las hojas sostenian la cupula y se enlazaban en una geometrica red de nervaduras.

Nelson Moliarti, entretenido en admirar las vidrieras de la iglesia, se encontro con el recien llegado y fue a reunirse con el; los pasos retumbaban en el santuario casi desierto.

– Hola, Tom -saludo-. ?Como va todo?

Tomas le dio la mano.

– Hola, Nelson.

– Este es un monumento impresionante, ?no? -pregunto haciendo un gesto amplio con la mano, como si quisiese mostrar todo lo que habia alrededor-. Siempre que vengo a Lisboa me doy una vuelta por aqui. No puede haber obra tan magnifica para conmemorar los descubrimientos y el comienzo de la globalizacion. -Lo condujo hasta uno de los pilares octogonales y senalo uno de los relieves en la piedra-. ?Ve eso? Es una cuerda de marinero. ?Sus antepasados esculpieron en una iglesia una cuerda de marinero! -Senalo para otro lado-. Y alli hay peces, alcachofas, plantas tropicales, hasta hojas de te.

Tomas sonrio ante el entusiasmo del americano.

– Nelson, conozco bien el monasterio de los Jeronimos. Los temas maritimos esculpidos en la piedra son lo que hacen de este estilo, llamado estilo manuelino, algo unico en la arquitectura mundial.

– Exactamente -asintio Moliarti-. Algo unico.

– ?Y sabe como se financio la construccion del monasterio? Con un impuesto sobre las especias, las piedras preciosas y el oro que las carabelas trajeron de todo el mundo.

– ?Ah, si?

– Lo llamaban el dinero de la pimienta.

– Fijese -comento el americano mirando a su alrededor-. ?Y quien mando hacerlo? ?Fue Enrique el Navegante?

– No, el monasterio de los Jeronimos es posterior. Corresponde a la apoteosis de los descubrimientos.

– Pero ?la apoteosis no fue con Enrique?

– Claro que no, Nelson. Enrique fue el hombre que planeo todo en el siglo xv; pero los descubrimientos solo llegaron a su apogeo con el cambio de siglo, durante los reinados de don Juan II y don Manuel. Fue este ultimo quien mando construir el monasterio de los Jeronimos a finales del siglo xv. -Hizo un gesto amplio-. La iglesia en la que nos encontramos era, antiguamente, una ermita controlada por los templarios de la Orden Militar de Cristo, y fue aqui donde Vasco da Gama vino a rezar antes de partir para la India, en 1497. Don Manuel alimentaba entonces el sueno de ser el rey de toda la peninsula Iberica, instalando la capital en Lisboa, e hizo todo lo posible para convertirse en heredero de la Corona de Castilla y Aragon. Para alcanzar ese objetivo, tenia un plan que confiaba en la seduccion de los Reyes Catolicos. Se caso con dos hijas de los soberanos de Castilla y Aragon, ademas de expulsar, para complacerlos, a los judios de Portugal. Por otro lado, ordeno construir este monasterio, que entrego, no a la Orden de Cristo, como seria natural, sino a la Orden de los Jeronimos, monjes que eran confesores de Isabel la Catolica. La ambicion de don Manuel casi resultaria premiada cuando, en 1498, fue consagrado heredero de los Reyes Catolicos, pero el proyecto, como es evidente, acabo en la nada.

Deambularon por el recinto y fueron a admirar la tumba de Vasco da Gama, a la izquierda. Una estatua de marmol rosado en tamano real, yacente con las manos elevadas en una plegaria, entre motivos de cuerdas, esferas armilares, carabelas, una cruz de la Orden de Cristo y simbolos maritimos, senalaba el sarcofago del gran navegante. En el lado derecho se encontraba el mausoleo de Luis de Camoes; el gran poeta epico de los descubrimientos estaba igualmente representado por una estatua yacente sobre el sarcofago, con las manos unidas en actitud de oracion, una corona de laureles sobre el cabello, la cabeza apoyada en una almohada de piedra.

– ?Estan realmente ahi? -pregunto Moliarti, con la mirada fija en el ataud esculpido de Vasco da Gama.

– ?Quienes?

– Vasco da Gama y Camoes.

Tomas se rio.

– Es lo que les decimos a los turistas.

– Pero ?estan o no estan?

– Dejeme que se lo explique a mi manera -dijo Tomas, apoyando la mano en la tumba del gran navegante-. Los restos mortales que se encuentran en este sarcofago son casi con toda seguridad los de Vasco da Gama. - Senalo hacia el otro lado-. Pero los restos mortales que estan depositados en aquel sarcofago casi con toda seguridad no son de Camoes. Los guias, no obstante, les dicen a los turistas que Camoes esta realmente ahi. Parece que a ellos les gusta y hay muchos que aprovechan para comprar luego Los lusiadas.

Moliarti meneo la cabeza.

– Eso es deshonesto.

– Oh, Nelson, no seamos ingenuos. ?Como alguien puede estar seguro de que los restos de una persona que murio hace quinientos anos pertenecen realmente a determinada persona? Que yo sepa, hace quinientos anos no existian pruebas de ADN, por lo que no podemos tener garantia alguna.

– Aun asi…

– ?Ha ido ya a Sevilla a ver la tumba de Colon?

– Si.

– ?Y esta seguro de que Colon esta realmente alli?

– Bueno, es lo que dicen, ?no?

– ?Y si yo le digo que puede ser una patrana, que los restos mortales que se encuentran en Sevilla tal vez no son los de Colon?

El estadounidense lo miro con actitud interrogante.

– ?No lo son?

Tomas sostuvo la mirada y meneo la cabeza.

– Hay quien dice que no.

Moliarti se encogio de hombros.

– Who cares?

– Exactamente. ?Cual es el problema? Lo que interesa es el valor simbolico. Tal vez no sea Colon quien esta alli, pero la verdad es que aquel cuerpo representa a Colon. Es un poco como la tumba del Soldado Desconocido, que, pudiendo ser de cualquier persona, hasta de un desertor o de un traidor, representa a todos los soldados.

Una multitud comenzo a avanzar por la puerta axial, como una creciente cada vez mas copiosa, parloteando con un murmullo nervioso, excitado; eran turistas espanoles traidos por un autocar que acababa de llegar a los Jeronimos y que se desparramaban por el santuario como hormigas voraces, con camaras colgadas del cuello y pasteles de nata en la mano. La invasion espanola, con su alga/ara desordenada, caotica, aunque respetuosa, desasosego a los dos historiadores, mas interesados en encontrar un rincon tranquilo para conversar.

– Venga -dijo Moliarti haciendole una sena con la mano-. Vamos a hablar alli dentro.

Salieron de la iglesia por la puerta axial, huyendo de los turistas; giraron a la derecha, compraron dos tiques en la taquilla, enfilaron por los cortos pasillos interiores y vieron abrirse frente a ellos el claustro real. Un pequeno jardin paisajistico frances coloreaba el eje del claustro, sencillo, sin flores, solo con un cesped rastrero recortado en formas geometricas alrededor de un pequeno lago circular; todo el patio central, formado por el cesped y por el lago, estaba rodeado por los arcos y balaustradas de los dos pisos abovedados de los pasillos del monasterio, se veian cuatro tramos a cada lado con vertices achaflanados. Los visitantes giraron a la izquierda en la galeria inferior, caminando por la sombra; observaron los encajes grabados en la piedra de las fachadas de los pasillos y contemplaron la riqueza de los detalles esculpidos en relieve; se percibian por todas partes simbolos religiosos, cruces de la Orden Militar de Cristo, esferas armilares, escudos y emblemas, cuerdas esculpidas, formas enlazadas, plantas, mazorcas, aves, animales fantasticos, lagartos, dragones marinos; entre la fauna y la flora exoticas aparecian medallones con bustos a la romana, aqui el perfil de Vasco da Gama, alla el de Pedro Alvares Cabral.

– Este claustro es extraordinario -comento Moliarti.

– Fastuoso -coincidio Tomas-. De los mas hermosos del mundo.

Contemplaron los arcos de la planta baja, por donde deambulaban sin rumbo aparente. Los arcos estaban divididos en dos, con columnitas sinuosas y escamadas; las pilastras exteriores exhibian una ornamentacion suave

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