tenia vinculos con la propia reina. Con toda probabilidad, vinculos de sangre. Podria usted imaginar que seria un sobrino, o un primo, o algo asi, no se decirle exactamente quien era, pero puedo asegurarle que se trataba de alguien allegado a la reina. -Alzo el dedo, como lo hacia cuando queria subrayar un punto importante-. Fijese bien, amigo. Este encuentro entre Colon y la reina, que se prolongo hasta la noche, solo se explica si ambos se conocian muy bien, tal vez habia entre ellos hasta complicidad. De otro modo, ?como entender tal reunion? Si Colon hubiese sido un humilde tejedor de seda extranjero, ?como entender que se hubiera encontrado con la reina? Y, mas importante aun, ?como entender que ella, la reina, quisiese recibirlo? ?Y como entender que ambos se quedaran conversando hasta la noche? ?Y como entender que el nuevo duque de Viseu, que era ni mas ni menos que el futuro rey don Manuel, hermano de la reina, estuviera presente en esa conversacion? -Hizo un gesto resignado-. La unica explicacion, estimado senor, es que aquel fue un reencuentro de familiares que hacia anos que no se veian. -Fijo sus ojos en Tomas, con actitud perentoria-. ?Tiene usted, por casualidad, otra explicacion?

El profesor lo escuchaba boquiabierto. Movio la cabeza con lentitud.

– No -admitio-. Ninguna explicacion tiene tanto sentido como esta.

– Colon fue esa noche del dia 11 a dormir a Alhandra -dijo el conde retomando el relato-. A la manana siguiente, aparecio un escudero del rey ofreciendose para, si Colon asi lo quisiese, llevarlo a Castilla por tierra, consiguiendole aposentos y animales para el viaje. Simpatico el rey, ?eh? -anadio guinandole el ojo-. Ayudando a Colon a llevar a Castilla el secreto del viaje hasta la India. Implicandose en su propia derrota. -Sacudio la cabeza, con una expresion esceptica-. Sea como fuere, Colon prefirio volver a la Nina y levo anclas desde Lisboa el dia 13.

– Miro a Tomas de nuevo-. ?Sabe decirme cual fue el destino siguiente de Colon?

– Bien, ahora se fue definitivamente a Castilla, ?no?

El conde se rio.

A Tomas se le desorbitaron los ojos una vez mas.

– No me dira que fue a visitar otro sitio mas en Portugal…

– Si, se lo dire: ?el hombre se fue a Faro!

Se rieron los dos. La historia del viaje de regreso de Colon se estaba volviendo ridicula.

– ?A Faro? -pregunto Tomas despues de las carcajadas-. ?Que fue a hacer a Faro?

– No lo se -respondio el conde, encogiendose de hombros-. ?Que yo sepa, en aquel momento aun no existia la marina de Vilamoura ni la Quinta do Lago! ?No habia forasteras ni discotecas! -Se rieron un poco mas y la chanza retumbo por la girola templaria-. Colon llego a Faro el dia 14 y se fue por la noche, tras pasar casi todo el dia alli. Nadie sabe que fue a hacer. Al ser un hidalgo portugues, no obstante, es natural que haya ido a visitar a alguna de sus relaciones. Solo eso explica esta nueva parada portuguesa. -Alzo las manos hacia el cielo, como quien dice «aleluya»-. Finalmente, el dia 15 llego a Castilla. -El conde se aliso el bigote-. Ahora, imaginese. Colon habia dejado a la tripulacion castellana ansiosa por regresar a casa. El mismo deberia estar inquieto por presentarse ante los Reyes Catolicos con el relato del gran descubrimiento de la India. Y, no obstante, he ahi que el hombre, algo inexplicable si fuese de verdad un tejedor de seda genoves, se puso a pasear por todo Portugal, de las Azores al Algarve, de Lisboa a Vila Franca de Xira, de la Azambuja a Alhandra, con toda la tranquilidad de este mundo, conversando con el rey y con la reina, visitando a uno y a otro, paseando de aqui para alla, hasta parecia que estaba de vacaciones el condenado. ?Este es el comportamiento normal de un almirante al servicio de Castilla en la tierra de su enemigo? -El conde esbozo una mueca esceptica-. No me lo parece. Colon no se comporto como un extranjero en tierra hostil, sino como un portugues en su casa, mostrandose incluso reacio a irse. Cristobal Colon, estimado senor, era un hidalgo portugues que presto un gran servicio a su pais al alejar a Castilla del camino de la India.

El historiador se paso la mano por la cara, masajeandose.

