tienen ningun sentido objetivo, solo una verdad subjetiva, y establecio una separacion entre la conexion de las cosas, o noumenos, y la conexion de las verdades, o fenomenos. Es decir, la verdad no es la cosa objetiva, aunque este con ella relacionada, sino la representacion subjetiva de la cosa en si. Martin Heidegger retomo esta idea y observo que la verdad es el asemejarse de la cosa al conocimiento, pero tambien el asemejarse del conocimiento a la cosa, dado que la esencia de la verdad es la verdad de la esencia.

– Ya…, no lo se -vacilo Tomas-. Me da la impresion de que no hay en eso mas que un juego de palabras.

– No, que no -nego Saraiva con energia-. Mire en su propio terreno, la historia. Los textos de historia hablan de la resistencia del lusitano Viriato a las invasiones romanas. Ahora bien, ?como puedo tener la certidumbre de que Viriato realmente existio? Solo recurriendo a los textos que hablan de el, naturalmente. Pero ?y si esos textos son fabulaciones? Como usted sabe mejor que yo, un texto historico no se enfrenta con lo real en si, sino con relatos de lo real, y esos relatos pueden ser incorrectos, cuando no incluso inventados. Siendo asi, en el discurso historico no hay verdad objetiva, sino subjetiva. Como ha observado Karl Popper, no hay nada que sea definitivamente verdadero, solo cosas que son definitivamente falsas y otras provisionalmente verdaderas.

– Eso es valido para todo -acepto Tomas-. Admito que tambien lo sea en el campo del discurso historico. Ademas, basta con leer a Marrou, Ricoeur, Veyne, Collingwood o Gallie para entender que no hay verdades definitivas en el discurso historico, que la historia es el relato de lo que ocurrio en el pasado en funcion de lo que dicen los testimonios y los documentos, todos falibles, y del trabajo del historiador, igualmente falible. Pero, si me permite que se lo diga, eso no responde a mi pregunta. -Volvio a senalar el horizonte-. Estoy viendo el mar y compruebo que es azul. ?Como se puede decir que esto es una verdad subjetiva? -Esbozo una mueca con la boca-. Que yo sepa, el azul del mar es una verdad objetiva.

– Casualmente, no lo es -replico Saraiva, sacudiendo la cabeza-. Si usted estudia el fenomeno de los colores, comprobara que de alguna forma son una ilusion. El mar y el cielo nos parecen azules debido a la manera en que la luz solar incide en la Tierra. Cuando la luz del Sol proviene de un punto cerca del horizonte, el cielo puede volverse rojizo debido a una alteracion en la distribucion de la gama de colores de los rayos solares. El cielo es el mismo, lo que se ha alterado es la gama de colores del espectro de luz debido a la nueva posicion del Sol. Eso demuestra que el mar no es azul, son nuestros ojos los que, debido a sus caracteristicas cognitivas y en funcion de la distribucion de la luz, lo captan asi. En el fondo, ese es el problema de la verdad. Como se que mis sentidos pueden enganarme, que mi raciocinio puede conducirme a conclusiones falsas, que mi memoria puede jugarme una mala pasada, no tengo acceso a lo real en si, nunca sere dueno de la verdad objetiva, de la verdad definitiva, final. Usted mira el mar y lo ve azul, un perro mira el mar y, como es daltonico, lo ve gris. Ninguno de los dos tiene acceso a lo real en si, solo a una vision de lo real. Ninguno de los dos es dueno de la verdad objetiva, sino apenas de algo menos categorico. -Abrio las palmas de las manos, como si guardase en ellas algo precioso que ahora revelaba-: La verdad subjetiva.

Tomas se froto los ojos con la mano derecha.

– Comprendo -dijo-. ?Y ahi entra Foucault?

– «Michel» Foucault surge como consecuencia de estos descubrimientos -asintio Saraiva, volviendo a acentuar el nombre de pila que Tomas habia ignorado-. Lo que hizo fue demostrar que las verdades dependian de los presupuestos de la epoca en que fueron enunciadas. Trabajando casi como un historiador, llego a la conclusion de que saber y poder se encuentran tan intrinsecamente ligados que se transforman en saber/poder: son casi dos caras de la misma moneda. En el fondo, en torno a este eje fundamental se desarrollo todo su trabajo. -Hizo un gesto dirigido a Tomas-. ?Alguna vez leyo a Michel Foucault?

