atencion se concentro en la primera palabra; la pronuncio en voz muy baja y le vino una idea a la mente-. Si - murmuro-. Este «ninundia» parece el nombre de un lugar, ?no cree? -Sonrio, ligeramente estimulado por haber detectado lo que le parecia una pista potencial-. Puede ser que la silaba final, «dia», recuerde a la designacion de un lugar.

– ?Un lugar?

– Si. Por ejemplo, Norman dia, Groenlandia, Finlandia…

– ?Y?

– Y asi tendriamos Ninundia.

– ?Y cuales serian sus habitantes? -bromeo el consul-. ?Los ninundos?

– Bueno, es solo una intuicion, nada mas.

– Pero, valgame Dios, ?cual es el significado de todo esto?

– Voy a tener que estudiar el asunto. Al usar la palabra «ninundia», el profesor Toscano podria estar indicando que la clave de la cifra incluye un lugar. -Abrio las palmas de la mano, con un gesto de impotencia-. ?Quien sabe? Lo cierto es que se encuentra mencionada aqui una poderosa divinidad de la Antiguedad, el terrible Moloc de Canaan, y se insinua aparentemente una tierra desconocida, la tal Ninundia. Algo que aun me queda por determinar es que demonios pretenderia decir el profesor Toscano al colocar a este dios y ese posible lugar misterioso en el mismo mensaje. -Miro al consul e hizo un movimiento con el papel-. ?Puedo quedarme con esta hoja?

– No -dijo el diplomatico-. Lo lamento mucho, pero todo eso debe entregarsele a la viuda.

Tomas solto un chasquido desanimado con la lengua.

– Ah, vaya -se desahogo-. Que pena…

– Pero se puede fotocopiar -propuso el embajador Sampayo.

– ?Fotocopiar la hoja?

– Si. Esa y todas las que quiera, siempre que no sean cosas de la vida privada del profesor.

– Ah, menos mal -exclamo Tomas, aliviado-. ?Y donde puedo hacerlo?

– Lourenco se ocupara de todo -indico el consul haciendole una sena al agregado.

– ?Que quiere fotocopiar? -pregunto Lourenco, dirigiendose a Tomas.

– Todo. Me hara falta todo. -Volvio a agitar la hoja que encerraba el enigmatico mensaje-. Pero esta es la mas importante.

– Quedese tranquilo -aseguro el agregado cultural-. Enseguida vuelvo.

Cogio todas las hojas y salio de la sala.

– Le agradezco su ayuda -dijo Tomas, mirando al consul-. Me resulta muy importante.

– Oh, no es nada. ?Necesita algo mas?

– Da la casualidad de que si.

– Digame.

– Necesitaria entrar en contacto con los responsables de las bibliotecas que consulto el profesor Toscano.

– ?La Biblioteca Nacional y el Real Gabinete Portugues de Lectura?

– Si.

– Eso esta hecho.

El calor apretaba, el sol azotaba la ciudad con implacable violencia y la tarde se extendia frente a el, promisoria y libre; estaban reunidos los tres ingredientes principales que condujeron a Tomas a la playa. La fundacion lo alojo en el mismo hotel en el que se habia instalado el profesor Toscano, y la llamada del mar, una vez de vuelta en la habitacion, se hizo irresistible. Tomas se puso unas bermudas, cogio el ascensor hasta el sotano, pidio una toalla y salio del hotel; recorrio la Rua Maria Quiteria hasta llegar a la magnifica Avenida Vieira Souto; aguardo el verde para los peatones, cruzo la calle, entro en la rambla y bajo hasta la playa.

La arena, fina y dorada, le quemaba los pies; fue dando saltitos hasta la tienda del hotel y pidio una tumbona y una sombrilla. Dos empleados, ambos negros oscuros y fornidos, con gorra y camisa azul, extendieron una tumbona blanca lo mas cerca posible del agua y plantaron en la arena una sombrilla azul y blanca con el logotipo del hotel. Cuando terminaron, Tomas les dio un real de propina. Miles y miles de personas se apinaban en la playa de Ipanema, no se encontraba en parte alguna mas de un metro cuadrado de arena libre. «?Italia para todos! ?Vereis que bueno esta!», grito una voz pasajera. Tomas se sento en el borde de la tumbona, cogio la crema protectora, la desparramo por su cuerpo y se recosto.

