– Ya lo ve, es como un pueblo, ?no cree? Mas tarde o mas temprano, se acaba por ver a todo el mundo.

Massingham intervino con impaciencia:

– Ha mencionado usted a un senor Smith.

– Vive aqui, pero no podran verle. Por otra parte, tampoco podria decirles nada. Pero lo cierto es que ha ido a dar una vuelta.

– ?Una vuelta? ?Adonde?

– Que se yo. Con su bicicleta. Antiguamente, sus padres vivian en Hillgate Village. Aquello era un pueblecillo de mala muerte cuando vivia su abuelo, y ahora piden alli ciento sesenta mil libras por las casas. Creo que el senor Smith lleva sangre gitana. Se concentraron alli muchos gitanos, cuando echaron abajo el hipodromo. Siempre esta dando vueltas por ahi. Ahora le resulta mas facil, puesto que en el ferrocarril le dejan cargar la bicicleta sin pagar nada. Es una suerte para ustedes que no este aqui, pues no le cae muy bien la policia. Muchos de los companeros de ustedes lo detienen por nada, tan solo por dormir junto a un seto. Esto es lo malo de este pais, que se dediquen tanto a perseguir a gente decente. Y podria mencionarles otras cosas que no se nos permite decir.

Kate podia notar la ansiedad de Massingham para ir al grano, pero, como si tambien ella lo notara, la senora Minns dijo entonces:

– Debo decirles que tambien fue una gran impresion para mi. Aquella noche, lady Ursula me llamo poco antes de las nueve. Me dijo que era seguro que ustedes vendrian mas tarde o mas temprano.

– Por lo tanto ?fue la primera noticia que tuvo usted sobre la muerte de sir Paul, cuando su madre la llamo para prevenirla?

– ?Prevenirme? No me llamo para prevenirme. Yo no lo degolle, pobre senor. Ni se quien pudo hacerlo. Pero la senorita Matlock bien hubiera podido tomarse la molestia de telefonearme antes. Siempre hubiera sido mejor para mi que oirlo en las noticias de las seis. Me pregunte si habia de llamar a la casa, preguntarles si yo podia hacer algo, pero pense que ya estarian lo bastante abrumados por otras llamadas para que tambien lo hiciera yo. Sera mejor esperar, pense, hasta que alguien llame.

Massingham dijo:

– ?Y quien lo hizo fue lady Ursula, poco antes de las nueve?

– Eso es. Fue muy amable por su parte molestarse. Pero es que nosotras, lady Ursula y yo, siempre nos hemos llevado muy bien. Le llaman lady Ursula Berowne porque es la hija de un conde. Lady Berowne solo es la esposa de un baronet.

Massingham dijo con impaciencia:

– Si, ya lo sabemos.

– Bien, ustedes tal vez si, pero hay millones de personas que no lo saben, ni tampoco les importa. Sin embargo, es mejor que lo sepan si es que piensan ustedes rondar Campden Hill Square.

Massingham pregunto:

– ?Que noto en ella cuando la telefoneo?

– ?En lady Ursula? ?Que quieren que les diga? No se estaba riendo, desde luego, pero tampoco lloraba. No es cosa que ella suela hacer. Se mantenia tranquila, como siempre. Sin embargo, no me pudo decir gran cosa. ?Que ocurrio? ?Fue un suicidio?

– No podemos estar seguros, senora Minns, hasta que sepamos mas y tengamos los resultados de ciertas pruebas. Hemos de tratar el caso como una muerte sospechosa. ?Cuando vio usted por ultima vez a sir Paul?

– Poco antes de que se marchara el martes; creo que era alrededor de las diez y media. Yo estaba en la biblioteca. Habia ido a abrillantar la mesa escritorio y el se encontraba alli, sentado ante ella. Entonces le dije que iria despues, y el me dijo: «No, pase; senora Minns, en seguida me marcho».

– ?Que estaba haciendo?

– Como he dicho, estaba sentado ante su mesa. Tenia abierto su dietario.

Massingham pregunto secamente:

– ?Esta usted segura?

– Claro que estoy segura. Lo tenia abierto delante de el y lo estaba mirando.

– ?Como puede estar tan segura de que era su dietario?

