– Me lo ha dicho el telegrafista.
– ?Andan a tiros?
– Tal como te lo he dicho. Parece que salio a la calle el movimiento republicano y hubo algunas unidades que lo han apoyado.
– ?Cuales?
– No se muy bien cuales. El telegrafista me ha hablado de la Marina y de la Artilleria 1, pero la situacion permanece confusa.
– ?Y nosotros?
– ?Y nosotros? Nosotros, nada, estamos lejos de las cosas. El coronel se ha reunido con su Estado Mayor, los mayores y los oficiales de su confianza. Dicen ellos que han ido a conferenciar, pero creo que en realidad estan cagados de miedo y prefieren quedarse viendo como va todo para apoyar despues al vencedor.
– ?A quienes apoyas tu?
– ?Yo? Que pregunta, Afonso. Yo estoy por el Rey, ya lo sabes.
El dia se prolongo, tenso e irritante, y los oficiales del regimiento de Braga se pasaron las horas alrededor del telegrafista y conspirando en voz baja en los pasillos, unos por la Monarquia, otros por la Republica, la mayoria expectantes y sin comprometerse. El telegrafo difundia fragmentos sueltos de informacion. Segun las noticias que llegaban por cuentagotas, elementos de la Artilleria 1 y la Infanteria 16 habian ocupado la Rotunda, donde tambien se encontraban algunos cadetes de la Escuela del Ejercito y civiles armados. Se hablaba de la Carbonaria. Las fuerzas leales al Rey ocupaban el Rossio y defendian puntos estrategicos, como los bancos, el arsenal del Ejercito y el palacio de las Necesidades, donde se refugiaba el monarca. En un momento dado, llego la noticia de que uno de los jefes de los revoltosos, el almirante Candido dos Reis, se habia suicidado despues de recibir la informacion de que el golpe habia fracasado.
Poco despues de conocerse tal acontecimiento, el comandante del regimiento de Braga abandono su reunion de Estado Mayor para colocarse al lado del Rey Habia oido que ganarian los monarquicos y se apresuro a situarse del lado vencedor. Fue un error. Los barcos de la marina comenzaron a bombardear el Rossio y el palacio de las Necesidades, y una bandera blanca empunada por un diplomatico aleman, para obtener una tregua destinada a retirar a los ciudadanos extranjeros, se interpreto erroneamente como una senal de que los monarquicos se rendian. Los enemigos del Rey salieron en masa a la calle para festejar la victoria de la Republica. El regimen quedo desconcertado y, en un acceso de panico, el Rey huyo. En la manana del dia 5, los lideres del movimiento republicano subieron al balcon del ayuntamiento de Lisboa y, frente a una vasta y euforica multitud que se habia concentrado en la Praca do Municipio, Jose Reivas proclamo la Republica en Portugal.
La vida cambio mucho en Braga. El nuevo poder en Lisboa conto los fusiles monarquicos en los regimientos y procedio a la limpieza. El coronel que comandaba la Infanteria 8 recibio la jubilacion anticipada y lo mismo ocurrio con los mayores y capitanes de su confianza que habian cometido la imprudencia de apoyar a la Monarquia en el momento en que esta se desmoronaba. Pinto,
Como quedaron vacantes varios puestos de oficiales, se produjo una sarta de promociones y Afonso acabo ascendido a teniente solo un ano despues de haber acabado la Escuela del Ejercito. Pero las vacantes se seguian sin cubrir, por lo que, poco despues, le toco ser tambien promovido al alferez Pinto, tal vez porque consideraban su costilla monarquica una mera rareza de la juventud.
La Republica trajo consigo un exasperado clima anticlerical, que se tradujo en un rapido cerco a la Iglesia, fruto de la promesa del nuevo Gobierno de acabar con el catolicismo en el pais en dos generaciones. Fueron expulsados los jesuitas, la ensenanza del catolicismo se prohibio en las escuelas publicas, varios obispos acabaron destituidos o desterrados y se aprobo la ley del divorcio. En 1911 llego la hora de sancionarse la ley de la separacion de las Iglesias y el Estado, que puso fin a las subvenciones a la Iglesia y le expropio bienes, incluso propiedades. Un edicto mando cerrar todos los seminarios del pais, y el Seminario Conciliar de San Pedro y San Pablo no fue una excepcion. Mandaron a casa a profesores y alumnos, y el edificio del Largo de Sao Thiago fue entregado a la Infanteria 29.
