniel, el jefe y yo lo hemos estado comprobando esta manana, hasta donde hemos podido, al menos. Su hermana afirma que Sonia Clements no tenia aptitudes mecanicas. Ademas, ?por que habia de manipular la estufa? ?Con la esperanza de que alguien, varias semanas mas tarde, la encendiera misteriosamente, atrajera a Etienne a esa habitacion y lo encerrase para que se intoxicara con el monoxido de carbono?
– Claro que no. Pero quizas habia pensado suicidarse asi, de modo que pareciera un accidente, para no perjudicar a la Peverell Press. Quiza pensaba hacerlo desde que murio el senor Peverell. Luego, cuando Gerard Etienne la despidio de un modo tan inhumano…
– Si fue inhumano.
– Supongamos que lo fue. Despues de eso, ya no le importaba que la empresa saliera perjudicada o no; probablemente queria perjudicarla o, al menos, perjudicar a Etienne. Asi que ya no se molesto en hacer pasar su muerte por un accidente: se mato de un modo mas agradable, con pastillas y vino, y dejo una nota de suicidio. Escucha, Kate, esto me gusta. Tiene una especie de logica demencial.
– Mas demencial que logica. ?Como podia saber el asesino que Clements habia manipulado el gas? No es probable que se lo dijera ella. Lo unico que has conseguido es que la teoria de la muerte accidental parezca mas verosimil. Tu teoria es un regalo para la defensa. Ya me imagino al abogado defensor sacandole todo el jugo: «Senoras y caballeros del jurado, Sonia Clements tuvo tanta ocasion de manipular la estufa de gas como mi defendido, y Sonia Clements esta muerta.»
– Muy bien -dijo Daniel-. Seamos optimistas. Lo atraparemos y, entonces, ?que le ocurrira? Diez anos de carcel si tiene mala suerte, menos si sabe comportarse.
– ?Querrias que le echaran una soga al cuello?
– No. ?Y tu?
– No, no querria que volvieramos al ahorcamiento. Pero no se si mi postura es demasiado racional; de hecho, ni siquiera se si es honesta. En mi opinion, la pena de muerte es un factor disuasivo, de modo que lo que vengo a decir es que estoy dispuesta a aceptar que personas inocentes corran un riesgo mayor de morir asesinadas, con tal de salvar mi conciencia diciendo que ya no ejecutamos a los asesinos.
Daniel le pregunto:
– ?Viste aquel programa de television la semana pasada?
– ?Aquel sobre el sistema correccional en Estados Unidos?
– Correccional. Buena palabra. Los internos quedaban bien corregidos, desde luego. Ejecutados con una inyeccion letal despues de sabe Dios cuantos anos en la galeria de la muerte.
– Si, lo vi. Se podria argumentar que tuvieron un fin puneteramente mas facil que sus victimas. Un fin mas facil que el que tiene la mayoria de los seres humanos, si a eso vamos.
– Asi pues, ?apruebas la muerte por venganza?
– Daniel, yo no he dicho eso. Es solo que no pude sentir demasiada compasion por ellos. Asesinaron en un Estado donde esta en vigor la pena de muerte, y luego parecian agraviados porque el Estado se proponia cumplir lo que estaba en sus leyes. Ninguno menciono a su victima. Ninguno pronuncio la palabra «arrepentimiento».
– Uno la pronuncio.
– Entonces debio de pasarme por alto.
– No fue lo unico que te paso por alto.
– ?Estas intentando pelearte conmigo?
– Solo intento averiguar lo que crees.
– Lo que yo crea es asunto mio.
– ?Incluso en cuestiones relacionadas con el trabajo?
– Sobre todo en cuestiones relacionadas con el trabajo. Ademas, esto no esta relacionado con el trabajo mas que indirectamente. El programa pretendia que me escandalizara. Reconozco que estaba bien hecho: el productor no se excedio; no se puede decir que fuera injusto. Pero al final daban un numero al que los espectadores podian llamar para expresar su indignacion. Lo unico que digo es que no senti la indignacion que ellos obviamente pretendian provocar. Ademas, no me gustan los programas de television que intentan decirme que debo sentir.
– En tal caso, tendras que dejar de mirar documentales.
Una lancha de la policia, esbelta y veloz, paso navegando rio arriba, el foco de proa peinando la oscuridad, la estela, una blanca cola de espuma. Casi enseguida desaparecio, y la superficie alborotada se asento en una suave calma ondulante, sobre la cual las luces reflejadas de los pubs del rio arrojaban refulgentes charcos de plata. Pequenos grumos de espuma surgieron flotando de la oscuridad para deshacerse contra la pared del rio. Se hizo un silencio. Estaban los dos de pie, a medio metro de distancia, contemplando el rio. De pronto, se volvieron simultaneamente y sus miradas se encontraron. Kate no podia ver la expresion de Daniel a la luz de la unica lampara de pared, pero percibio su fuerza y oyo que se le aceleraba la respiracion. Y en aquel momento experimento una descarga de anhelo fisico tan poderosa que tuvo que extender la mano y apoyarse en la pared para no arrojarse en sus brazos.
– Kate -dijo Daniel, haciendo un gesto rapido hacia ella. Pero la joven se habia dado cuenta de lo que iba a suceder y se aparto a un lado con igual rapidez-. ?Que ocurre, Kate? -le pregunto con suavidad. Luego, con voz sardonica, anadio-: ?Al jefe no le gustaria?
– No organizo mi vida privada segun las preferencias del jefe.
Daniel no la toco. Habria resultado mas facil, penso ella, si lo hubiera hecho.
– Veras -le explico-, he perdido a un hombre al que amaba por culpa del trabajo. ?Por que habria de complicarmelo por uno al que no amo?
– ?Crees que lo complicaria, tu trabajo o el mio?
– Oh, Daniel, ?no es lo que ocurre siempre?
El comento, en un tono algo burlon:
– Me dijiste que debia aprender a aficionarme a las mujeres inteligentes.
– Pero no me ofreci a formar parte del aprendizaje.
Daniel dejo escapar una risa contenida que rompio la tension. En aquel momento a Kate le gusto enormemente, en gran medida porque, a diferencia de la mayoria de los hombres, era capaz de aceptar el rechazo sin rencor. Pero ?por que no? Ninguno de los dos podia fingirse enamorado. Ella penso: «Los dos somos vulnerables, los dos estamos un poco solos, pero esta no es la solucion.»
Mientras se volvian para regresar al interior del pub, el le pregunto:
– Si ahora estuvieras con el jefe y te pidiera que fueras con el a su casa, ?irias?
Kate reflexiono unos segundos y llego a la conclusion de que merecia una respuesta sincera.
– Seguramente. Si, iria.
– ?Y eso seria amor o sexo?
– Ninguna de las dos cosas -contesto-. Llamalo curiosidad.