– Necesitaremos muestras de cabello de todas las personas que estaban en el seminario el sabado por la noche. Supongo que no opondra reparos, ?verdad?
– No si la vejacion se hace extensiva a todos los demas sospechosos. No es un procedimiento que requiera anestesia general.
De nada servia prolongar el interrogatorio. Cumplidos los formulismos para terminar una entrevista, Kate apago la grabadora.
– Si quieren pelos, sera mejor que vayan a buscarlos de inmediato -dijo Gregory-. Me propongo empezar a trabajar y preferiria que no me interrumpieran.
Dicho esto, se perdio en la oscuridad.
– Que tomen las muestras de cabello esta misma noche -ordeno Dalgliesh-. Luego viajare a Londres. Quiero estar en el laboratorio cuando examinen la capa. Si le conceden prioridad, recibiremos los resultados dentro de un par de dias. Ustedes dos y Robbins se quedaran aqui. Pedire permiso al padre Sebastian para que ocupen esta casa. Si no hay camas libres, seguramente les enviara sacos de dormir o colchones. Gregory ha de permanecer vigilado las veinticuatro horas del dia.
– ?Y si no sacamos nada en limpio de la capa? -quiso saber Kate-. Los demas indicios son circunstanciales. Si no conseguimos una prueba forense, no podremos llevarlo a juicio.
Se habia limitado a constatar lo evidente, por lo que ni Piers ni Dalgliesh respondieron.
14
Envida de su hermana, el padre John solo aparecia en el comedor a la hora de la cena, donde se esperaba que todos estuvieran presentes para lo que el padre Sebastian a todas luces consideraba una unificadora celebracion de la vida comunitaria. No obstante, ese martes entro de improviso en la sala a la hora del te. La ultima muerte no habia suscitado una reunion ceremonial de todos los miembros del seminario; el padre Sebastian habia comunicado la noticia discretamente y por separado a cada uno de los sacerdotes y estudiantes. Los cuatro seminaristas ya habian expresado sus condolencias al padre John y ahora demostraban su apoyo llenandole la taza y sirviendole en rapida sucesion bocadillos, bollos y trozos de pastel. Sentado cerca de la puerta, ese hombrecillo callado y desmejorado respondia siempre con amabilidad y de vez en cuando esbozaba una sonrisa. Despues de la merienda Emma le sugirio que era hora de revisar el armario de la senorita Betterton, asi que subieron al apartamento juntos.
Emma le habia pedido a la senora Pilbeam dos bolsas de plastico grandes, una para objetos que donarian a la beneficencia y otra para la ropa que iria a parar a la basura. Sin embargo, las grandes bolsas negras que le facilitaron ofrecian un aspecto tan inquietantemente inapropiado para cualquier cosa que no fuese basura que decidio hacer una clasificacion preliminar del contenido del armario y luego empaquetar y retirar las prendas cuando el padre John no estuviera presente.
Lo dejo sentado en el salon, junto a las azules llamas de la estufa de gas, y entro en el dormitorio de la senorita Betterton. La lampara que colgaba del centro del techo, con su anticuada y polvorienta pantalla, irradiaba una luz insuficiente, pero en la mesilla de noche, junto a la cama con respaldo de hierro, habia un flexo con una bombilla mas potente, y cuando lo dirigio al centro de la habitacion veia lo bastante para empezar con su tarea. A la derecha de la cama habia una silla y una comoda de frente curvo. Un gigantesco armario de caoba, decorado con volutas talladas, ocupaba el espacio comprendido entre las dos ventanas. Emma abrio la puerta y percibio un olor a humedad combinado con aromas a
La tarea de clasificar y desechar fue menos terrible de lo que habia previsto. La senorita Betterton habia comprado poca ropa en su solitaria vida, y resultaba dificil creer que hubiese adquirido algo nuevo en los ultimos diez anos. Emma saco un pesado abrigo de piel de almizclero, lleno de zonas raidas; dos trajes de
Emma experimento una subita repugnancia y una profunda compasion por la senorita Betterton al pensar que el inspector Tarrant y sus colegas habian estado hurgando entre esos tristes vestigios de una vida. ?Que esperaban encontrar? ?Una carta, un diario, una confesion? Los miembros de las congregaciones medievales, expuestos un domingo tras otro a las terribles imagenes de
En el ultimo cajon descubrio algo inesperado. Cuidadosamente envuelta en papel marron, habia una chaqueta del Cuerpo de Voluntarios con alas estampadas encima del bolsillo izquierdo, dos insignias circulares en las mangas y la cinta de una posible medalla al valor. Junto a ella habia una gorra aplastada. Tras apartar el abrigo de piel, deposito ambas cosas sobre la cama y las contemplo durante unos segundos con mudo asombro.
