antemano. Era mas baja que Kate, robusta, con una cara cuadrada de tez clara a la que prestaban fuerza la firmeza de la boca y la barbilla. El cabello castano oscuro, con mechones canos, mostraba un buen corte hecho en una peluqueria cara, como advirtio Kate. No acarreaba el habitual simbolo de la burocracia, un maletin, sino que llevaba un gran bolso de tela cerrado con un cordon y provisto de correas que se habia colgado en los hombros. Para Kate, todo en la mujer revelaba autoridad ejercida con seguridad y discrecion. Le recordaba a una de sus maestras de la escuela, la senora Butler, que habia transformado el temido cuarto curso en un grupo de seres que se comportaban de forma relativamente educada mediante el simple recurso de creer que, mientras estuviera presente, los ninos no podian portarse de otro modo.

Kate hizo las acostumbradas preguntas sobre el viaje. La senora Rayner dijo:

– Me ha tocado un asiento junto a la ventanilla sin ninos ni obsesos parloteando por sus moviles. El bocadillo de bacon del vagon restaurante estaba bueno y he disfrutado del panorama. Lo que yo llamaria un buen viaje.

Durante el trayecto no hablaron de Shirley, ahora Sharon, aunque la senora Rayner pregunto por la Mansion y las personas que trabajaban alli, quiza para ir poniendose al tanto. Kate supuso que estaba guardando los puntos esenciales para cuando estuviera con Dalgliesh; no tenia sentido decir las cosas dos veces, aparte de que podian producirse malentendidos.

En la Vieja Casa de la Policia, la senora Rayner, a quien Dalgliesh dio la bienvenida, declino el ofrecimiento de cafe y pidio te, que preparo Kate. Ya habia llegado Benton, y los cuatro se sentaron alrededor de la mesita frente a la chimenea. Dalgliesh, que tenia delante el dosier de Rhoda Gradwyn, explico sucintamente como el equipo habia averiguado la verdadera identidad de Sharon. Paso la carpeta a la senora Rayner, que examino la maltrecha cara de Lucy sin hacer comentarios. Al cabo de unos minutos la cerro y se la devolvio a Dalgliesh.

– Seria interesante indagar como consiguio Rhoda Gradwyn parte de este material -dijo-, pero como ha muerto no tiene demasiado sentido iniciar una investigacion. En todo caso, es algo que no me compete a mi. Desde luego no hemos tenido noticia de que se haya publicado nada sobre Sharon, aparte de que cuando era menor de edad habia una prohibicion legal.

– ?No le notifico su cambio de empleo y direccion? -pregunto Dalgliesh.

– No. Tenia que haberlo hecho, naturalmente, y yo debia haberme puesto en contacto antes con la residencia de ancianos. La ultima vez que nos vimos en una cita concertada, hace diez meses, aun trabajaba alli. Imagino que ya habia decidido irse. Su excusa probablemente sera que no vio la necesidad de decirmelo. Mi excusa, menos valida, es la habitual: demasiado trabajo y la reorganizacion que sigue a la division de responsabilidades del Ministerio del Interior. Hablando en plata, Sharon se nos escapo por un agujero de la red.

Escapo por un agujero de la red, penso Dalgliesh, seria un titulo perfecto para una novela contemporanea.

– ?No sentia una preocupacion especial por ella? -pregunto.

– Ninguna en el sentido de considerarla un peligro publico. La Comision de Libertad Condicional no la habria liberado si no hubiera estado convencida de que no suponia ningun peligro para si misma ni para los demas. Ni cuando estuvo en Moorfield House ni despues creo ningun problema. Si yo tuviera alguna preocupacion, y de hecho aun la tengo, seria la de encontrar un empleo satisfactorio y adecuado para ella, ayudarla a rehacer su vida. Siempre ha opuesto resistencia a seguir cursos de formacion. El trabajo en la residencia de ancianos no era una solucion a largo plazo. Deberia estar con gente de su edad. Pero bueno, no estoy aqui para hablar del futuro de Sharon. Comprendo que ella supone un problema para su investigacion. Vaya donde vaya, garantizaremos que este a su disposicion si desean interrogarla. ?Hasta ahora ha colaborado?

– Sharon no ha planteado ningun problema -dijo Dalgliesh-. De momento no tenemos un sospechoso claro.

– Bueno, como es logico no puede quedarse aqui. Me encargare de que pueda alojarse en un albergue juvenil hasta que dispongamos de algo mas permanente. Espero ser capaz de enviar a alguien a buscarla en un plazo de tres dias. Seguire en contacto con ustedes, por supuesto.

– ?Alguna vez ha mostrado remordimientos por lo que hizo? -pregunto Kate.