– Bien… -vacilo Tomas, temiendo ofender a su interlocutor-. No.

Saraiva meneo la cabeza, con un gesto de reprobacion paternal.

– Tiene que leerlo -recomendo.

– Pero hableme sobre el.

– ?Que quiere que le diga, mon cher? Michel Foucault nacio en 1926 y era homosexual. Despues de descubrir a Martin Heidegger, se centro en Friederich Nietzsche y en su mensaje sobre el papel basico del poder en toda la actividad humana. Eso fue una revelacion que lo marco profundamente. Michel Foucault concluyo que el poder estaba por detras de todo y se dedico a la mision de analizar la forma en que el poder se ejerce a traves del conocimiento, usando el saber para imponer el control social. La mencionada alianza saber/poder.

– Pero ?donde esta escrito eso?

– Oh, en varios libros. Mire, en Les mots et les choses, por ejemplo, analizo los presupuestos y prejuicios que organizan el pensamiento en determinada epoca.

Pronuncio el nombre del libro en un frances muy parisien, con un toque chic en el acento.

Tomas tomaba notas.

– Espere un poco -dijo mientras escribia deprisa-. Les mots et les choses, ?no?

– Si. Se trata tal vez del texto mas kantiano de Michel Foucault, en el que las palabras son la manifestacion de lo real y las cosas lo propiamente real. De alguna forma, este libro contribuyo a destruir la nocion absoluta de la verdad. Pues si nuestro modo de pensar esta siempre determinado por los presupuestos y prejuicios de nuestra epoca, no es posible, entonces, llegar a la verdad objetiva. La verdad se vuelve relativa, depende del modo en que son vistas las cosas.

– Eso es lo que decia Kant.

– Claro. Por ello muchos han considerado a Michel Foucault un nuevo Immanuel Kant.

– ?No sera, tal vez, un seguidor mas? En resumidas cuentas, solo retomo las ideas de Kant…

– Michel Foucault coloco esas ideas en un nuevo contexto -replico Saraiva, preocupado por asegurarse de que su filosofo favorito no fuese visto como una especie de plagiario-. Voy a contarle una historia, mon cher. Cuando lo invitaron a dar clases en el College de France, le preguntaron cual era el titulo de su asignatura. ?Sabe que respondio?

Tomas se encogio de hombros.

– No.

– Profesor de Historia de los Sistemas de Pensamiento. -Saraiva solto una carcajada-. Deben de haberse quedado pasmados. -La risa se transformo en un suspiro de buen humor-. En el fondo, eso es lo que era, ?no? Un historiador de los sistemas de pensamiento. Ademas, quedo claro en su obra siguiente, L'archeologie du savoir. Michel Foucault definio alli la verdad como una construccion, un producto del conocimiento de cada epoca, y extendio esa vision a otros conceptos. Por ejemplo, el concepto de autor de una obra literaria. Para el, un autor no es meramente alguien que escribe un libro, sino una construccion surgida a partir de un conjunto de factores, incluidos el lenguaje, las corrientes literarias del momento y varios otros elementos sociales e historicos. Es decir, el autor no es mas que el producto de su material y de sus circunstancias.

Tomas hizo una mueca, no muy convencido.

– Eso es evidente, ?no le parece? -pregunto-. Todos somos un producto de lo que hacemos y de las circunstancias en que lo hacemos. ?Cual es la novedad?

– Una vez mas es el contexto, mon cher. Al diseccionar asi el concepto, lo esta deconstruyendo.

– Ah -exclamo Tomas, como si finalmente hubiese entendido. En realidad, sin embargo, no veia alli nada extraordinario, ni siquiera innovador, pero no queria contradecir a Saraiva ni enfriar su entusiasmo-. ?Y que mas?

Con un ojo en Tomas y el otro en el horizonte, el profesor de filosofia hizo un largo resumen de la obra de Foucault, describiendo detalladamente el contenido de la Histoire de la folie a L’age classique, de la Naissance de la clinique, de Surveiller et punir y de los tres volumenes de la Historie de la sexualite. Fue una exposicion entusiasta, que el historiador siguio con una mezcla de atencion y cautela. Con atencion porque pretendia captar elementos relevantes para el enigma; con cautela porque pensaba que los deconstructivistas tendian a sobrestimar la importancia de Foucault.

– Eso fue todo -concluyo Saraiva al final de su larga exposicion-. Dos semanas despues de entregar el

Вы читаете El codice 632
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату