– Si, mi teniente coronel. Fue renido.
429-Es verdad. Fue renido -coincidio Mardel-. Pero ?sabe que es verdaderamente relevante en lo que vimos en el cielo?
– ?La victoria del aeroplano ingles, mi teniente coronel?
– No, capitan. Eso fue agradable, pero no lo mas importante. Lo mas significativo fue el comportamiento del primer aeroplano boche. ?No reparo en nada extrano, capitan?
– Huyo al ver el aeroplano ingles.
– Tampoco es eso. Eso es relevante, pero no lo mas extrano. Lo verdaderamente insolito es que no abrio fuego sobre nuestras lineas. Sin duda, sabe lo que eso significa.
Afonso se acomodo en la silla, incomodo con ese metodo de interrogatorio continuo, se sentia de vuelta en el colegio primario de Rio Maior, donde lo forzaban a responder a las preguntas del profesor, solo que esta vez no era Manoel Ferreira poniendolo a prueba con la cartilla Joao de Deus, [9] sino su superior jerarquico.
– Estaba en observacion -dijo finalmente, esperando acertar.
– Exacto. Su mision era observar nuestras lineas desde el aire, probablemente sacando fotografias. Y por eso, sin duda, evito el combate, su mision no era enfrentarse. Pero ?sabe lo que me esta perturbando realmente, a mi y a todo el comando del CEP?
– No, mi teniente coronel.
– Lo que nos esta perturbando es notar un creciente interes de los boches en nosotros. Han aumentado las patrullas enemigas, aparecen cada vez mas aeroplanos de observacion, se ve a oficiales boches observandonos con prismaticos. En fin, estan estudiandonos y nosotros comenzamos a ponernos nerviosos.
– ?Los boches estan estudiando al CEP?
– Exacto, capitan.
– ?Y sabe cual es el objetivo?
– No. Suponemos que quieren hacer un
Bebieron un sorbo mas de cafe, el capitan sorprendido por el lenguaje telegrafico que se imponia en el colorido lexico de su superior jerarquico. Afonso dejo la taza y pronuncio la que sospechaba que era la frase clave de la conversacion.
– Tendremos que enterarnos de que es lo que ocurre.
– Exacto, capitan -coincidio Mardel, esta vez con solemnidad, acentuando la palabra «exacto» y pronunciandola de manera pausada. El teniente coronel se inclino entonces hacia delante y fijo los ojos en su interlocutor-. Hace ya algunos dias que estamos pensando en esto, pero el comportamiento del primer aeroplano boche ha despejado todas las dudas y hemos tomado una decision definitiva. Tenemos que efectuar un
– ?Yo, mi teniente coronel? ?Por que yo?
– ?Por que usted no? ?Tiene miedo?
Lanzo la pregunta con tono de desafio, de provocacion, como para probar su masculinidad, y Afonso se dio cuenta de que no tenia opcion. El capitan suspiro.
– Miedo tenemos todos, mi teniente coronel. Pero tendre mucho gusto en preparar ese plan y ejecutarlo.
El rostro de Mardel se ilumino con una amplia sonrisa.
– Sabia que podia contar con usted, capitan Brandao -dijo-. Le comunicare al general Simas su disponibilidad, se quedara satisfecho.
El general Simas Machado era el comandante de la 2a Division y, al igual que el general Gomes da Costa, de la 1a Division, respondia solo ante el general Tamagnini Abreu, el comandante del CEP.
– ?Y el mayor Montalvao? -pregunto Afonso, preocupado por no pasar por encima del comandante de la Infanteria 8, no queria problemas con su superior jerarquico.
– He hablado con el hace poco y le he pedido que me haga el honor de ser yo quien le proponga preparar el
– Muy bien -dijo el capitan-. ?Cual es el objetivo tactico de la operacion?
– El plan tiene tres objetivos -contesto Mardel, siempre telegrafico, y levanto los dedos uno a uno-. Uno: capturar prisioneros para obtener informaciones. Dos: mostrar al enemigo capacidad de combate. Tres: elevar la moral de nuestras tropas.
– ?La moral de las tropas?
– Exacto. Como sabe, la gente lleva ya demasiado tiempo en las lineas y comienza a estar saturada. Lisboa no manda refuerzos y no tenemos manera de dar descanso a los hombres. A falta de algo mejor, puede ser que un espectacular golpe de mano anime a los soldados.
– Ya veo -dijo Afonso sin gran conviccion. Sorbio el ultimo trago de cafe y dejo indolentemente la taza-. ?Cuando quiere que comience esta operacion?
– Dentro de un mes -indico Mardel-. No se de prisa, estudie bien las cosas, observe el terreno, busque los puntos debiles del enemigo, establezca pautas de accion. Estamos a finales de la primera semana de febrero; tiene que preparar bien los detalles del
El teniente coronel se levanto de la silla y Afonso lo imito. Mardel le extendio la mano, se despidieron y el capitan salio del puesto de Laventie y regreso pensativo y muy preocupado a su refugio de Picantin, con los ojos perdidos en un punto infinito.
Capitulo 12
Agnes se sentia cansada. Sin embargo, hizo un esfuerzo por mantener una expresion sonriente al pasar por la enfermeria. Se habia quedado toda la noche de guardia y su turno se acercaba al final, pero habia que mantener una apariencia fresca ante los pacientes, era importante para que no decayese la moral de estos durante su convalecencia. Ademas, le gustaba el trabajo que hacia, desde el comienzo de la guerra nunca se habia sentido tan util, tan necesaria, tan empenada en la vida, asumia el cansancio con avidez de trabajo, con el alma integramente dedicada a la tarea que tenia en sus manos, el sueno de infancia se concretaba, al fin era Florence Nightingale, un angel de consolacion gravitando en un antro de dolor y sufrimiento.
El cambio que se habia producido en su vida se debia a su capitan. Gracias a unos hilos movidos por Afonso, habia entrado hacia una semana al servicio en el hospital Mixto de Medicina y Cirugia, en la retaguardia, escapando al tedio del cuartel general de Saint Venant y a los incomodos lances del teniente Trindade,
Agnes cruzo apresuradamente la enfermeria esa manana porque la habia informado el bedel de que un oficial se habia presentado a la puerta del hospital pidiendo hablar con ella. Supuso que se trataba de Afonso, que su portugues estaba de regreso de las trincheras, pero existia tambien la pavorosa posibilidad de que fuese una mala noticia, un amigo de su amante con la terrible novedad, temia todos los dias que lo que le habia ocurrido a Serge