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– Pero…, eh… -balbucio-. Eso…, pues… no tiene sentido.
– Es una decision tomada en Nueva York.
– Pero ?por que? ?No confian en el material acaso?
– No es eso.
– Las pruebas son solidas, Nelson. El asunto es polemico, es verdad. Va a haber una reaccion negativa por parte del
– Tom.
– … ya los estoy viendo, histericos y fuera de si, soltando insultos, clamando a los cielos. Pero, en resumidas cuentas, las pruebas que tenemos son seguras. Seguras, ?ha oido? Yo respondo por ellas.
– Tom, no es eso, ya se lo he dicho.
– ?Entonces que es?
– No vamos a publicar la investigacion. Punto final.
Tomas se inclino sobre la mesa, acercandose lo mas posible al estadounidense.
– Nelson, hemos hecho un descubrimiento extraordinario. Hemos desenterrado un secreto de quinientos anos. Hemos deshecho un enigma que desde hace siglos intriga a los historiadores. Hemos iluminado una zona de tinieblas en el conocimiento. Con estos datos nuevos, vamos a cambiar totalmente el enfoque del descubrimiento de America y revelar cosas importantes sobre los descubrimientos. ?Que historia es esa de no publicar nada, eh? ?Cual es la idea?
Moliarti suspiro.
– Tom, a mi esto me gusta tan poco como a usted. Pero la fundacion quiere que sea asi. Las ordenes de John han sido muy claras. No puede haber divulgacion de estos descubrimientos.
– Pero ?por que?
– Porque los responsables de la fundacion lo entienden asi.
– Disculpe, Nelson, pero eso no es una respuesta. ?Por que razon entienden ellos que no deben revelarse estos descubrimientos?
Moliarti se mantuvo un instante callado, debatiendose entre lo que podria y no podria decir. Casi instintivamente, volvio a observar de reojo a las personas alrededor de la mesa y, respirando hondo, se inclino una vez mas acercandose a su interlocutor.
– Bien…, pues… Es una institucion para fomentar los…, los estudios americanos -titubeo-. Usted forma parte de la fundacion, debe saberlo.
– Yo soy un mero empleado de la American History Foundation -dijo Moliarti, llevandose la palma de la mano al pecho-. No soy el dueno. El jefe es John Savigliano, el es el presidente del
– No.
– Jack Mordenti es el vicepresidente. Estan tambien Paul Morelli y Mario Ghirotto. ?Esos nombres no le dicen nada?
– No.
– Fijese, Tom. -Moliarti levanto un dedo para senalar cada nombre-. Savigliano, Mordenti, Morelli, Ghirotto. Hasta la secretaria de John, la senora Racca, aquella mujer mal encarada que usted conocio en Nueva York. ?Que nombres son esos, eh?
– ?Que nombres son esos? Disculpeme, pero no entiendo la pregunta…
– ?Cual es su origen?
– Pues… ?Italianos?
– Si, pero ?de donde?
Tomas esbozo una expresion de intriga.
– Pues… ?de donde? De Italia, supongo…
– De Genova, Tom. Italianos de Genova. La American History Foundation es una institucion financiada por capitales genoveses o estadounidenses de origen genoves. El nombre de pila de Savigliano es Giovanni, que se transformo en John cuando salio de Genova a los doce anos y se fue a vivir a Estados Unidos. Mordenti nacio en Brooklyn y, a pesar de su nombre de bautizo, Joseph, Jack en el colegio, en casa siempre lo han llamado Giuseppe. El padre de Paul Morelli era Paolo Morelli, procedente de Nervi, una aldea cerca de Genova. Y MarioGhirotto vivo aun hoy en Genova, tiene un hermoso apartamento en la Piazza Campetto. -Apreto los dientes-. Estos tipos, amigo, estan muy orgullosos de ser conciudadanos del descubridor de America, el hombre mas famoso de la historia despues de Jesucristo. ?Le parece que aceptarian publicar un estudio que prueba que Colon, al fin y al cabo, no era genoves sino portugues? -Se golpeo la frente con el indice-. ?Nunca en la vida! ?Ni pensarlo!
Tomas seguia paralizado, con los ojos muy abiertos, la expresion vidriosa ante aquella revelacion, entendiendolo todo y no queriendo creer en nada.
– ?Ustedes… son genoveses?
– Ellos son genoveses -dijo subrayando el «ellos», al tiempo que forzaba una sonrisa-. Yo no. Yo naci en Boston y mi familia es de Brindisi, al sur de Italia.
– Sea como fuere, Nelson, ?cual es la relevancia de la nacionalidad? Que yo sepa, los italianos son honestos. ?No reconoce el propio Umberto Eco que Colon era portugues?
– Umberto Eco no es genoves -recordo Moliarti.
– Pero es italiano.
El estadounidense suspiro.
– No seamos ingenuos, Tom -dijo con un tono paciente-. Fijese: si la fundacion estuviese en manos de estadounidenses oriundos de Piacenza, puede estar seguro de que los descubrimientos se publicarian inmediatamente. Incluso otros italianos o italoamericanos, aunque tal vez a reganadientes, aceptarian divulgar esas revelaciones. Pero tiene usted que comprender que pedirles eso a los genoveses es demasiado; a fin de cuentas, ellos se enorgullecen de su Cristoforo Colombo y no se puede esperar que reciban todo esto con satisfaccion, ?no?
– Pero la verdad es la verdad.
– Lo lamento mucho, Tom. Su investigacion no podra darse a conocer.
– ?Esa si que es buena!
– Tom -dijo Moliarti, alzando la mano para pedirle que lo escuchara-. El premio solo se entregara bajo el compromiso de confidencialidad.
– ?Como?
Moliarti coloco en la mesa unos folios con un texto legal previamente preparado.
– Solo recibira el medio millon de dolares si firma este contrato de confidencialidad.
– Ustedes no pueden hacer eso.
– Las ordenes de John son muy claras. Usted firma y recibe el medio millon de dolares.
– ?Y si no firmo?
– No recibe nada.
– No fue este el acuerdo hecho en Nueva York, Nelson. Me prometieron un premio si llegaba a desvelar la investigacion secreta del profesor Toscano. He cumplido mi parte, hagan el favor de cumplir la que les corresponde a ustedes.
– Cumpliremos, Tom. Pero primero tiene que comprometerse a mantener la confidencialidad sobre estos descubrimientos.
– ?Ustedes quieren comprarme por medio millon de dolares?
– No diga eso…
– ?Usted cree que yo estoy a la venta? ?Eh? ?Usted cree realmente que es posible hacerme callar con dinero, sea la cantidad que fuere?
– Tom, la fundacion no aceptara la publicacion de estos descubrimientos. Toda la investigacion que usted hizo pertenece a la fundacion. Es la fundacion la que decidira que hacer con los descubrimientos resultantes del trabajo realizado.
– Esta investigacion, estimado Nelson, pertenece al profesor Toscano. Yo me he limitado a seguir las pistas