Se puso a mirar a su alrededor. Un grupo de chicos italianos se encontraba extendido justo a su derecha; enfrente estaba sentada una sexagenaria, con sombrero y gafas oscuras, y a la izquierda vio a tres mulatas brasilenas que exhibian enormes senos turgentes; Tomas los observo con atencion, le parecieron perfectos, pero se dio cuenta de que eran demasiado perfectos, alli habia artes de cirujano. «?Limon y mate! ?Matia! ?Limonada Matia!», entono otra voz que paso a su lado. Sintio que la piel le ardia por el choque de los violentos rayos solares y se encogio mas buscando el reparo de la sombrilla.

Alguien decia a sus espaldas: «Mira, hija, relajate, ?me has oido? Relajate, querida…». Volvio la cabeza y vio a un hombre calvo, de mas de cincuenta anos, tumbado al sol, con el movil al oido. «Mira, querida, tus hijos se van de vacaciones… pues eso», decia el hombre. Era imposible no escucharlo. «Eso…, pues eso…, se van de vacaciones… y entonces, querida, vas a poder hacer el amor con tu marido, ?te das cuenta, hija?»Perplejo, Tomas volvio la cara hacia delante e hizo un esfuerzo para ignorar la conversacion intima que aquel padre brasileno mantenia con su hija en medio de la playa apinada. Intento concentrarse en lo que ocurria a su alrededor, lo que no era dificil. Una legion de vendedores habia tomado la playa por asalto; no transcurrian cinco segundos sin que uno de ellos pasase por delante con los pregones mas variados. «?Pruebe el mate! ?Pruebe el mate limon!» Un olor agradable acaricio sus fosas nasales, mientras el hombre, atras, daba consejos a su hija sobre el modo mejor de satisfacer sexualmente a su marido. «?Queso a la brasa! Delicioso. ?Es el queso del cuajo!» Aquel buen olor era el aroma del queso mientras lo calentaban para un cliente, a la izquierda. «?Naranja con zanahoriaaaa! ?Naranja con zanahoriaaaa!» El individuo de detras aconsejaba a su hija que se dedicase al sexo oral con su marido: «A los hombres les gusta mucho, querida», y fue en ese delicado momento cuando su movil, como una campana salvadora, comenzo a sonar. «?Agua mineral y Coca Light! ?Mate!» Estiro el brazo y atendio. «?Italia para toooodos! ?Helados! ?Italia bien heladaaa!»

– ?Digame?

– ?Profesor Noronha?

– ?Si?

– Le habla Lourenco de Mello, desde el consulado.

– Ah, hola. Que rapidez en llamar…

– Si. Bien, ya tengo aqui las cosas organizadas para manana. ?Puede tomar nota?

– Un momento. -Tomas se inclino sobre su bolsa y saco un boligrafo y una libreta de notas; volvio a acercar el movil a su oido-. Si, digame.

– A las diez de la manana estaran esperandolo en el Real Gabinete Portugues de Lectura.

– Si…

– Y a las tres de la tarde, el propio director de la Biblioteca Nacional lo recibira para ayudarlo en lo que haga falta. Ya esta informado de los detalles de su mision y se ha mostrado dispuesto a echarle una mano. Se llama Paulo Ferreira da Lagoa.

– Aja, aja…

– ?Ha tomado nota? Paulo Ferreira da Lagoa.

– … daaa La-go-a. Ya esta. A las tres de la tarde.

– Exacto.

– ?Y cual es la direccion de estas bibliotecas?

– El Real Gabinete esta en la Rua Luis de Camoes, es facil recordarlo. Cerca de la plaza Tiradentes, en el centro de la ciudad. La Biblioteca Nacional tambien esta por alli cerca, en la plaza donde comienza la Avenida Rio Branco. Cualquier taxi puede llevarlo hasta ahi, no hay problema.

– Muy bien.

– Si necesita alguna cosa mas, no dude en ponerse de nuevo en contacto conmigo.

– Estupendo. Muchas gracias.

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