la muchacha hablandole sobre la escritura cuneiforme? Que el supiese, nada le impedia dar una explicacion a una alumna sobre el programa de su asignatura. La diferencia es que, en vez de ser en el aula o en el despacho, seria fuera de la facultad. ?Y entonces? ?Cual era el obstaculo? En realidad, estaria ayudando a una estudiante, estaria realizando un ejercicio de pedagogia, ?y no era esa, al fin y al cabo, la mision de un profesor? Por otro lado, bien vistas las cosas, seria agradable. Y, ?que habia de malo en gastar un poco de tiempo en compania de una muchacha tan guapa? ?No tendria derecho a un poco de distraccion? Ademas, se le ocurrio, seria una excelente oportunidad para probar una gastronomia nueva, la cocina escandinava tenia realmente sus encantos. ?Por que no?

– Vale -asintio-. Vamos a almorzar.

Lena esbozo una sonrisa encantadora.

– Pues estupendo -exclamo ella-. Voy a prepararle un plato que lo dejara con ganas de comer mas. ?Quedamos para manana?

Tomas se acordo de que al dia siguiente tenia que ir con Constanza al colegio de Margarida. Habian solicitado una reunion con la directora del colegio para intentar resolver el problema de la falta del profesor de educacion especial, era impensable que el faltase.

– No puede ser -meneo la cabeza-. Tengo que ir…, pues…, tengo un compromiso manana, no puedo ir.

– ?Y pasado manana?

– ?Pasado manana? ?Viernes? A ver…, si, puede ser.

– ?A la una de la tarde?

– A la una. ?Donde queda su casa?

Lena le entrego la direccion y se despidio, dandole dos besos humedos en la cara. Cuando ella salio, dejando el delicioso aroma de su perfume flotando en el despacho como si fuese una firma fantasmagorica, Tomas miro hacia abajo y se dio cuenta, sorprendido, excitado, de que ya habian reaccionado sus fluidos, la quimica estaba en movimiento, el cuerpo ansiaba lo que la mente reprimia. Una vigorosa ereccion llenaba sus pantalones.

Traspasaron los portones del colegio de Sao Juliao da Barra a ultima hora de la manana. Fueron a observar a Margarida en el aula y, espiando por la rendija de la puerta entreabierta, la descubrieron, sentada en su lugar, junto a la ventana, con expresion muy atenta. Sus padres sabian que tenia fama de buena companera; defendia siempre a los mas debiles, ayudaba a los que se magullaban en el recreo, no le importaba en absoluto perder en los juegos que se disputaban en el colegio y siempre se ofrecia como voluntaria para salir del juego cuando eran mas de la cuenta; llegaba incluso a hacerse la desentendida siempre que algun companero se burlaba de su condicion y olvidaba deprisa las afrentas. Tomas y Constanza la miraron largo rato por la rendija, con admiracion, como si fuese una santa; pero ya era la hora de la reunion y se vieron forzados a abandonar la puerta del aula. Aceleraron el paso y se presentaron en el despacho de la directora; no tuvieron que esperar mucho a que se los invitase a entrar.

La responsable del colegio era una mujer de cuarenta y pocos anos, huesuda y alta, con el pelo tenido de rubio y gafas de aros redondas; los recibio con cortesia, pero se noto enseguida que se sentia presionada por el tiempo.

– Tengo un almuerzo a la una -explico-. Y una reunion de coordinacion pedagogica a las tres de la tarde.

Tomas consulto el reloj, eran las doce y diez, tenian cincuenta minutos por delante; no veia razon para que no bastase con todo ese tiempo.

– Menos mal que tiene esa reunion de coordinacion pedagogica -intervino Constanza-, porque lo que nos trae aqui tiene que ver, obviamente, con cuestiones pedagogicas.

– Lo se muy bien -dijo la directora, para quien esta cuestion se habia convertido en una pesadilla desde la anterior reunion con la pareja, a comienzos del curso lectivo-. Supongo que se trata del problema del profesor de educacion especial.

– Naturalmente.

– Pues eso es un agobio.

