dividido entre la mentira, que seria muy facil de descubrir, y la verdad, que irremediablemente alejaria a la muchacha; pero acabo bajando los ojos y se oyo decir a si mismo:
– Si, estoy casado.
Temio la reaccion de la sueca. Pero Lena, para su gran sorpresa, no parecio molesta.
– No me extrana -exclamo la sueca-. Guapo como es…
Tomas enrojecio.
– Bien… pues…
– ?La quiere?
– ?A quien?
– A su mujer, claro. ?La quiere?
Aqui estaba la oportunidad para matizar el asunto.
– Cuando nos casamos, si, sin duda. Pero ?sabe? Nos hemos ido alejando con el tiempo. Hoy somos amigos, es cierto, aunque, en realidad, no se puede decir que haya amor.
La observo atento, intentando medir su reaccion; le parecio que ella se habia quedado satisfecha con la respuesta y se sintio aliviado.
– En Suecia decimos que una vida sin amor es como un ano sin verano -comento la muchacha-. ?No esta de acuerdo?
– Si, claro.
Lena desorbito inesperadamente los ojos y se llevo la mano a la boca. Se levanto de un salto, con expresion de alarma, una expresion de urgencia en el rostro.
– ?Ah! -grito-. ?Me olvidaba! ?La comida!
Se fue volando a la cocina. Tomas oyo a la distancia el sonido de los alimentos al fuego y de la cuchara revolviendolos en el cazo, ademas de unas exclamaciones ahogadas de su anfitriona.
– ?Esta todo bien? -pregunto estirando el cuello en direccion a la puerta.
– Si. -Fue la respuesta de la sueca, gritando desde la cocina-. Esta listo. Ya puede sentarse a la mesa.
Tomas no obedecio. En cambio, fue hasta la puerta de la cocina. Vio a Lena sujetando un cazo caliente con un pano, echando sopa en una sopera ancha, de porcelana antigua, igual a la de los platos colocados en la mesa.
– ?Quiere ayuda?
– No, no hace falta. Vaya a la mesa.
El profesor la miro, vacilante, sin saber si deberia realmente ir a sentarse o si era mejor insistir. Pero la expresion resuelta de la sueca lo convencio de que debia obedecerla. Volvio a la sala y ocupo su lugar a la mesa. Instantes despues, Lena entro en la sala con la sopera humeante en los brazos. La apoyo pesadamente en la mesa y suspiro de cansancio.
– ?Puf! ?Ya esta! -exclamo ella, aliviada-. Vamos a comer.
Quito la tapa de la sopera y le sirvio a Tomas con un cucharon de sopa. Despues le toco a ella. El profesor observo el plato con expresion desconfiada; era una sopa blanca, con trozos solidos en el medio, y un aroma agradable, suculento.
– ?Que es esto?
– Sopa de pescado.
– ?Sopa de pescado?
– Pruebela. Es buena.
– Parece diferente de las nuestras. ?Es un plato sueco?
– Casualmente, no. Es noruego.
Tomas probo un poco. La sopa tenia una consistencia cremosa, con un intenso regusto a mar.
– Hmm, esta buena -aprobo el, saboreando el nectar marino del caldo; hizo un ligero movimiento con la cabeza en direccion a su anfitriona-. Enhorabuena, es una gran cocinera.
– Gracias.
– ?Que pescados lleva?
– Oh, varios. Pero no se su nombre en portugues.
– ?Y el plato principal tambien va a ser de pescado?
– Este es el plato principal.
– ?Como? Esta es la sopa…
– La sopa de pescado noruega es muy sustanciosa. Ya vera que, cuando acabe de comerla, se sentira saciado.
Tomas mordio un trozo de pescado, le parecio merluza, sazonada con el liquido blanco del caldo.
– ?Por que razon es blanca la sopa? -dijo sorprendido-. ?No se hace con agua?
– Lleva agua, pero tambien leche.
– ?Leche?
– Si -asintio ella; dejo de comer y lo miro con una expresion insinuante-. ?Sabe cual es mi mayor fantasia de cocinera?
– ?Si?
– Cuando un dia este casada y tenga un hijo, hare una sopa de pescado con la leche de mis tetas.
Tomas casi se atraganto con la sopa.
– ?Como?
– Quiero hacer una sopa de pescado con la leche de mis tetas -repitio, como si dijese la cosa mas natural del mundo; llevo su mano al seno izquierdo y lo exprimio de tal modo que el pezon asomo por el borde del escote-. ?Le gustaria probarla?
Tomas sintio una ereccion tremenda que se abria paso en sus pantalones. Incapaz de pronunciar una palabra y con la garganta repentinamente seca, asintio con la cabeza. Lena saco todo el seno izquierdo fuera del escote de seda azul; era lechoso como la sopa, con un ancho pezon rosa claro y la punta turgente y dura como un chupete. La sueca se levanto y se acerco al profesor; de pie a su lado, le apoyo el seno en la boca. Tomas no se resistio. La abrazo por la cintura y comenzo a chuparle el pezon saliente; el seno era calido y suave, tan grande que le inundo la cara. Lleno las palmas de sus manos con los dos senos y los apreto como si fuesen cojines, en una pulsion de lujuria, queria sentirlos tiernos y sabrosos. Mientras el chupaba, Lena le desabrocho el cinturon y el boton de los pantalones; corrio la cremallera de la bragueta hacia abajo y le quito los pantalones con un movimiento rapido. Privandolo de sus senos, deprisa lo recompenso de otro modo; se arrodillo a los pies de la silla, se inclino sobre su regazo y lleno su boca. Tomas gimio y perdio el poco control que le quedaba sobre si mismo.
Capitulo 6
La puerta sur del monasterio de los Jeronimos, en realidad formada por dos pesadas puertas de madera, se mantenia cerrada a los visitantes. Toda la entrada del portico, con su espectacular encaje de marmol blanco de Lioz, en un estilo gotico enriquecido por elementos platerescos y renacentistas, constituia una de las partes mas hermosas de la aparatosa fachada del largo monasterio del siglo XVI; escenas religiosas y seculares, esculpidas en la piedra con primoroso detalle, decoraban los dos arcos sobre las puertas, dominadas por una estatua del infante don Enrique en el mainel central y guarnecidas ademas por multiples columnas delgadas que, repletas de estatuas y relieves trenzados, se alzaban en direccion al cielo gris de la manana.
Tomas rodeo toda la fachada sur del monasterio, de piedra blanca solo salpicada, aqui y alla, por manchas marrones o grises de suciedad, y donde se destacaba una cupula mitrada, de inspiracion bizantina, sobre la torre de la campana. Giro en la esquina y se deslizo por la puerta axial, al poniente; esta era la entrada principal, pero su situacion, encajada en una galilea estrecha y a la sombra de una boveda baja que oscurecia su rico encaje de estilo renacentista, disminuia su importancia. Cruzo el pasaje y entro en la grandiosa iglesia de Santa Maria, sus ojos de inmediato fueron atraidos hacia el firmamento del santuario, la monumental boveda soportada por esbeltos pilares octogonales, de piedra ricamente labrada, que se abrian arriba como palmeras gigantes, mientras