espanoles, por su parte, se encontraban atrasados en esos tres ambitos, pero tenian un triunfo poderoso en la manga: el papa de aquel entonces era espanol. Es un poco como si, en un partido de futbol, nosotros tuviesemos a los mejores jugadores, al mejor entrenador, el mejor equipo, pero el arbitro del partido fuese un juez sobornado por el adversario y dispuesto a anular goles de nuestro equipo y a inventar penaltis contra nosotros. Eso fue, en cierto modo, lo que ocurrio. Los navegantes portugueses se movian a sus anchas por la costa africana y por el Atlantico, mientras que los castellanos solo controlaban las Canarias. Esa situacion se cristalizo en 1479 con el Tratado de Alcacovas, por el cual Castilla reconocio la autoridad portuguesa en la costa africana y en las islas atlanticas a cambio de la aceptacion portuguesa del dominio castellano sobre las Canarias. El tratado, confirmado al ano siguiente en Toledo, no se pronunciaba, sin embargo, acerca del Atlantico occidental, cuestion que entro en el orden del dia despues del primer viaje de Cristobal Colon. Como ninguna clausula del documento regulaba directamente esta nueva situacion, se llego en el acto a la conclusion de que era necesario un nuevo tratado.
– El Tratado de Tordesillas.
– Exactamente. La primera propuesta de Lisboa fue dividir la Tierra mediante un paralelo que pasaba por las Canarias, por la cual los castellanos se quedarian con la exploracion de todo lo que se situaba al norte del paralelo y los portugueses con el resto. Pero el papa Alejandro VI, que era espanol, divulgo dos bulas en 1493 marcando una linea divisoria segun un meridiano situado cien leguas al oeste de las Azores y de Cabo Verde. No resulta dificil entender que el Papa actuaba a favor de Castilla. Los portugueses no opusieron resistencia y, aceptando la existencia de esa linea, exigieron que fuese desplazada trescientas setenta leguas al oeste de Cabo Verde, lo que los castellanos y el Papa, al no ver motivos en contra, aceptaron. Esta negociacion, no obstante, tiene algo de controvertido.
Tomas dibujo un planisferio en la libreta de notas, con trazos toscos, se reconocian en la hoja los contornos de Africa, Europa y todo el continente americano. El investigador dibujo una linea vertical en el Atlantico, a mitad de camino entre Africa y America del Sur, y escribio por debajo «100».
– Esto es lo que proponian el Papa y los castellanos, una linea cien leguas al este de Cabo Verde. -Enseguida trazo otra linea vertical mas a la izquierda, que abarco una parte de America del Sur, y escribio debajo el numero «370»-. Esta es la linea que los portugueses exigieron, situada trescientas setenta leguas al oeste de Cabo Verde. -Miro a Moliarti-. Digame, Nel, ?cual es la principal diferencia entre estas dos lineas?
El estadounidense se inclino sobre la libreta de notas y observo los trazos.
– Bien, una solo cruza el mar; la otra coge una parte de tierra.
– ?Y que tierra es esa?
– Brasil.
Tomas asintio con la cabeza y sonrio.
– Brasil. Ahora digame, ?por que razon los portugueses insistieron tanto en esta segunda linea?
– ?Para quedarse con Brasil?
– Lo que me lleva a la tercera pregunta: ?como diablos sabian los portugueses que esta segunda linea abarcaba Brasil si Brasil, en 1494, aun no habia sido descubierto? -Tomas se inclino sobre su interlocutor-. ?O ya estaba descubierto?
Moliarti se recosto en el sofa y respiro hondo.
Tomas mantuvo la mirada fija en Moliarti, casi como si estuviese desafiandolo.
– Nada -respondio.
– ?Nada de nada?
– Nada de nada. Todo lo que le he dicho es lo que he encontrado en las investigaciones del profesor Toscano sobre el misterio del descubrimiento de Brasil.
– ?Y no habia ninguna novedad?
– Ni una. El profesor Toscano se limito a hacer una recapitulacion de todo lo que ya habian descubierto o concluido otros historiadores.
El estadounidense lo miraba con incredulidad, como si no creyese en lo que le decian.
– ?Seguro?
– Absolutamente seguro.
Moliarti parecio rendirse. Dejo caer sus hombros y su pecho se encogio; aparto la mirada de su interlocutor y miro al infinito. Luego comenzo a agitarse algo dentro de si, sus mejillas se sonrojaron y su rostro se ensombrecio, con una irritacion apenas contenida, al borde del estallido.
El portugues se mantuvo silencioso, aguardando el desenlace de aquel acceso de rabia controlada. Moliarti murmuro algunas otras palabras imperceptibles, pronunciadas con el fervor de quien se subleva; por fin suspiro, abrio los ojos y lo encaro.
– Tom -dijo con la voz cavernosa-. El profesor Toscano nos ha enganado.
– ?En que sentido?
El estadounidense se froto los ojos.
– Como John y yo le dijimos en Nueva York, nuestra idea era contribuir a las celebraciones de los quinientos anos del descubrimiento de Brasil con una investigacion concluyente sobre las eventuales exploraciones anteriores a Pedro Alvares Cabral. Para ello contratamos, hace siete anos, al profesor Toscano. El estuvo todo ese tiempo gastando nuestro dinero y llego a decirme que habia hecho un hallazgo revolucionario que cambiaria todo lo que sabemos sobre los descubrimientos. Ahora el profesor ha muerto y viene usted a anunciarme que lo unico que hizo el profesor Toscano a lo largo de estos siete anos fue una resena del trabajo de otros historiadores, sin anadir nada nuevo. Como se puede imaginar, nosotros no…
– Yo no he dicho exactamente eso -corto Tomas.
Moliarti interrumpio su razonamiento y lo miro sin comprender.
– ?Como?
– Yo no he dicho que el profesor Toscano no anadio nada nuevo y que se limito a hacer una resena del trabajo de otros.
– Pero, disculpeme, eso fue lo que entendi de sus palabras.
– Y entendio bien en relacion con la parte que he podido revisar de las investigaciones del profesor Toscano. Pero, como le dije al principio de nuestra conversacion, no tengo en este momento respuestas definitivas; aun hay otras pistas, dejadas por el profesor, sobre las que necesito seguir investigando.
– Entonces…, pues… -exclamo Moliarti, redoblando su atencion-. Entonces aun hay mas cosas.
– Claro que si -admitio Tomas con cautela-. Pero no estoy del todo seguro de que tengan que ver con el descubrimiento de Brasil.
– ?Que quiere decir con eso?
El portugues bajo los ojos y meneo la cabeza.
– Aun no lo se. -Se mordio el labio inferior-. Voy a encarar nuevas investigaciones y despues, cuando tenga algo mas concreto, volvemos a hablar.
– Por favor, Tom, no me deje en ascuas. En concreto, ?de que esta hablando?
– Me estoy refiriendo a una pista cifrada.
Moliarti sonrio de un modo extrano, como si estuviese frente a la confirmacion de algo que sospechaba desde hacia mucho.
– ?Ah! Yo sabia que habia alguna cosa mas. Lo sabia. Digame, Tom, ?que pista es esa?
– Nelson, ?ha oido hablar alguna vez de Ovidio?
– Si -replico el americano con cautela, intentando determinar cual era el vinculo entre aquel nombre y las investigaciones del profesor Toscano-. Era un romano, ?no?
– Ovidio fue un poeta latino que vivio en la epoca de Jesucristo. Se revelo como un virtuoso de las letras, escribio poemas de una gran ironia y sensualidad y acabo influyendo decisivamente en la poesia del Renacimiento