– No dudo de que para usted sea un agobio -interrumpio Constanza, con un tono levemente irritado en la voz-. Pero puede creer que, para nosotros, y sobre todo para nuestra hija, es una tragedia. -La senalo con el indice-: ?Tiene usted idea del dano que le esta haciendo a Margarida la falta de un profesor de educacion especial?

– Senora, estamos haciendo lo que podemos…

– Estan haciendo poco.

– No es verdad.

– Si -insistio-. Y usted sabe muy bien que lo es.

– ?Por que no contratan otra vez al profesor Correia? -pregunto Tomas, entrando en el dialogo e intentando evitar que se transformase en un pugilato verbal entre las dos mujeres-. Estaba haciendo un trabajo excelente.

El tono aspero de la reunion anterior, cuando comenzaron las clases y los avisaron de que en este curso lectivo no estaria el profesor Correia ni nadie para dar el apoyo especial a Margarida, lo habia dejado alerta; y la verdad es que el conflicto aumentaba de intensidad a medida que seguia sin resolverse el problema y se hacia evidente el retraso escolar de la nina.

– Me encantaria contratar al profesor Correia -dijo la directora-. El problema es que, como ya les explique en la reunion anterior, el ministerio ha recortado el presupuesto y no tenemos dinero para contratar colaboradores.

– Excusas -exclamo Constanza-. ?Tienen dinero para otras cosas y no lo tienen para un profesor de educacion especial?

– No, no tenemos dinero. Nos han reducido el presupuesto.

– ?Usted sabe que Margarita el ano pasado sabia leer y que este ano ya no logra entender una sola palabra escrita? -pregunto Tomas.

– Pues… eso no lo sabia.

– El ano pasado tenia al profesor Correia, que se ocupaba de la educacion especial, y este ano no tiene nada, salvo el profesor curricular normal. -Senalo a la puerta, como si su hija los esperase del otro lado-. El resultado esta a la vista. El profesor curricular normal, como es evidente, no entiende nada sobre la educacion que precisan los ninos con necesidades especiales -concluyo Constanza.

La directora extendio las palmas de sus manos, volviendolas hacia la pareja, como si les pidiera que tuviesen calma.

– Ustedes no me estan escuchando -afirmo-. Por mi, contrataria ahora mismo al profesor Correia. El problema es que no tengo dinero. El ministerio ha recortado el presupuesto.

Constanza se inclino sobre el escritorio.

– Senora directora -dijo intentando mantenerse serena-. La existencia de profesores de educacion especial para apoyar a ninos con necesidades especiales en los colegios publicos esta prevista por la ley. No es un capricho nuestro, no es una exigencia disparatada, no es un favor que nos hacen. Es algo que esta previsto en la ley. Lo unico que pedimos, mi marido y yo, es que este colegio cumpla la ley. Ni mas ni menos. Que cumpla la ley.

La directora suspiro y sacudio la cabeza.

– Yo se lo que dice la ley. El problema es que en este pais se aprueban leyes muy bonitas, pero no se dan las condiciones para que sean aplicadas. ?De que me sirve tener una ley que me obliga a recurrir a un profesor de educacion especial si no tengo dinero para contratarlo? Por lo que a mi respecta, los diputados podrian decretar incluso…, yo que se, que se viva eternamente. Pero no porque salga una ley que dice que hay que vivir eternamente las personas van a cumplir esa ley. Seria una ley irreal. Lo mismo ocurre con este caso. Se ha creado una ley muy justa, muy bonita, muy humana, pero, cuando llega la hora de poner la pasta, no hay nada para nadie. En otras palabras: la ley existe para que se diga que existe, para que alguien se jacte de haberla aprobado. Nada mas.

– Entonces ?que es lo que usted sugiere? -pregunto Tomas-. ?Que las cosas se queden como estan? ?Que nuestra hija Margarida sea dejada de lado en este curso y que no cuente con el apoyo de un profesor especializado? ?Es eso?

– Si -asintio Constanza-, ?Que piensa hacer?

La directora se quito las gafas, humedecio las lentes con un calido vaho expelido por sus pulmones y las froto

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