familia, eran ellos los que debian afrontar los problemas.
Collinsby se volvio hacia ella casi, parecia, con alivio.
– Esto es lo que me digo ahora a mi mismo. Pero no estoy seguro de creermelo. Aquella no era una casa comoda para mi ni para ninguno de ellos. Si no hubiera sido por Lucy, habria buscado otro alojamiento. Por ella me quede hasta el final del curso. Tras sacar el titulo de profesor decidi hacer el viaje planeado. No habia estado nunca en el extranjero, salvo un viaje escolar a Paris, y primero fui a los lugares obvios: Roma, Madrid, Viena, Siena, Verona, y luego a la India y Sri Lanka. Al principio mandaba postales a Lucy, a veces dos a la semana.
– Es probable que Lucy nunca recibiese sus postales -dijo Dalgliesh-. Pensamos que Shirley las intercepto. Las hemos encontrado cortadas por la mitad y enterradas junto a una de las Piedras de Cheverell.
No explico que eran las piedras. Pero claro, penso Kate, no hacia ninguna falta.
– Al cabo de un tiempo deje de enviarlas, pensando que Lucy me habia olvidado o estaba ocupada con su vida escolar, que yo habia sido una influencia importante durante un tiempo, pero no de caracter duradero. Y lo tremendo es eso: en cierto modo me sentia mas tranquilo. Tenia un porvenir profesional que forjarme, y acaso Lucy hubiera sido no solo una alegria sino tambien una responsabilidad. Y yo buscaba un amor adulto… ?no nos pasa a todos en la juventud? Me entere del asesinato estando en Sri Lanka. Durante unos momentos me senti fisicamente enfermo por el horror y la conmocion y, logicamente, apenado por la nina que habia amado. Pero mas adelante, cuando recordaba ese ano con Lucy, era como un sueno, y el pesar una dispersa tristeza por todos los ninos maltratados y asesinados y por la muerte de la inocencia. Quiza porque ahora yo tenia un hijo. No escribi a la madre ni a la abuela para darles el pesame. Nunca mencione a nadie que yo conocia a la familia. No sentia absolutamente ninguna responsabilidad por su muerte. No tenia ninguna. Si me avergonzaba y lamentaba no haber intentado seguir en contacto, pero esto ya paso. Cuando regrese a casa, ni siquiera la policia vino para interrogarme. ?Por que iban a hacerlo? Shirley habia confesado, y las pruebas eran abrumadoras. La unica explicacion que llego a darse fue que habia matado a su hermana por ser demasiado bonita.
Hubo un silencio momentaneo. Luego hablo Dalgliesh.
– ?Cuando se puso Shirley Beale en contacto con usted?
– El 30 de noviembre recibi una carta suya. Al parecer habia visto un programa de television sobre ensenanza secundaria en el que salia yo. Me reconocio y anoto el nombre de la escuela donde trabajaba… donde trabajo aun. La carta decia tan solo que me recordaba, que aun me amaba y que necesitaba verme. Propuso que nos vieramos. Me dijo que estaba trabajando en la Mansion Cheverell y me explico como llegar alli. Aquello me dejo horrorizado. No comprendi que queria decir con que «aun me amaba». Ella nunca me habia amado ni habia mostrado la menor senal de afecto hacia mi. Ni yo hacia ella. Reaccione de forma debil y poco sensata. Queme la carta y trate de olvidarme del asunto. Fue inutil, desde luego. Diez dias despues, ella volvio a escribir. Esta vez era una amenaza. Dijo que debia verme, y que, si no iba, alguien le contaria al mundo que yo la habia rechazado. Aun no se cual habria sido la respuesta adecuada. Seguramente decirselo a mi esposa, incluso informar a la policia. Pero ?podia hacerles creer la verdad sobre mi verdadera relacion con Lucy o con Shirley? Decidi que lo mejor, al menos al principio, seria verla e intentar quitarle de la cabeza sus falsas ilusiones. Me habia dicho que me esperaria a medianoche en un aparcamiento situado al lado de la carretera que pasa junto a las Piedras de Cheverell. Incluso me mando un pequeno mapa, dibujado con esmero. La carta terminaba asi: «Es maravilloso haberte encontrado. No debemos separarnos nunca mas.»
– ?Conserva la carta? -dijo Dalgliesh.
– No. En esto tambien me comporte como un estupido. La lleve conmigo a Stoke Cheverell y cuando llegue al aparcamiento, la queme con el encendedor del coche. Supongo que desde que llego la primera carta me negue a ver la realidad.
– ?Y se vieron?
