estadounidense, de modales afables y calidos, sino el despiadado hombre de negocios.
– Tom, estamos pagandole dos mil dolares por semana y ofreciendole un premio de medio millon de dolares si consigue recuperar la investigacion oculta del profesor Toscano. ?Quiere o no quiere ese dinero?
Tomas vacilo, conmovido por el tono frio de las palabras de su interlocutor.
– Pues… claro que lo quiero.
– Entonces vaya a la
Tomas, pasado el primer instante de sorpresa por el repentino cambio de humor de su interlocutor, sintio que algo se sublevaba bullendo en sus entranas, trepando por su estomago, imparable. Tuvo ganas de levantarse e irse, no admitia que le hablasen en ese tono. Su rostro se sonrojo, era el rubor y el calor de una furia mal contenida. Se levanto de la bancada de piedra, despechado, sin saber adonde ir; vio el bloque de marmol de la tumba de Fernando Pessoa imponiendose frente a el y, buscando una distraccion, un escape, cualquier cosa, se acerco al monumento. Un poema de Ricardo Reis clamaba grabado en la piedra:
Para ser grande, se integro: nada
tuyo exageres ni excluyas.
Se todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo minimo que hagas.
Asi en cada lago la luna toda
brilla, porque alta vive.
En aquel instante, Tomas quiso ser grande como Fernando Pessoa, mostrarse integro a Moliarti, sin excluir nada, poniendo todo cuanto era y sentia en las palabras que se le estrangulaban en la garganta. Pero instantes despues, pasada la erupcion inicial, mas sereno, mas racional, reflexiono. Ser grande, ser tan grande, era un lujo que no podia darse; no quien tenia una hija que necesitaba operarse del corazon y la ayuda de un profesor que el colegio no podia pagar; no quien veia su matrimonio desmoronarse en un mar de preocupaciones por el sombrio futuro de la hija y entre los irresistibles lances de una escandinava atrevida. Dos mil dolares por semana era mucho dinero; mas aun lo era el premio de medio millon de dolares si lograba desenterrar toda la investigacion de Toscano. Y Tomas sabia que lo lograria.
Se controlo. Dio media vuelta y, vencido, resignado, encaro al estadounidense.
– De acuerdo.
Capitulo 7
Pequenas gotas de agua se deslizaban por la superficie verde y lisa de las hojas y se acumulaban en el extremo, creciendo al punto de formar una gota grande; la gota engordaba, se hinchaba hasta hacerse demasiado nutrida; en ese momento, se inclinaba en la punta de la hoja y, despues de una breve indecision, pendiendo casi suspendida en el aire, caia pesadamente en la tierra fertil y humeda. Tras ella venia otra, y otra mas, y muchas mas por todas partes; las hojas lobuladas y brillantes de la higuera goteaban agua, goteaban tanto que parecian llorar bajo el cielo agreste y cargado de la invernada.
Sentado a la mesa del desayuno y mirando por la ventana, Tomas fijaba la vista en aquella higuera lacrimosa; la miraba pero no la veia, absorto en sus problemas, engolfado en los dilemas de su vida. Constanza habia salido hacia diez minutos, hoy le tocaba a ella llevar a Margarida al colegio. Tomas pensaba en las dos y pensaba en Lena; se interrogaba ahora, con alguna seriedad, sobre el camino que recorria, sobre el destino al que lo conducia aquel sendero incierto. Por primera vez en lo que llevaba de matrimonio era infiel y experimentaba sentimientos contradictorios en relacion con su comportamiento. Por un lado, nutria un profundo sentimiento de culpa, de verguenza, tenia una hija que necesitaba atencion y una mujer que precisaba ayuda, y alli estaba el enrollado con una alumna casi quince anos mas joven; pero, por otro lado, habia que considerar que aquella no era una alumna cualquiera, se trataba de una mujer hermosa, dispuesta, que lo habia seducido sin que el fuese capaz de resistirse. ?Que podia hacer? Era un hombre; ?y como puede un hombre decir que no a una mujer como esa?
Refunfuno. Si, argumento para sus adentros, llamandose timidamente a la responsabilidad; era un hombre, es cierto. Pero eso no significaba que se privase de su propia voluntad; que fuese una mera marioneta en manos de una mujer, por mas guapa que fuese, por mas tentadora que le pareciese; que se comportase de aquella manera, cediendo a los instintos mas primarios, a un capricho al final futil, a aquel devaneo liviano, incluso irresponsable.