– Vale -acepto-. Pero digame una cosa: ?no le parecio todo esto muy extrano a la tripulacion castellana?

– Claro que si. -Senalo la cartera de Tomas-. Oiga, ?tiene usted ahi copias de las cartas de Colon?

– Copias de las…, pues…, -vacilo, buscando dentro del maletin-. Si, si, creo que tengo copias.

– ?Tiene aquella que escribio en 1500, durante su cautiverio, a dona Juana de la Torre?

Tomas saco un fajo de fotocopias, las hojeo con rapidez, localizo el documento mencionado y se lo extendio a Vilarigues.

– Aqui esta.

El conde recorrio con sus ojos el facsimile de la carta.

– Ahora preste atencion a esta frase: «Yo creo que se acordara vuestra merced, cuando la tormenta sin velas me echo en Lisbona, que fui acusado falsamente que avia yo ido alla al Rey para darle las Indias». -Miro a su interlocutor-. Es decir, a la tripulacion tambien le parecio todo este comportamiento muy extrano; desconfiaron sobre todo de las conversaciones entre Colon y don Juan II. Como es evidente, los tripulantes castellanos pensaron que el Almirante habia ido a ofrecer el descubrimiento al rey portugues, pero la verdad, como sabemos, era aun mas extraordinaria. Colon se habia convertido, desde 1488, en un agente del Principe Perfecto. La reunion de Lisboa, en 1493, no se produjo para que el descubridor le ofreciese America a don Juan II, sino mas bien para que ambos hiciesen balance de la situacion y planeasen la estrategia siguiente, la que conduciria al Tratado de Tordesillas.

– Bien -concluyo Tomas-. Independientemente de que haya detalles que pueden o no ser seguros, la verdad es que la historia encaja globalmente en ese relato. Quedan resueltos asi los misterios de Colon. Los indicios son fuertes y apuntan en ese sentido. Pero, digo yo, ?donde esta la prueba final? ?Donde se encuentra el documento que lo confirma todo?

– Usted no estara esperando que exista un documento que confirme que Colon era agente secreto portugues, ?no? Es facil comprender que la informacion era confidencial y, en consecuencia, no habia papeles que registrasen ese secreto.

– Es evidente que, siendo un agente secreto, la informacion se mantuvo tambien secreta, por lo que nunca encontraremos pruebas. Pero yo quiero pruebas de que Colon era portugues.

Vilarigues acaricio su perilla puntiaguda.

– Bien -exclamo-. No se si lo sabe, pero el antiguo presidente de la Real Sociedad de Geografia espanola, Beltran y Rozpide, revelo que existia la prueba en un archivo privado portugues…

– Si -interrumpio el historiador-. Ya lo se, esa historia la cuenta Armando Cortesao. Pero el hecho es que ese documento nunca se pudo encontrar, dado que Rozpide murio sin indicar donde queda ese archivo privado. Lo que significa que esta tesis aun carece de una prueba final.

El conde Vilarigues respiro hondo. Miro a su alrededor, como si observase los grandes arcos de la girola y la enorme mesa de piedra blanca del altar mayor en el centro, ademas del tambor central octogonal y al arranque de las bovedas; movio la cabeza hacia arriba y contemplo los grandes baldaquinos goticos en talla dorada que apuntaban hacia el vertice de la cupula, decorada con simbolos heraldicos de don Manuel y de la Orden Militar de Cristo, el esplendor templario alcanzaba aqui su maxima expresion. Volvio los ojos por fin hacia Tomas.

– ?Ya ha oido hablar del Codice 632?

El historiador desorbito los ojos, sorprendido.

– Pues… ?el Codice 632?

– Si. ?Ya ha oido hablar de el?

Tomas se paso la mano por el rostro.

– Es curioso que me hable de eso -dijo-. He encontrado una referencia a ese codice en la caja fuerte del profesor Toscano, en el reverso de unas fotocopias que estaban junto a un papel con su numero de telefono.

– ?Ah, si? ?Y donde estan esas fotocopias?

El profesor se inclino sobre su inseparable cartera marron. Registro el contenido y saco por fin dos hojas.

– Aqui estan -declaro, mostrandoselas al conde.

Vilarigues cogio las fotocopias, las estudio fugazmente y volvio a mirar a Tomas.

– ?Usted sabe que es esto?

– La Cronica de D. Joao II, de Ruy de Pina. Es la parte en la que Pina comienza a relatar el famoso encuentro de Colon con el rey.

El conde suspiro de nuevo.

– Es evidente que esta es la cronica de Ruy de Pina. Pero es algo mas que eso. ?Sabe que?

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