Encontro las joyas en el cajon superior izquierdo de la comoda, en el interior de una pequena caja forrada en piel. No habia gran cosa; los broches de camafeo, las pesadas cadenas de oro y los largos collares de perlas parecian reliquias familiares. Era dificil calcular su valor, aunque algunas piedras parecian autenticas, y Emma se pregunto cual seria la mejor manera de cumplir con la peticion del padre John. Tal vez, deberia llevar todas las alhajas a Cambridge a que las tasara un joyero de la ciudad. Entretanto, su responsabilidad consistia en ponerlas a buen recaudo.
La caja tenia un fondo falso, y al levantarlo encontro un pequeno sobre amarilleado por el tiempo. Lo abrio y extrajo un anillo. Era de oro, con piedras pequenas y elegantemente engarzadas: un rubi central rodeado de diamantes. Movida por un impulso, se lo puso en el anular de la mano izquierda y entonces se percato de que se trataba de un anillo de compromiso. Si la senorita Betterton lo habia recibido de manos del aviador, este debia de haber muerto, ?de que otra forma iba a llegar el uniforme a su poder? De repente vio la vivida imagen de un avion, un Spitfire o un Hurricane, que perdia el control y trazaba una larga estela de fuego en el cielo antes de caer en las aguas del canal. ?O habria sido el piloto de un bombardero y tras ser derribado por el enemigo se habia reunido con sus victimas? ?Agatha Betterton y el habian sido amantes?
Se pregunto por que costaba tanto creer que los viejos habian sido jovenes, que habian rebosado toda la fuerza y la belleza animal de la juventud, que habian amado y sido amados, que alguna vez habian reido, pictoricos del irreflexivo optimismo de la adolescencia. Rememoro el aspecto de la senorita Betterton en las pocas ocasiones en que la habia visto: andando por el camino del acantilado con un gorro de lana en la cabeza y la barbilla en alto, como si se encarase con un enemigo mas implacable y feroz que el viento; cruzandose con Emma en la escalera y saludandola con una breve inclinacion de cabeza o dirigiendole una mirada embarazosamente inquisitiva con sus negros ojos. Raphael la habia apreciado y habia pasado mucho tiempo con ella. Sin embargo, ?lo habia hecho inducido por un afecto sincero o porque se sentia obligado? Y si el anillo era de compromiso, ?por que habia dejado de usarlo? Tal vez eso fuese facil de entender. Representaba algo que habia terminado y debia arrinconarse, tal como habia hecho con el uniforme. No habia querido enfrentarse cada manana a un simbolo que habia sobrevivido a quien lo habia entregado y que la sobreviviria a ella, ni hacer publicos su dolor y su perdida con cada ademan de la mano. Le acudio a la mente el topico de que los muertos viven en la memoria de los vivos, ?podia el recuerdo sustituir una voz amada y unos fuertes brazos que estrecharan el cuerpo? ?No era el tema principal de casi toda la poesia del mundo la certeza de que la carroza alada del tiempo llevaba punales en las ruedas?
Sono un golpe en la puerta y esta se abrio. Emma se volvio y vio a la inspectora Miskin. Por un instante se limitaron a mirarse, y Emma no percibio simpatia en los ojos de la otra mujer.
– El padre John me ha indicado que la encontraria aqui -dijo esta por fin-. El comisario Dalgliesh me ha pedido que hablase con todo el mundo. El ha regresado a Londres y yo me quedare aqui con el inspector Tarrant y el sargento Robbins. Ahora que han instalado cerraduras de seguridad en los apartamentos de huespedes, es importante que cierre bien la puerta por las noches. Vendre al seminario despues de las completas y la