– Traigame el Codice 632 -insistio abriendo mucho los ojos con la actitud de quien no admite replica-. Ahora.

Odete vacilo, sorprendida por aquella actitud vehemente, pero se decidio por no discutir la peticion y desaparecio rumbo a la sala donde se guardaban los manuscritos antiguos. Tomas se sento en una silla de la primera fila y se quedo tamborileando en la mesa, nervioso, preparandose para lo peor.

Instantes mas tarde, Odete reaparecio en la sala de lectura.

– ?Y?

– Aqui esta -dijo ella.

Llevaba en las manos un volumen con la tapa de piel marron. Al ver la obra alli, a salvo, Tomas suspiro de alivio y sintio que su pecho se liberaba de un peso opresivo. «Que susto que me ha dado Moliarti», penso.

– Cabron, estuvo a punto de derrumbarme -se desahogo en voz baja.

Odete le entrego el manuscrito y el historiador sintio su peso. Despues observo la tapa y la contratapa. Todo impecable. La signatura Codice 632 permanecia pegada al lomo. Abrio el volumen y estudio el titulo en portugues del siglo xvi. Chronica de El Rey D. Joao II. Hojeo las paginas amarillentas, manchadas por el tiempo, hasta llegar a la hoja setenta y seis. Busco la cuarta linea y se quedo mirando las primeras palabras: «nbo y taliano». Alli estaban los espacios sospechosos entre estas palabras. Paso la yema del indice sobre la linea, para sentirla raspadura, pero la superficie se revelaba limpia. Fruncio el ceno, sorprendido. Paso nuevamente el dedo.

Todo liso.

Acerco los ojos, casi sin creerlo. No habia vestigios de la raspadura. Nada de nada. Era como si nunca hubiera existido. Se llevo la mano a la boca, estupefacto, sintiendo que se le iba el alma a los pies. No sabia que pensar. Miro toda la hoja, buscando huellas de cortes, indicios de ranuras, senales de pegaduras, diferencias en el papel, una pequena imperfeccion, cualquier cosa, por minuscula que fuese. Pero nada. La hoja parecia impecable, inmaculada, genuina. Solo habia desaparecido la raspadura. Trabajo de profesionales, penso, casi con ganas de llorar. Meneo la cabeza, profundamente desanimado, la conclusion era ineludible, final. Falsificadores profesionales. Copiaron la hoja original y la sustituyeron por otra sin dejar marcas, cubriendo huellas, ocultando pistas. Profesionales.

– Hijos de puta.

Capitulo 17

El movil sono cuando Tomas se preparaba para salir de casa. Pretendia ir a la Torre do Tombo a revisar documentos donde localizar referencias a los Colona; habian neutralizado el Codice 632, pero penso que ahora que conocia el verdadero nombre de Cristobal Colon seria mas facil, sin duda, seguirle el rastro. La absoluta inexistencia de documentos sobre la vida de Colon en Portugal era un enigma finalmente explicado; a fin de cuentas, el navegante vivio en el pais con otro nombre, el genuino, por lo que, entendida y superada por fin esa dificultad, se sentia ahora confiado en que algo habria de encontrar entre los viejos manuscritos, recibos, facturas, certificados, misivas y todo lo que se hubiera acumulado por debajo del polvo del mayor archivo portugues de documentos del siglo XVI.

– ?Si? ?Tomas?

Era la voz de Constanza.

– Ah, hola -saludo Tomas con un tono mesurado; se sentia al mismo tiempo sorprendido y feliz por aquel telefonazo, pero seguia herido por dentro y no queria demostrar el alivio que experimentaba al recibir, finalmente, una llamada de su mujer-. ?Que tal estas?

– No lo se -vacilo Constanza-. El doctor Oliveira quiere hablar con nosotros esta manana.

– ?Esta manana? No puedo, tengo que ir ahora a la Torre do Tombo…

– Dice que es urgente. Tenemos que estar en el hospital de Santa Marta a las once.