– Mire, lo tenia abierto delante de el y pude ver que era un dietario. Tenia diferentes dias en la pagina, habia fechas y el habia escrito alli. ?Cree que no reconozco un dietario cuando lo veo? Despues, lo cerro y lo metio en el cajon de arriba a la derecha, donde suele guardarlo.

Massingham pregunto:

– ?Como sabe donde se guardaba usualmente?

– Mire, he trabajado en aquella casa nueve anos. Me tomo la senora cuando sir Hugo era baronet. Una llega a saber muchas cosas.

– ?Que mas se dijeron los dos entonces?

– No mucho. Yo le pedi si podia prestarme uno de sus libros.

– ?Prestarle uno de sus libros? -Massingham fruncio el ceno, sorprendido.

– Eso es. Lo habia visto en el estante de abajo cuando limpiaba el polvo, y me interesaba leerlo. Esta aqui, debajo del televisor, si le interesa. Una rosa crepuscular, de Millicent Gentle. Hacia anos que no veia un libro suyo.

Lo cogio y se lo entrego a Massingham. Era un libro poco grueso, todavia con su cubierta en la que aparecia un galan de cabellos negros e increiblemente apuesto, que sostenia entre sus brazos a una muchacha rubia, con un fondo de rosales. Massingham lo hojeo rapidamente y dijo con un tono de jocoso desprecio:

– No creo que fuera su lectura predilecta, diria yo. Se lo enviaria, supongo, alguna de sus votantes. Esta firmado por la autora. Me pregunto por que se molestaba en guardarlo.

La senora Minns contesto con sequedad:

– ?Y por que no habia de guardarlo? Millicent Gentle es una buena escritora. No es que haya escrito gran cosa ultimamente, pero a mi me gusta mucho una buena novela romantica. Siempre es mejor que esos horribles libros de asesinatos. Yo no puedo soportarlos. Por consiguiente, le pregunte si podia prestarmelo y me dijo que si.

Kate se apodero del libro y lo abrio. En la pagina de guarda habian escrito: «A Paul Berowne, con los mejores deseos de la autora». Y debajo estaba la firma, Millicent Gentle, y la fecha, el siete de agosto. Era la misma fecha en que Diana Travers se ahogo, pero al parecer Massingham no lo habia notado. Cerro el libro y dijo:

– Devolveremos este libro a Campden Hill Square, si ha terminado de leerlo, senora Minns.

– Como ustedes gusten. No pensaba quedarmelo si es eso lo que ustedes sospechaban.

Massingham pregunto:

– ?Y que mas ocurrio despues de decirle el que podia llevarse el libro?

– Me pregunto cuanto tiempo llevaba trabajando en Campden Hill Square. Le conteste que nueve anos. Entonces me dijo: «?Han sido buenos anos para usted?». Yo le dije que habian sido para mi tan buenos como para la mayoria de la gente.

Massingham sonrio y repuso:

– No creo que el se refiriese a eso.

– Se perfectamente a que se referia. Sin embargo, ?que esperaba que dijera yo? Hago mi trabajo y ellos me pagan cuatro libras por hora, que esta por encima de lo corriente, y tambien me pagan el taxi hasta mi casa si salgo despues de anochecer. No me quedaria si este empleo no me conviniera. Pero ?que esperan ellos a cambio de su dinero? ?Afecto? Si el queria que yo dijera que habia pasado los mejores anos de mi vida en Campden Hill Square, se quedo con las ganas. Ahora bien, todo era diferente cuando vivia la primera lady Berowne.

– ?Que quiere decir con eso de diferente?

– Pues eso, diferente. La casa parecia mas viva entonces. Me gustaba la primera lady Berowne. Era una senora muy agradable. No es que durase mucho, pobre criatura.

Kate pregunto:

– ?Por que siguio trabajando en el numero sesenta y dos, senora Minns?

La senora Minns volvio sus ojillos brillantes hacia Kate y se limito a contestar:

– Me gusta abrillantar los muebles.

Kate sospecho que a Massingham le tentaba preguntar que opinaba ella acerca de la segunda lady Berowne, pero en todo caso decidio mantenerse en la directriz principal del interrogatorio.

– ?Y que ocurrio despues? -inquirio.

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