de admitir el fracaso, dado que todas las demas alternativas parecian peores. Y entonces llego Peter.

Hacia poco mas de un ano de su ingreso en Toynton Grange. Era una victima de la polio, un muchacho de diecisiete anos, hijo unico de la viuda de un transportista de la industrial region central de Inglaterra que hizo tres visitas preparatorias de inspeccion oficiosa y mal informada antes de calcular si podia permitirse aceptar la vacante. Henry sospechaba que, asustada por la soledad y la degradada posicion de los primeros meses de viudez, buscaba ya un segundo marido y empezaba a darse cuenta de que un hijo de diecisiete anos confinado a una silla de ruedas constituia un obstaculo para la cuidadosa evaluacion que harian de ella los posibles candidatos teniendo en cuenta el dinero de su difunto esposo y su propia avejentada y desesperada sexualidad. Al escuchar su torrente de intimidades obstetricas y maritales, Henry constato una vez mas que los impedidos eran tratados como una raza aparte. No representaban amenaza alguna, ni sexual ni de cualquier otro tipo, y no ofrecian competencia. Como compania, tenian la ventaja de los animales: delante de ellos se podia decir literalmente cualquier cosa sin avergonzarse.

Asi pues, Dolores Bonnington expreso su satisfaccion y, al poco tiempo, llego Peter. El muchacho le causo al principio una pobre impresion, pero luego fue apreciando gradualmente su capacidad mental. Peter se habia criado en casa con la ayuda de enfermeras y, cuando su salud lo permitia, lo acompanaban al colegio publico local. Alli habia tenido mala suerte. Nadie, y menos su madre, habia descubierto su inteligencia. Henry Carwardine dudaba de la capacidad de esta para reconocerla, pero estaba menos dispuesto a exculpar al colegio. Incluso teniendo en cuenta el problema que representaban las clases demasiado numerosas y la falta de personal, inevitables dificultades logisticas de una enorme escuela publica urbana, algun miembro del claustro de aquel indisciplinado y mal equipado jardin zoologico deberia haber reconocido a un nino estudioso, pensaba con ira. Fue Henry quien concibio la idea de proporcionarle a Peter la educacion de la que le habian privado, de que con el tiempo podia ingresar en una universidad y ganarse la vida.

Para sorpresa de Henry, preparar a Peter para los examenes de revalida se convirtio en una preocupacion general, en la conciencia de unidad y comunidad de Toynton Grange que ninguno de los experimentos de Wilfred habia logrado crear. Incluso Victor Holroyd participo.

– Parece que ese chico no es tonto. Por supuesto, carece casi por completo de instruccion. Los profesores estarian los pobres demasiado ocupados ensenando relaciones raciales, educacion sexual y otros anadidos contemporaneos al programa de estudios, ademas de evitar que los barbaros destruyeran el colegio, para que les quedara tiempo para dedicar a alguien con inteligencia.

– Tendria que dar matematicas y una asignatura de ciencias como minimo, Victor. Si usted pudiera ayudarlo…

– ?Sin laboratorio?

– Tenemos el consultorio. Si pudiera arreglarse con eso, despues de superar el examen ya no tendria que dar mas ciencias.

– Claro que no. Soy consciente de que mis disciplinas solo se incluyen para crear una ilusion de equilibrio academico. Pero habria que ensenar al chico a pensar cientificamente. Conozco a los proveedores, seguramente podria arreglar algo.

– Lo pagare yo, claro.

– Desde luego. Yo no podria, pero soy de los que cree que la gente ha de pagarse sus propios caprichos.

– Y es posible que a Jennie y Ursula tambien les interese.

A Henry le sorprendio verse a si mismo proponiendolo. El afecto - todavia no habia llegado a usar la palabra amor- lo habia vuelto amable.

– ?Por Dios! No pienso abrir una guarderia. Pero me ocupare de instruir al chico en matematicas y ciencias.

Holroyd daba tres sesiones semanales de una hora exacta y no cabia duda sobre la calidad de sus clases.

Al padre de Baddeley le convencieron para que le ensenara latin. El propio Henry se hizo cargo de la literatura y la historia inglesa, asi como de la supervision general. Descubrio que Grace Willison era la que mejor hablaba frances de Toynton Grange y, tras cierta reticencia, esta accedio a dar dos sesiones de conversacion a la semana. Wilfred observaba los preparativos con indulgencia, sin participar activamente pero sin poner tampoco objeciones. De pronto, todo el mundo estaba ocupado y contento.