– Si, nos vimos, y en las piedras, tal como ella habia dispuesto. No la toque ni siquiera para estrecharle la mano, aunque a ella no parecio sorprenderle. Me repugnaba. Propuse que volvieramos al coche, donde estariamos mas comodos, y nos sentamos uno al lado del otro. Me dijo que me habia amado incluso cuando yo estaba encaprichado con Lucy…, esa es la palabra que utilizo. Habia matado a Lucy porque estaba celosa, pero ya habia cumplido su condena. Eso significaba que era libre para amarme. Queria casarse conmigo y ser la madre de mis hijos. Todo lo dijo con mucha calma, casi sin emocion aunque con una voluntad tremenda. Con la vista fija al frente, creo que mientras hablaba ni me miro. Explique con todo el tacto posible que estaba casado, que tenia un hijo, y que entre nosotros nunca podria haber nada. No le ofreci ni siquiera mi amistad, a quien se le ocurre. Mi unico deseo era no volver a verla nunca mas. Aquello era inaudito, un horror. Cuando le dije que estaba casado replico que esto no impediria que estuvieramos juntos. Yo podia divorciarme. Tendriamos hijos propios y ella cuidaria de mi otro hijo.
Mientras hablaba, Collinsby habia permanecido con la vista baja, las manos agarradas a la mesa. Ahora alzo la cara hacia Dalgliesh, y este y Kate vieron el pavor y la desesperacion en sus ojos.
– ?Cuidar de mi hijo! La mera idea de tenerla en casa, cerca de mi familia, me horrorizaba. Supongo que volvio a fallarme la imaginacion. Debia haber percibido su necesidad, pero lo unico que senti fue miedo, el impulso de huir de ella, ganar tiempo. Lo hice mintiendo. Dije que hablaria con mi mujer pero que ella no debia albergar ninguna esperanza. Al menos deje esto claro. Luego dijo adios, tambien sin tocarme, y se fue. Me quede mirando mientras desaparecia en la oscuridad, siguiendo un puntito de luz.
– ?Entro usted en algun momento en la Mansion? -dijo Dalgliesh.
– No.
– ?Le pidio ella que entrara?
– No.
– Mientras estaba aparcado, ?vio u oyo a alguien?
– A nadie. Arranque momentos despues de que Shirley se apeara. No vi a nadie.
– Aquella noche fue asesinada una paciente de la Mansion.
?Shirley Beale le dijo algo que le indujera a usted a pensar que ella pudiera ser la responsable?
– Nada.
– La paciente se llamaba Rhoda Gradwyn. ?Shirley Beale cito este nombre, le hablo de ella, le conto algo de la Mansion?
– Nada, excepto que trabajaba alli.
– ?Era la primera vez que oia usted hablar de la Mansion?
– Si, la primera vez. En las noticias no han dicho nada, seguro, y desde luego no ha salido en los periodicos del domingo. No lo habria pasado por alto.
– Probablemente saldra manana por la manana. ?Ha hablado con su esposa sobre Shirley Beale?
– Todavia no. Creo que he estado negando la realidad, esperando, aun sin verdadera esperanza, no tener mas noticia de Shirley, haberla convencido de que juntos no teniamos ningun futuro. El conjunto del incidente era descabellado, absurdo, una pesadilla. Como ya sabe, pedi prestado el coche de Michael Curtis para el viaje y decidi que, si Shirley escribia otra vez, se lo confiaria a el. Tenia una necesidad desesperada de contarselo a alguien, y sabia que Michael seria prudente, comprensivo y sensato, y al menos me aconsejaria algo. Solo entonces hablaria yo con mi esposa. Me doy cuenta, naturalmente, de que si Shirley hiciera publico el pasado, arruinaria mi carrera.
Ahora volvio a hablar Kate.
– No si se aceptara la verdad, desde luego. Usted fue bondadoso y afectuoso con una nina evidentemente sola y necesitada. Tenia entonces solo veintidos anos. No podia saber de ninguna manera que su amistad con Lucy desembocaria en su muerte. Usted no es culpable de esa muerte. No lo es nadie salvo Shirley Beale. Ella tambien estaba sola y necesitada, pero usted no era responsable de su infelicidad.
– Si fui responsable. Indirectamente y sin mala intencion. Si Lucy no me hubiera conocido, ahora estaria viva.
– ?Esta seguro? Piense que habria podido surgir otro motivo de celos. -Ahora la voz de Kate era apremiante, imperiosa-. Sobre todo cuando hubieran llegado a la adolescencia y Lucy hubiera tenido novios, la atencion, el amor. Es imposible saber que habria pasado. No podemos responsabilizarnos moralmente de los resultados a largo plazo de nuestras acciones.
Se callo, tenia la cara colorada, y miro a Dalgliesh. El sabia lo que ella estaba pensando. Kate habia hablado movida por la compasion y la indignacion, pero al revelar estos sentimientos habia actuado de forma poco profesional. No hay que hacer creer a ningun sospechoso de asesinato que los agentes investigadores estan de su