con un panito anaranjado.

– Tengo una propuesta que hacerles.

– Diga.

– Como les he dicho, no hay dinero para contratar al profesor Correia. Considerando ese impedimento, mi idea es que la profesora Adelaide se dedique a dar el apoyo que a Margarida le haga falta.

– ?La profesora Adelaide? -se sorprendio Constanca.

– Si.

– Pero ?tiene ella alguna formacion en educacion especial?

– Senora, quien no tiene perro caza con el gato.

– Voy a hacer de otro modo la pregunta: ?ella entiende algo de educacion a ninos con necesidades especiales?

La directora se levanto del escritorio.

– Creo que es mejor llamarla -repuso, dirigiendose a la entrada y evitando responder directamente a la pregunta que se le hacia, detalle que no paso inadvertido a los padres; abrio la puerta y se asomo-: Marilia, llameme a la profesora Adelaide, por favor.

Volvio a sentarse y acabo la limpieza de las lentes, despues se las coloco en el rostro. Tomas y Constanza se miraron; se sentian resueltos a luchar hasta el final por el derecho de su hija a tener apoyo pedagogico de un profesor especializado, que comprendiera sus limitaciones y la mejor forma de superarlas. Ambos estaban convencidos de que Margarida seria capaz de progresar, tal como los demas ninos, pero, como era notablemente mas lenta en el aprendizaje, necesitaba ayuda.

– ?Se puede?

La profesora Adelaide era una mujer fuerte, ancha, con aspecto maternal, parecia muy bonachona; se asemejaba a una de aquellas madres de campo, rubicundas, mofletudas, protectoras, siempre con un monton de hijos a su alrededor. Se saludaron y la recien llegada se sento junto a la pareja.

– Adelaide -comenzo diciendo la directora-. Como sabe, estamos sin presupuesto para contratar este ano al profesor Correia, que daba apoyo a Margarida. El otro dia hable con usted sobre el problema y me acuerdo de que se ofrecio voluntariamente para las clases de educacion especial de este ano.

Adelaide asintio con la cabeza.

– Si. Como le he dicho, tambien estoy preocupada por la situacion que afecta a Margarida y a Hugo. -Hugo era otro nino con trisomia 21 que iba al mismo colegio-. Dado que el profesor Correia ya no puede venir, estoy totalmente disponible para ayudar a estos ninos.

– Pero, profesora Adelaide -interrumpio Constanza-, ?tiene usted alguna especializacion en educacion especial?

– No.

– ?Dio alguna vez apoyo a ninos con trisomia 21?

– No. Mire, estoy solo ofreciendome para llegar a una solucion.

– ?Cree que Margarida, con usted, va a evolucionar significativamente?

– Pienso que si. Voy a dar lo mejor de mi.

Tomas se agito en la silla.

– Con el debido respeto por su buena voluntad, dejeme decirle una cosa: Margarida no necesita tener unas clases en las que no va a progresar, unas clases que solo sirvan para decir que las tiene. Las clases no son un fin en si mismas, sino un medio para llegar a un fin. El objetivo no es que tenga clases, sino que aprenda. ?De que le sirve tener clases con usted si, al final, seguira sin saber nada?

– Bien, espero que aprenda algo.

– Pero, basandome en lo que le he oido decir ahora, no tiene usted la menor idea de lo que es necesario para ensenar a un nino como este. Nunca hizo una especializacion en este ambito ni ha dado clases a ninos con trisomia 21. No se si lo sabe, pero un profesor de educacion especial no es exactamente un profesor en la acepcion normal de la palabra. Es mas bien una combinacion de entrenador y fisioterapeuta, alguien que estimula al nino, que lo entrena, que lo lleva hasta el limite. Con la mejor voluntad del mundo, le digo con toda franqueza que no veo en usted las caracteristicas de una profesora preparada para esa tarea.

– Reconozco que tal vez no tenga la preparacion ni los conocimientos necesarios para…

– Veamos -interrumpio la directora, a quien no le estaba gustando el rumbo que tomaba la conversacion-. Las cosas son lo que son. No vamos a contar con el profesor Correia. La profesora Adelaide esta disponible. Todos estamos de acuerdo en que la profesora Adelaide no es una especialista en educacion especial. Pero, queramos o no, es la unica persona con la que contamos. Por tanto, vamos a aprovechar esta oportunidad y a resolver el problema. No es la mejor solucion, pero es la solucion posible.

Tomas y Constanza cruzaron sus miradas, agobiados.

– Senora directora -farfullo el-. Lo que nos esta ofreciendo no es una solucion para el problema de Margarida. Es una solucion para su problema -subrayo la palabra «su»-. Usted quiere despachar esta cuestion, no quiere resolverla de verdad. Pero veamos. Lo que nuestra hija necesita es justamente un profesor de educacion especial. Repito: un profesor de educacion especial -dijo casi deletreando la palabra-. No necesita de clases, necesita aprender. Con la profesora Adelaide va a tener clases, pero no va a aprender. La profesora Adelaide no es la solucion.

– Es la solucion que tenemos.

– Es la solucion para su problema, pero no es la solucion para el problema de Margarida.

– No hay otra solucion -concluyo la directora con un gesto perentorio, tajante-. Tendra que ser la profesora Adelaide quien de las clases de educacion especial.

– No puede ser.

– Tendra que ser.

– Disculpe, pero no estamos de acuerdo.

– ?Como que no estan de acuerdo?

– No estamos de acuerdo. Queremos un profesor especializado en educacion especial, como esta previsto por la ley.

– Olvide la ley. No hay dinero para contratar a ese profesor.

– Consigalo.

– Escuche bien lo que le digo: no hay dinero. Tendra que ser la profesora Adelaide.

– No estamos de acuerdo, ya se lo he dicho.

La directora fruncio los ojos, mirando al matrimonio. Hizo una pausa y suspiro pesadamente, como si acabase de tomar una decision dificil.

– Entonces van a tener que entregarme un escrito en el que digan que no aceptan las clases de educacion especial.

– No podemos hacer eso.

– ?Como?

– Que no podemos hacerlo.

– ?Por que no pueden?

– Porque no es verdad. Queremos las clases de educacion especial, es evidente que las queremos. Pero las queremos impartidas por un profesor debidamente preparado. Lo que no aceptamos, y estamos dispuestos a manifestarlo por escrito, es una profesora que, aun con la mejor voluntad, no esta preparada para dar apoyo a ninos con necesidades especiales.

La reunion acabo sin llegar a ningun acuerdo. La directora se despidio de modo seco, frustrada por la falta de soluciones, y el matrimonio abandono el colegio con la impresion de que por ese camino no llegarian a ninguna parte. Para Tomas y Constanza estaba claro que ya no podian contar con el colegio publico; necesitaban contratar directamente a un profesor de educacion especial, pero el problema, como en tantas cosas en la vida, es que no les alcanzaba el dinero para eso.

Miro el edificio apuntado en su libreta de notas. Era un edificio antiguo, claramente necesitado de una restauracion urgente, en lo alto de la Rua Latino Coelho. Se acerco a la entrada y comprobo que la puerta se encontraba entreabierta. Tomas la empujo y fue a dar a un vestibulo decorado con azulejos gastados, algunos ya con rajas, otros con la pintura desvaida por el tiempo; la luz de la calle era la unica iluminacion, se derramaba por

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