El propio Peter se mostraba mas resignado que entusiasmado. Pero demostro ser infatigable, en cierta medida divertido, quiza por el entusiasmo de ellos, pero capaz de mantener una concentracion prolongada, que es el distintivo de un estudioso. Les resultaba casi imposible encargarle mas trabajo del que podia hacer. Era agradecido y docil pero distante. A veces, Henry, mirando el sosegado rostro afeminado, tenia la aterradora sensacion de que los maestros eran todos chicos de diecisiete anos y el muchacho el unico depositario del triste cinismo de la madurez.

Henry sabia que nunca olvidaria el momento en que reconocio, por fin y con alegria, el amor. Era un dia calido de principios de primavera. ?De verdad solo hacia de ello seis meses? Estaban sentados en el mismo sitio que el ocupaba ahora bajo el sol del mediodia, con los libros en el regazo, dispuestos para empezar la clase de historia de las dos y media. Peter llevaba una camisa de manga corta y el se habia arremangado la suya para percibir como los primeros rayos calidos del sol le hacian cosquillas en el vello del brazo. Permanecian en silencio igual que el ahora. Y entonces, sin volverse a mirarlo, Peter coloco la suave piel de la parte interior del antebrazo contra la de Henry y, deliberadamente, como si cada movimiento formara parte de un ritual, de una afirmacion, entrelazaron los dedos y sus palmas quedaron unidas carne con carne. Los nervios y la sangre de Henry recordaban ese momento y lo recordarian hasta la muerte. El sobresalto de extasis, el repentino acceso de alegria, un ramalazo de felicidad en estado puro que, pese a la excitacion de la novedad, estaba ya paradojicamente enraizada en la realidad y la paz. En ese momento parecia que todo lo que le habia ocurrido en la vida, su trabajo, su enfermedad, su ingreso en Toynton Grange, lo habia conducido inevitablemente a aquella paz, a aquel amor. Todo -el exito, el fracaso, el dolor, la frustracion- lo habia conducido a ello y quedaba por ello justificado. Nunca habia sido tan consciente del cuerpo de otro, de los latidos del pulso en la fina muneca, del laberinto de venas azules que descansaban contra las suyas, la sangre que fluia en armonia con su propia sangre, la piel delicada increiblemente suave del brazo, los huesos de los infantiles dedos que descansaban confiados entre los suyos. Ante la intimidad de este primer contacto, todas las anteriores aventuras de la carne quedaban ensombrecidas. Y asi permanecieron en silencio, durante un tiempo sin medida, insondable, antes de volver la cabeza para mirarse, al principio gravemente, pero luego sonriendo, a los ojos.

Ahora se preguntaba como era posible que hubiera subestimado tanto a Wilfred. Felizmente seguro en la confianza del amor reconocido y correspondido, trato las indirectas y recriminaciones de Wilfred -cuando penetraron su conciencia- con compasivo desden, sin considerarlas mas reales o amenazadoras que los lamentos de un maestro timido e ineficaz que previene obsesivamente a sus pupilos sobre el vicio contrario a la naturaleza.

– Es muy amable por su parte dedicarle tanto tiempo a Peter, pera debemos recordar que en Toynton Grange somos una familia. Otras personas agradecerian tambien un poco de atencion. No es considerado ni conveniente demostrar una preferencia demasiado marcada hacia una sola persona. Creo que Ursula, Jennie y a veces incluso el pobre Georgie se sienten abandonados.

Henry apenas lo oia, y ciertamente no se molestaba en responder.

– Henry, me ha dicho Dot que ahora cierra usted con llave la puerta de su habitacion cuando le da clase a Peter. Preferiria que no lo hiciera. Tenemos por norma que las puertas nunca se cierren con llave. Si uno de ustedes necesitara atencion medica urgente podria ser muy peligroso.

Henry continuo echando la llave a la puerta y llevandola siempre encima. Era como si Peter y el fueran los unicos habitantes de Toynton Grange. Mientras estaba en la cama, de noche, comenzo a hacer planes y sonar, al principio vacilante y luego con la euforia de la esperanza. Habia abandonado demasiado pronto y con demasiada facilidad. Todavia tenia cierto futuro ante el. La madre del chico apenas lo iba a ver y casi nunca le escribia. ?Por que no iban a poder abandonar Toynton Grange para vivir juntos? El disponia de su pension y de cierto capital. Podria comprar una casita, quizas en Oxford o Cambridge, y acondicionarla para las sillas de ruedas. Cuando Peter asistiera a la universidad necesitaria un hogar. Hizo calculos, escribio al director de su banco e ideo la manera de presentarle la idea a Peter en su logica y belleza

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