aqui.
– ?Ah, no?
– Es una atraccion turistica, nada mas -dijo a modo de confidencia-. La casa es de la epoca de Cristoforo Colombo, sin duda, pero nada prueba que sea este realmente el edificio mencionado en los documentos. Se sabe que Domenico Colombo, el padre de Cristoforo, les habia alquilado a los monjes una casa junto a la Porta Soprana. Ahora bien, en aquel tiempo habia por aqui muchas casas y no hay manera de saber cual de ellas era la verdadera. Eligieron esta, como podrian haber elegido cualquier otra de la zona.
– En otras palabras, todo esto es pura patrana.
El hombre dibujo un gesto vago en el aire y curvo los labios.
– Digamos que se facilitaron un poco las cosas, ?comprende? Todo con fines turisticos y tambien para reivindicar con mas solidez el origen genoves de Colombo. -Levanto el indice y adopto una expresion grave, como haciendo una advertencia-. Lo que, por otra parte, es verdad. Que Cristoforo Colombo era genoves esta cientificamente probado y a ese respecto no hay dudas.
Tomas sonrio. Se habria sorprendido mucho de haber visto a un genoves defendiendo lo contrario.
– Si -condescendio-. Pero ?y la casa?
El italiano inclino la cabeza, como si hiciera una concesion.
– Es improbable, realmente, que esta haya sido la verdadera casa de Colombo…
El trafico era intenso y Tomas quiso coger otro taxi, pero no encontro ninguno disponible. Decidio ir caminando rumbo a la Piazza Matteotti, con la esperanza de conseguir mas adelante algun vehiculo que lo llevase a los archivos que pretendia visitar, y se interno por la Via di Porta Soprana. Sintio hambre a mitad de camino y, sin buscar mucho, fue a almorzar a un restaurante de nombre apropiado: La Cantina di Colombo. Como pagaba la fundacion, no anduvo con vueltas. Comenzo con
Se paso la tarde encerrado en la cabina de lectura de la Sala Colombiana del Archivio di Stato de Genova, instalado en el magnifico Palazzetto Criminale, en plena calle Tommaso Reggio. Era alli donde se encontraban el Archivio dei Banco di San Giorgio y el Archivio Notarile, que Tomas consulto pacientemente. Paso horas observando microfilmes y hojeando parte de los ciento ochenta y ocho documentos de Genova y Savona, comprendidos entre 1429 y 1494, y algunos posteriores, siempre tomando notas. A las cinco y media de la tarde, los encargados de los archivos le anunciaron que iban a cerrar y el visitante se vio forzado a interrumpir su trabajo.
Anduvo esa noche paseando por la Piazza delle Erbe, donde visito una estupenda libreria con manuscritos antiguos y bebio una
A la manana del dia siguiente, Tomas se sento nuevamente en la Sala Colombina del Archivio di Stato de Genova. Concentro ahora su atencion en dos volumenes colosales, ambos titulados
La enorme torre morisca, escarpada como un penasco que rasgase el cielo azul profundo, proyectaba su sombra protectora sobre los coches tirados por caballos y estacionados en la acera de la gran plaza Virgen de los Reyes. Tomas se habia acercado a un naranjo de la calle Mateos Gago y miraba la figurilla de bronce colocada en la cuspide de la torre de La Giralda, que se erguia encima de la catedral y de todo el barrio de Santa Cruz, el viejo barrio judio pegado a El Arenal, en la margen izquierda del Guadalquivir. Aquella era una zona pintoresca de la ciudad, llena de callejuelas blancas y patios coloridos, ventanas con rejas y jardines alegres, vibrando con cascadas y canales y jazmines y buganvillas, ademas de un lugar dominado por los imponentes monumentos que atestiguaban la grandeza de tiempos idos, cuando alli confluian las inconmensurables riquezas de las Americas.
El visitante acababa de llegar a Sevilla y tenia hambre. Cogio el bolso de mano y entro en el restaurante bar Giralda, situado justo al lado. Ahi dentro tuvo la impresion de haber penetrado en algun
– Antiguamente habia aqui unos banos moriscos, senor [6] -le explico el camarero, un hombre delgado y de piel grasa, con un espeso bigote negro, la barba sin afeitar, esforzandose por hablar
Tomas cerro la carta con el menu. No le atraia nada.
– ?Que me recomienda?
– ?Le gustan las tapas?
– No es mala idea. Traigame unas tapas.
– Bueno. ?Con jerez?
– ?Jerez? ?No sera mejor con vino tinto?
– Con las tapas va mejor el jerez, senor.
– Pues traiga jerez.
En diez minutos, la mesa se lleno de pequenos platos y una copa de jerez amontillado, un fino blanco seco de aspecto fresco y con un brillo dorado. El camarero le explico que era justamente la relacion entre los platitos y la copa lo que estaba en el origen de aquel plato andaluz. Por lo que parece, todo habia comenzado con el antiguo habito de colocar un plato sobre una copa de jerez, para «taparlo». Con el tiempo, empezaron a servirse aceitunas o queso en el plato, practica que se extendio mas tarde a otros alimentos. Cuando los andaluces la incorporaron, ya las tapas abarcaban una vasta variedad de colores y sabores, tal como era ahora visible en la mesa del visitante portugues.
Tomas se paso media hora picando de los diferentes platos sin dejar ni una sobra. No habia duda, penso, mientras contemplaba los manjares repartidos por la mesa e iba probando un poco de aqui y un poco de alla; viajar era una de las mejores cosas que existian, sobre todo si lo hacia a expensas de otros; rompia la rutina, paseaba, veia cosas nuevas, se llenaba con los mejores sabores de la vida. ?Habra en el mundo algo mas agradable? Comodamente sentado en el bar Giralda, disfruto sobre todo de los mejillones a la marinera, mejillones servidos con una salsa de cebolla y ajos salteados, con vino blanco, aceite, zumo de limon y perejil; pero el salpicon de mariscos, con su mezcla de langosta, cangrejo y gambas a la vinagreta con cebollas y pimientos rojos, no le iba a la zaga, asi como la mezcla de pescado, verduras alinadas, huevos cocidos, gambas y aceitunas de las banderillas; el resto incluia jamon serrano, albondigas, patatas bravas, ensalada de pimientos rojos y fritura de pescado, que devoro con el popular queso manchego y pan. Remato la comida con unos churros cubiertos de azucar y, considerando que aun tenia que trabajar, un cafe colombiano bien fuerte.
Despues del almuerzo salio a la calle y camino por la imponente plaza Virgen de los Reyes, con el proposito de hacer mejor la digestion. Alli la vida parecia detenida y las personas indolentes, no habia prisas ni carreras.
