– Te Ding Gu Da Fang -anuncio, antes de desaparecer.
Tomas bebio un sorbo caliente. La tisana tenia un sabor ligeramente picante y afrutado, muy agradable.
– Esta operacion era muy importante para nosotros -comenzo a explicar Moliarti-. La investigacion del profesor Toscano, inicialmente dirigida al descubrimiento de Brasil anterior a Cabral, tropezo por casualidad con un documento desconocido.
– ?Que documento?
– Probablemente el que usted encontro.
– ?El
– Ese.
– ?El que ustedes adulteraron, el otro dia, cuando asaltaron la Biblioteca Nacional?
– No se de que me esta hablando.
– Claro que lo sabe. No se haga el angelito conmigo.
– ?Quiere escuchar la historia o no?
– Cuentela ya.
– Pero no se enfade, ?eh?
– Y bien…
– Bueno…, pues… entonces, a causa de ese hallazgo, que no llego a revelarnos, el profesor se puso a investigar justamente aquello que la fundacion jamas quiso que el investigase. El verdadero origen de Cristobal Colon. Intentamos corregir el camino, encauzandolo hacia el tema de Brasil, pero el se obstino y empezo a hacer todo en secreto. Cundio el panico en la fundacion. El tipo estaba fuera de control. Incluso consideramos la posibilidad de prescindir de el, pero eso no iba a impedir que continuase con la investigacion: aquel descubrimiento era demasiado impactante. Y, ademas, estaba el problema del documento: no sabiamos cual era ni en que sitio se encontraba archivado. Cuando el profesor murio, en circunstancias extranamente providenciales, en mi opinion, intentamos enterarnos de donde se ocultaba la prueba que el habia descubierto. Registramos los documentos que el profesor guardaba, pero solo nos topamos con algunas cifras incomprensibles. Fue entonces cuando surgio la idea de contratarlo a usted. Necesitabamos a alguien que fuese a la vez portugues, historiador y criptoanalista, con el fin de penetrar mejor en la mente del profesor y desvelar el secreto, y usted era el unico que reunia esas tres condiciones. Pero, como le he dicho, esta era una operacion muy importante para nosotros. Al reconstruir toda la investigacion, se hizo evidente que usted tambien llegaria a la conclusion de que Colon no era genoves y no podiamos correr el riesgo de que se repitiera lo que habia ocurrido con el profesor Toscano. Fue entonces cuando John tuvo una idea. El tenia amigos de las empresas petroliferas estadounidenses que operan en Angola y les pregunto si conocian a alguna prostituta de lujo que hablase bien portugues. Le presentaron a una muchacha despampanante y John la contrato en el acto.
Tomas abrio la boca, estupefacto. No queria creer en lo que estaba escuchando.
– Lena.
– Su verdadero nombre es Emma.
– ?Hijos de puta!
– Usted prometio que no se enfadaria. -Hizo una pausa, mirando a su indignado interlocutor-. ?Se va a enfadar?
Tomas hizo un esfuerzo para controlar la furia. Respiro hondo e intento relajarse.
– No. Continue.
– Tiene que comprender que, para la fundacion, era muy importante que las cosas no se desbaratasen otra vez. Realmente muy importante. Para ello era fundamental que tuviesemos
– Pero yo acabe con ella.
– Si, eso fue un gran problema -observo Moliarti balanceando afirmativamente la cabeza-. ?Vaya por Dios! ?Hay que tener
– ?Donde esta ella ahora?
– Le dijimos que se fuera, no se por donde anda ahora. Ni interesa.
Tomas respiro hondo, agobiado y asqueado de toda aquella historia.
– Que juego mas sucio, ?eh? Realmente que bajeza… Moliarti agacho la cabeza y siguio rellenando el cheque. -Si -admitio-. No ha sido nuestro momento mejor, no. Pero ?que quiere? Es la vida.
Termino de rellenar el cheque y se lo entrego a Tomas. Trazados con tinta azul, se veian los guarismos correspondientes. Medio millon de dolares. El precio del silencio.
Capitulo 18
La fachada neoclasica del Museo Britanico desfilo a la izquierda, imponente, majestuosa, como si aquel fuese el mas imperial de todos los museos. El espacioso taxi negro recorrio la estrecha y acogedora Great Russell Street y doblo la esquina en Montague, acercandose a su destino. Margarida, con la cara apoyada en la ventanilla y la nariz aplastada contra el cristal, formaba manchas empanadas; permanecia ajena a la enorme gorra azul que le cubria la cabeza y ocultaba su calvicie, era como si hubiese optado por ignorar lo que le estaba ocurriendo y prefiriera mas bien el grandioso espectaculo del mundo; miraba con interes aquellas calles extranas, que le parecian de un exotismo, frio y blanco, pero sentia que habia algo de hospitalario en aquella ciudad, con sus espacios ordenados, la traza elegante de los edificios, los arboles bien cuidados con alfombras de hojas por el suelo, las personas de aspecto altivo que cruzaban las aceras envueltas en gabardinas color crema y que enarbolaban sombrios paraguas.
Del cielo caian gotas minusculas cuando Tomas abrio la puerta del taxi y contemplo el enorme edificio de enfrente. El Russell Square NHS Hospital for Children era un vasto complejo con mas de cien anos, lleno de enfermerias distribuidas por las cuatro plantas de sus varias alas. Margarida salio por sus pies y Constanza le dio la mano. Traspasaron la puerta de entrada y se dirigieron a la recepcion, donde la empleada comprobo en el ordenador la reserva de registro de la nina. Tomas firmo el formulario titulado
– Si los gastos exceden esta prevision, tendra que pagar luego la diferencia -advirtio la empleada con actitud muy profesional, como si trabajase en una agencia de seguros y todo aquello no fuese mas que una simple transaccion comercial-. ?Esta claro?
– Si.
– Tres dias despues de acabado el tratamiento, recibira una factura final que tendra que saldar en el plazo de