Cerro los parpados y se paso la mano por el pelo, como si con ese simple acto pudiese limpiar la sordidez que sentia que le ensuciaba la mente y le corrompia el alma. Sus motivaciones lo perturbaban, es verdad, pero era mas que eso, mucho mas; la conciencia lo martirizaba, implacable, despiadada, martilleandolo con preguntas, con dudas, con dilemas, atormentandolo con las decisiones que debia tomar y las realidades que debia enfrentar, torturandolo con la imagen de sus actos, de la relacion adultera en la que se habia implicado, de la traicion que cometia contra los suyos y, en ultima instancia, contra si mismo. ?Que lo hacia realmente mantenerse enrollado con Lena? ?Seria la tentacion del fruto prohibido? ?Seria la demanda de la juventud que se le escapaba a cada instante? ?O seria el sexo, nada mas que el sexo? Sacudio la cabeza, dialogando siempre consigo mismo, examinando sus pulsiones mas profundas, mas escondidas, mas inconfesables.
No. No lo era. No era solo el sexo, no podia serlo. Le gustaria que lo fuese, pero no lo era. Seria el sexo si se hubiese satisfecho con aquella primera vez, cuando fue a almorzar a la casa de ella y acabaron los dos aferrados el uno al otro, devorandose, liberando la lascivia que los consumia y disfrutando la carne dulce de sus cuerpos, seria el sexo si ambos se hubiese limitado solamente a algunas escapadas inconsecuentes, arrebatadas pero breves; seria el sexo, solo el sexo, si se hubiese sentido vacio despues de poseerla, despues de descargar el deseo incontrolable que ella le despertaba y lo hacia arder. La verdad, no obstante, es que Tomas se habia vuelto un visitante asiduo de la sueca, despues del almuerzo se habia habituado a pasar por su apartamento, el adulterio se habia transformado en una rutina, cosa de habito, itinerario apacible en un dia de trabajo.
Habia algo en ella que despertaba sus deseos mas lubricos. Siempre habia oido decir que las mujeres de senos grandes no eran particularmente buenas en la cama; pero, si eso era verdad, Lena representaba sin duda la gran excepcion. La sueca se habia revelado como una mujer desinhibida, avida, imaginativa, preocupada por darle placer y enfatica cuando disfrutaba de su cuerpo. Ademas, se mostraba poco exigente en el dia a dia; le hacia innumerables preguntas sobre la investigacion basada en el trabajo del profesor Toscano, pero no le interrogaba sobre su vida familiar, se contentaba con el simple hecho de tenerlo cerca casi todas las tardes. El hecho es que, de una forma casi sin ataduras, manteniendo una tranquilizadora independencia, Lena se habia convertido en una parte de su vida, le otorgaba una valvula de escape, una fuga de los problemas diarios, una distraccion ludica.
Bebio el vaso de leche tibia y se repitio a si mismo la expresion que habia encontrado. Una distraccion ludica. Si, era eso mismo. Lena se habia convertido en un juguete; ella era el juguete que lo hacia volar, la muneca que, aunque solo fuera por una o dos horas, borraba de su memoria los eternos problemas de la salud de Margarida y las obligaciones frente a Constanza. Las preocupaciones cotidianas de Tomas eran el agua y Lena la esponja que la enjugaba; la amante se habia convertido en una agradable diversion en su vida, la necesitaba para distraerse, para absorber las fuentes de ansiedad que se acumulaban en el curso cotidiano. Era con ella con quien Tomas reorganizaba sus experiencias y se volvia capaz de colocarlas bajo una perspectiva; Lena lo ayudaba a explorar sus sentimientos, a experimentar comportamientos diferentes, a escapar a las dificultades de su existencia, a atenuar en cierto modo las contrariedades, a distanciarse para comprenderlas mejor. A traves de su amante, Tomas sentia que aliviaba las ansiedades que lo oprimian; su relacion se habia convertido en una especie de valvula de seguridad que lo protegia de la presion diaria de los problemas cotidianos.
De un modo extrano, misterioso, descubrio que, desde que se habia unido a Lena, se habia vuelto mas atento con su hija y mas carinoso con su mujer; era como si una relacion ayudase a la otra. Percibia que se trataba de una paradoja compleja, dificil de entender e imposible de explicar; y, sin embargo, muy real, palpable, vivida. La