– Este pais esta hecho un caos -se quejo amargamente el vicerrector, don Joao Basilio Crisostomo, cuando Afonso lo visito en la vispera del desalojo del edificio-. ?Valgame Dios, el poder esta por los suelos! ?Donde se ha visto perseguir asi a la Iglesia? ?Parece que hemos vuelto a la Roma antigua!
– Mantenga la calma, don Crisostomo, que todo se arreglara.
– ?Calma? ?Calma? ?Valgame Dios, Afonso! -se irrito el vicerrector, deambulando amargado entre los cajones con los bartulos, que ordenaba antes de que llegasen los hombres de la Infanteria 29-. Es una verguenza para la civilizacion lo que nos estan haciendo. Una verguenza, ?has oido? ?Y una verguenza para el uniforme que llevas puesto! ?Donde se ha visto entregar un seminario al Ejercito? ?Donde se ha visto ordenar que cierren los seminarios? Pero ?que pais es este, Virgen santisima, que pais es este que persigue asi la fe?
Los cambios se generalizaban y afectaron a casi todas las instituciones. Hasta la Escuela del Ejercito tuvo que cambiar de nombre: en 1911, comenzo a llamarse Escuela de Guerra. El Gobierno republicano reorganizo el Ejercito: abandono el modelo profesional y adopto la forma miliciana, y en la Escuela se suprimio el curso de Ingenieria Civil, quedando exclusivamente dedicada al estudio de las ciencias belicas. Rodaron cabezas monarquicas por todas partes; se entregaron los puestos clave a los republicanos, pero la mayor parte de los oficiales que ocupaban los cargos intermedios permanecian leales a la Corona exiliada y manifestaban mala voluntad frente al nuevo regimen.
La aparicion de la Republica no puso fin al desquicio propio de la inestabilidad politica en que el pais se hallaba sumido, incluso porque habia una enorme expectativa popular en relacion con los republicanos: la expectativa de que sus politicas conducirian pronto a la estabilidad y a la prosperidad que ellos, naturalmente, no lograron satisfacer. En honor a la verdad, solo podian recriminarse a si mismos, tan alto habia sido el liston que presentaron cuando hacian oposicion a la Monarquia. Para contener los precios de los productos alimenticios basicos, el nuevo Gobierno creo una tabla de precios independiente de la ley de la oferta y la demanda. Como resultado, y a pesar de que la tabla no siempre era respetada, la produccion agricola bajo en calidad y en cantidad. En los mercados comenzaron a escasear los cereales, las alubias, la patata y la carne, y hasta comenzo a consumirse un pan oscuro y maloliente.
El descontento crecia, en particular en el norte, liderado por el clero. Los propios republicanos estaban divididos, con Afonso Costa a la cabeza de los radicales, Antonio Jose Teixeira de los moderados, y Brito Camacho al frente de los conservadores. Las medidas radicales, tanto en el combate a la Iglesia como en la politica economica y social eran invariablemente llevadas a cabo por Afonso Costa, con Teixeira y Camacho horrorizados ante lo que consideraban excesos reformistas. Como si no bastase con toda esta confusion, tambien los monarquicos se encontraban divididos, con los fieles del Rey en el exilio mostrandose mas moderados en su oposicion a la Republica que otro grupo, encabezado por Paiva Couceiro, que se habia refugiado en Galicia y se preparaba para tomar las armas. En medio de este clima efervescente se multiplicaban los rumores y se hablaba de golpes de Estado, de nuevas revoluciones, de guerra civil.
Aunque no fuese ajeno a los problemas que lo rodeaban, Afonso vivio con insoslayable placer su condicion de teniente. El sueldo era mejor que el de alferez, las comidas en el comedor de los oficiales no eran malas a pesar de la crisis, iba a la misa en la Seo, se sentaba siempre por debajo del magnifico organo, como en sus tiempos de seminario, y disfrutaba de la complicidad de nuevos amigos, sobre todo del teniente Pinto.
En compania del Zanahoria, Afonso adquirio el gusto por las cosas dulces de la vida. Se pasaban el dia jugando al
Los jueves y domingos por la noche, Afonso y los demas oficiales se juntaban con las familias en torno al
