la mente. Para ser oficial es necesario hacer el curso completo en la Escuela del Ejercito, aqui en Lisboa. Para ser admitidos, los candidatos tienen que haber aprobado algunas de las asignaturas de la universidad o de la Escuela Politecnica, pero no se trata de nada muy complicado. Tienen que tener un certificado de buena conducta, un certificado de antecedentes penales de la comarca y menos de veinticuatro anos. Si fuesen menores de edad, hace falta una autorizacion del padre o del tutor. El coste de la matricula oscila entre los cinco y los seis mil reis. Existe tambien un numero limitado de plazas y los candidatos han de poseer cualidades fisicas adecuadas para servir como oficiales, pero yo consigo arreglarte eso hablando con el comandante de la escuela, el general Sousa Telles, que suele visitar a mi padre.
Espero tus noticias. Dale un beso a Carolina.
Carinos de
Augusto
Dona Isilda tomo una decision en cuanto acabo de leer la carta. Fue a hablar con Carolina, le conto que lo sabia todo y le dijo que llamase al muchacho. Queria conversar con el.
Afonso aparecio en la Casa Pereira al atardecer. Carolina lo introdujo, nerviosa, en el despacho de su madre. Informado de que dona Isilda estaba al tanto del noviazgo, le costo mirarla a los ojos y se sento abatido en la silla, retorciendose las manos apoyadas sobre sus piernas. No sabia que decir y ella mantuvo un silencio pesado. Solamente lo rompio cuando se quedaron a solas.
– Vaya sacerdote que me ha salido -comento dona Isilda con frialdad.
Afonso no dijo nada. Miraba al suelo, cohibido, con ganas de desaparecer de alli. Se sentia un traidor, alguien que habia abusado de la confianza de quien le habia prestado su ayuda. -Si no he entendido mal, estas saliendo con mi hija. Sintiendo que era una pregunta, el chico solto un grunido de asentimiento.
– Y quieres casarte con ella.
Afonso jamas habia pensado en eso, se quedo incluso sorprendido de que dona Isilda llevase el asunto tan lejos y tan rapido, pero supuso en aquel instante que seria de mal tono negar que sus intenciones fueran honestas, asi pues, volvio a asentir, esta vez con un silencioso movimiento de la cabeza.
– ?Y se puede saber como pretendes mantenerla?
Afonso se encogio aun mas en la silla. No tenia respuesta para esta pregunta, nunca se habia enfrentado a semejante perspectiva. Se quedo callado y con los ojos bajos, al tiempo que unas gotas de sudor le brotaban de la frente. Hubo una nueva pausa pesada.
– Por tanto, si no he entendido mal, no tienes medios para mantenerla y quieres casarte con ella -concluyo dona Isilda con un suspiro, como quien dice que ya se lo imaginaba. Una pausa mas-. Yo podria, claro esta, colocarte en la tienda como dependiente, siempre ganarias algo, pero eso no alcanza. Como quiero lo mejor para mi hija, he decidido ayudarte a completar los estudios de modo que cuentes con medios para mantenerla.
El muchacho alzo la cabeza, con los ojos desorbitados.
– Gracias, dona Isilda -balbucio.
– No me agradezcas nada todavia -interrumpio la viuda de forma aspera-. He hablado con un primo mio y existe la posibilidad de que ocupes una vacante en la Escuela del Ejercito. Para dar mi consentimiento al noviazgo, quiero a cambio que te inscribas en esa escuela y te hagas oficial.
– Pero eso es caro, dona Isilda.
– No te preocupes por los gastos, que ese es mi problema. Lo que quiero es que se acaben los flirteos con Carolina mientras no te hagas oficial, no vaya a ocurrir una desgracia. Cuando salgas de alli siendo alferez, ya estaras en condiciones de formalizar la relacion con mi hija. ?De acuerdo?
Afonso la miro, indeciso.
– ?De acuerdo? -insistio la viuda, imperiosa.