– No, y esto ha sido un contratiempo. Solo repite que no lo lamento en su momento y que no tiene sentido lamentarlo despues solo porque te han descubierto.

– En esto hay una cierta honestidad -dijo Dalgliesh-. ?La vemos ahora? Kate, ve a buscarla y traela, por favor.

Esperaron a que Kate regresara con Sharon. Cuando llegaron las dos, tras quince minutos, el motivo del retraso era palpable. Sharon habia querido tener buen aspecto. Su mono de trabajo habia sido sustituido por una falda y un jersey, se habia cepillado el pelo hasta dejarlo brillante y se habia pintado los labios. Y llevaba un inmenso pendiente dorado en cada oreja. Entro con aire agresivo pero tambien algo receloso, y se sento enfrente de Dalgliesh. La senora Rayner tomo asiento a su lado, una indicacion de donde estaba su preocupacion y su lealtad profesional, penso Kate, que se acomodo al lado de Dalgliesh. Benton, con la libreta abierta, se coloco cerca de la puerta.

Al entrar en la estancia, Sharon no habia mostrado ninguna sorpresa al ver a la senora Rayner. Ahora, fijos los ojos en ella, dijo sin resentimiento aparente:

– Sabia que vendria antes o despues.

– Sharon, habria venido antes si me hubieras comunicado tu cambio de empleo y la muerte de la senorita Gradwyn, como debias haber hecho, claro.

– Bueno, iba a hacerlo, pero ni en broma con los polis por toda la casa y vigilandome. Si me hubieran visto telefonear, habrian preguntado por que. En todo caso, la mataron el viernes por la noche, no hace tanto.

– Bien, el caso es que estoy aqui. Hay varias cosas de las que hemos de hablar en privado, pero primero el comandante Dalgliesh va a hacerte unas preguntas. Quiero que prometas responder la verdad y toda la verdad. Es importante, Sharon.

– Senorita Bateman -dijo Dalgliesh-, tiene usted derecho a pedir la presencia de un abogado si lo estima necesario.

Ella le clavo la mirada.

– ?Por que querria un abogado? No he hecho nada malo. De todos modos, esta aqui la senora Rayner. Ella vera que no hay gato encerrado. Ademas, ya se lo conte todo el sabado en la biblioteca.

– Todo no -dijo Dalgliesh-. Dijo usted que el viernes por la noche no habia salido de la Mansion. Sabemos que si lo hizo. Salio a encontrarse con alguien alrededor de la medianoche, y sabemos quien era. Hemos hablado con el senor Collinsby.

Y entonces se produjo un cambio. Sharon se levanto de un salto, luego se sento de nuevo y agarro el borde de la mesa. Tenia la cara colorada, y se le ensancharon los ojos enganosamente afables, que a Kate le parecio que se oscurecian y convertian en charcos de ira.

– ?No pueden echarle la culpa a Stephen! El no mato a esa mujer. No mataria a nadie. Es bueno y amable… ?y yo le quiero! Vamos a casarnos.

– Esto no es posible, Sharon -dijo la senora Rayner con voz suave-, y lo sabes. El senor Collinsby ya esta casado y tiene un hijo. Al pedirle que volviera a tu vida estabas representando una fantasia, un sueno. Ha llegado el momento de afrontar la realidad.

Sharon miro a Dalgliesh, que dijo:

– ?Como descubrio donde estaba el senor Collinsby?

– Lo vi en un programa de la tele. En mi habitacion, despues de cenar. Lo vi en cuanto la encendi. Por eso me quede mirando. Era un programa aburrido sobre educacion, pero vi a Stephen y oi su voz, y era el mismo, solo que mas viejo. En el programa se explicaba como habia cambiado su escuela, asi que apunte el nombre y le mande una carta. No me contesto a la primera, asi que le mande otra en que le decia que debiamos vernos. Era importante.

– ?Lo amenazo diciendole que o acudia a la cita o usted contaria que el se habia alojado con su familia y la habia conocido a usted y a su hermana? -pregunto Dalgliesh-. ?Le hizo dano a alguna de las dos?

– A Lucy no le hizo ningun dano. No es uno de esos pedofilos, si es lo que esta pensando. La amaba. Estaban los dos siempre leyendo juntos en la habitacion de el o saliendo por ahi. A ella le gustaba estar con el, pero no le interesaba. Solo le gustaba que la invitara. Y solo subia a la habitacion de Stephen porque eso era mejor que quedarse en la cocina conmigo y con la abuela. La abuela siempre estaba metiendose con nosotras. Lucy decia que con Stephen se aburria, pero a mi si me importaba el. Le amaba. Siempre le ame. Nunca pense que volveria

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