Tomas consulto automaticamente el reloj. Eran las nueve y media de la manana.

– Pero ?por que tanta prisa?

– No lo se. Ayer lleve a Margarida al hospital para hacerle unos analisis y el no me hablo de nada.

– ?Y cual es el resultado de esos analisis?

– Quedaron en darmelo hoy.

– Hmm -murmuro Tomas, frotandose los ojos, repentinamente cansado.

– ?Crees que los analisis mostraran que algo no anda bien? -pregunto Constanza con mal disimulada aprension.

– No lo se. Vamos a ver.

Se encontraron en la rampa de las consultas externas hora y media mas tarde. Constanza llevaba un tailleur gris ajustado que realzaba las curvas de su cuerpo y le daba cierto aspecto de ejecutiva. Subieron la rampa y, en el extremo, entraron por una puerta a la izquierda para desembocar en los claustros del antiguo convento, ahora transformado en hospital para enfermedades cardiacas; ignoraron los antiguos y hermosos azulejos azules que decoraban el claustro, sumidos en la preocupacion que los dominaba, y se internaron en el largo pasillo que los llevo al bloque siguiente.

Por el camino, Constanza le explico que en la vispera habia llevado a la hija al hospital para un analisis de rutina que el medico le habia pedido ya hacia algun tiempo; al medico de cabecera le habia extranado la palidez y la relativa postracion que Margarida manifestaba desde su fiebre, por Navidad, y queria comprobar que todo iba bien. Como la nina no tenia la piel azulada, que habria indicado un agravamiento de la situacion cardiaca, el medico no manifesto gran urgencia, aunque hubiera insistido en la necesidad de hacer analisis de sangre y de orina, lo que llego a concretarse el dia anterior.

Cogieron el ascensor y subieron a la tercera planta, donde estaba situada la sala de cardiologia pediatrica. Encontraron al medico junto a la unidad de cuidados intensivos; Oliveira les hizo una senal para que lo siguiesen y los llevo a su despacho, en el atico, un espacio soleado y con buena ventilacion.

– Aqui tengo los analisis de Margarida -dijo Oliveira, entrando directamente en la cuestion que lo habia llevado a citar a los padres de la nina.

– ?Si?

El medico se revolvio en la silla, como si estuviese incomodo, y movio nerviosamente una hoja blanca.

– Las noticias no son buenas -advirtio el medico con gesto sombrio-. Los resultados estan francamente alterados y… En fin…, estamos ante un cuadro caracteristico de…, pues…, de leucemia.

Se hizo un silencio absorto en el despacho; Tomas y Constanza intentaban asimilar la noticia.

– ?Leucemia? -se sorprendio Tomas.

Oliveira meneo la cabeza afirmativamente.

– Si.

– Pero ?eso tiene algo que ver con el problema del septo?

– No, nada. No es un problema de tipo cardiaco. Es un problema de hematologia.

– ?Un problema de que?

– Hematologia. Tiene que ver con la sangre -mostro la hoja con los datos proporcionados por el laboratorio que hizo los analisis-. ?Ven estos resultados? Los analisis muestran mas de doscientos cincuenta mil globulos blancos por milimetro cubico.

– ?Y eso?

– Lo normal es que no exceda los diez mil. Margarida tiene una cantidad excesiva de globulos blancos. - Senalo otra cifra-. Y aqui esta la hemoglobina. Tiene siete gramos, cuando lo normal serian doce. Es una senal de anemia.

– La leucemia es el cancer de la sangre -observo Constanza con la voz tremula, reprimiendo a duras penas los sollozos-. Eso es… grave, ?no?

– Muy grave. A decir verdad, este tipo de leucemia se conoce como leucemia aguda, cuyo indice de incidencia es mayor en ninos con el sindrome de Down que en ninos normales.

– Pero ?tiene tratamiento? -pregunto Tomas, sintiendose presa del panico.

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