– ?Cuanto tiempo dura la carrera?
– Deja que lo vea. -Saco un folleto que le habia enviado su primo y consulto la tabla-. Son dos anos para infanteria y tres para artilleria.
– ?Dos para infanteria?
– Si.
– Me apunto en infanteria.
El acuerdo quedo cerrado y dona Isilda, presurosa, mando inmediatamente a Afonso a la casa de su primo Augusto, con el pretexto de que el joven necesitaba prepararse para la admision en la Escuela del Ejercito. En rigor, el pretexto era verdadero.
Afonso no habia cursado el instituto ni el politecnico y necesitaba aprobar algunas disciplinas como Trigonometria Esferica, Algebra Superior, Dibujo, Geometria Analitica y Geometria Descriptiva, con lo que cubriria los requisitos curriculares necesarios para matricularse en infanteria o caballeria.
El mayor Augusto Casimiro, el primo de dona Isilda, vivia en un piso de Belem con su mujer y sus dos hijos. Cuando desembarco en el Rossio, Afonso siguio las indicaciones manuscritas por la madre de Carolina y le pidio al cochero que lo llevase hasta la Rua Direita de Belem. La familia Casimiro, que lo acogio con simpatia, le consiguio enseguida profesores particulares para las disciplinas exigidas. El muchacho tenia menos de dos meses para preparar los examenes del politecnico y conseguir, asi, los certificados que le permitirian ingresar en la Escuela del Ejercito, y se empeno con ahinco en los estudios. Sabia que no tenia otras opciones y que esta era una inesperada y preciosa segunda oportunidad. Si fallaba, regresaria a Carrachana y no le quedaria mas alternativa que seguir los pasos de su padre e ir a trabajar la tierra por la zona del Cidral o volver al aserradero donde Joaquim seguia perdiendo su juventud.
La mujer del mayor, dona Odete, debia de ser tuberculosa, porque tosia tremendamente. Afonso, imbuido de un espiritu cristiano que habia adquirido en el seminario, se multiplicaba en esfuerzos para ayudarla. Iba muchas veces a la farmacia situada en una esquina de la calle, con el rotulo por encima de las elegantes canterias de las puertas y ventanas de la fachada que anunciaba: Laboratorio Franco. Especialidades Farmaceuticas. Alli recogia las medicinas que recetaba el medico. En una de las visitas a la farmacia reparo en la fotografia de un equipo de
– ?Quienes son? -le pregunto al empleado mientras esperaba que le preparasen la receta.
El hombre sonrio.
– Es el Grupo Sport Lisboa -dijo con orgullo-. Es el
– ?Usted juega al
– Todos los domingos -exclamo, senalando enseguida al otro empleado de la farmacia-. Yo, Daniel y hasta el senor conde.
El conde era Pedro Franco, conde de Restelo y dueno del laboratorio Franco.
– ?Como se llama exactamente el equipo?
– Hombre, es el Sport Lisboa, ?nunca ha oido hablar de el?
– No.
– Ya veo que no le gusta el
– Al contrario, me gusta mucho.
– ?Le gusta el
– Pues no.
– Caramba, hombre, usted anda un poco despistado.
– Ocurre que no soy de Lisboa, he llegado hace poco tiempo.
– Ah, vale -exclamo el empleado-. El Grupo Sport Lisboa nacio en esta farmacia hace unos tres anos. Es un
– ? Y juegan bien?
– ?Si jugamos bien? -El empleado se rio-. ?Hombre, usted realmente esta en la Luna! El ano pasado quedamos en segundo lugar en el primer Campeonato de Lisboa. Segundo lugar, ?ha oido? Por delante de nosotros solo esta el Carcavellos Club y detras quedaron el Lisbon Cricket y el CIF de los hermanos Pinto Basto.
– ?Ah, si? ?Ustedes juegan con el Carcavellos Club? -pregunto Afonso, ahora genuinamente
