oficiales.
– Son unos burros -considero Baltazar-. Si vosotros os fueseis de licencia, ?volveriais?
– Solo si fuese un tonto -admitio Vicente, meneando la cabeza-. Pero ya llevamos aqui mas de seis meses, ya hemos pagado mas de la cuenta, ?no? Ni los gringos aguantan tanto tiempo en el frente, ?no habeis visto a los ingleses de la linea izquierda, en Fleurbaix, que ya se han retirado a descansar? Y nosotros aun aqui. Que traigan a otros a esta carniceria.
– Ademas -medito Matias-, esa mierda de los treinta dias de licencia no es ninguna novedad, ya antes de Sidonio nos dijeron lo mismo, y la verdad es que aun no hemos visto nada.
El ambiente entre los hombres del CEP no era de los mejores y se deterioraba dia tras dia, el cansancio los desgastaba y el ejemplo que venia de arriba no era alentador. Los lanudos veian a los aliados rotando regularmente a los soldados; dias antes, incluso, habian sustituido a la 38a Division Britanica, la vecina de la izquierda del CEP, por la 12a Division despues de haber permanecido solamente tres meses en la linea. Matias podia ser un hombre respetuoso con la jerarquia, pero no era estupido y saco sus conclusiones cuando comenzo a ver a los propios oficiales portugueses pasando al frente de los soldados. La verdad es que todos disfrutaban de licencias que, en la practica, estaban vedadas a los soldados. El sentimiento de injusticia, que crecia desde hacia algun tiempo entre los soldados, comenzo a afectar profundamente el estado de animo en las trincheras. Donde unos minutos antes predominaba la euforia, se imponia ahora la angustia, la incertidumbre, la duda.
– Los tipos de Portugal se cagan en nosotros, ?no te das cuenta? -exclamo Vicente, en medio de abundantes gestos, frustrado y molesto, ansiaba desesperadamente volver a casa-. Sidonio ha dado el golpe y nos ha abandonado, no nos ha mandado refuerzos, no ha mandado la tercera division que Afonso Costa les prometio a los gringos.
– Pero, al fin y al cabo, ?con quien esta en guerra Alemania, eh? -quiso saber Baltazar, levantando la voz-. ?Esta en guerra con Portugal o solo con el CEP? ?Eh? ?Con quien esta en guerra? ?Es que parece que Portugal no tiene nada que ver con esta mierda, joder, parece que la guerra es solo con nosotros!
– Los boches tienen razon -declaro Vicente, sacudiendo desanimado la cabeza-. Los politicos nos engatusaron y ahora se lavan las manos.
Vicente se referia a los folletos que, lanzados por los alemanes, informaban a los hombres del CEP sobre la nueva politica de guerra de Sidonio Paes. El
– ?No habeis visto lo que paso con el mayor Gomes? -intervino Baltazar-. Pidio licencia para ir a Portugal, la consiguio antes que nadie y se marcho. Despues, alego que estaba enfermo y se quedo alla.
– ?Y el coronel Antunes? -anadio Vicente-. Me dijeron que el tipo presento los papeles en Aveiro jurando que andaba con problemas de salud.
– ?Problemas de salud? -pregunto Matias con una sonrisa ironica, volviendo a romper su silencio-. Debe de ser diarrea. ?No os acordais acaso de que el hombre se cago todo la noche aquella en que los disparos casi alcanzaron el refugio donde el estaba escondido, en Marmousse?
Todos se rieron, encantados, recordando la escena que entonces narro el ordenanza del coronel, Alfredo, que lo habia visto todo.
– Categoria -exclamo Baltazar, dandose una palmada en el muslo.
– Si el tio es de Aveiro ha de ser un cagon -intervino Vicente, siempre acido en sus comentarios sobre los oficiales-. Y como es un cagon, a la hora de volver tambien debe de haberse cagado, pobre.
A varios de ellos ya les habia pasado lo mismo, se cagaron en los pantalones una o dos veces durante un bombardeo, sobre todo despues de las primeras muertes, al principio, cuando el sonido de la tempestad de fuego desatandose alrededor de ellos les helaba la sangre y liberaba sus intestinos, problema que, con el tiempo y la experiencia, aprendieron a controlar. Cagarse en los pantalones no era, en consecuencia, algo vergonzoso entre los soldados, sino solamente una senal de inexperiencia. En el grupo, comenzo a ser considerado un fenomeno natural, a fin de cuentas ellos eran lanudos, vivian en el barro como topos, compartian el rancho con ratas y el sueno con piojos y se pasaban los dias sorteando la muerte, huyendo de los
Matias se recosto en su rincon.
– Es la pura verdad -asintio el cabo, mirandose las unas sucias-. Pero la mayor verdad es que el coronel Antunes se pasea ahora en Portugal a sus anchas y nosotros aun estamos aqui.
Las sonrisas se deshicieron y todos se callaron, pensativos y resignados. Fue en ese momento cuando Baltazar comenzo a husmear el aire con inspiraciones cortas y fuertes, como un perdiguero.
– ?No oleis a ajo?
– ?Ya estas con hambre, Viejo? -pregunto Vicente.
– Un poco.
– Pero hemos comido hace una hora…
– ?Que quieres? Tengo hambre y este olorcito no ayuda.
– Aqui tienes una lata de
– Que
Y estornudo.
El capitan Afonso Brandao abrio la cigarrera plateada que Agnes le habia regalado despues de su primer encuentro amoroso, saco un Kiamil, lo encendio y se quedo con la mirada perdida en el horizonte.
– ?Te has fijado, Zanahoria? -solto sin volverse hacia su amigo-. Ya buscan enchufes para salir de aqui. Enchufes.
El teniente Pinto se paso la mano por el bigote pelirrojo y sonrio.
– Eres realmente ingenuo, Afonso. ?Y que estabas esperando?
– ?Hasta el capitan Cabrai!
– Ojala pudiese irme con el…
Afonso solto una bocanada de su Kiamil y bajo la cabeza.
– ?Sabes que es lo que no entiendo?
– ?Que?
– Que no haya una decision.
– ?Que decision?
– Una decision cualquiera, caramba, pero al menos una decision. -Miro a su amigo-. Si Sidonio piensa que es el momento de salir de la guerra, que lo asuma y nos vamos todos, no estamos haciendo nada aqui. Si Sidonio piensa que hay que quedarse, que nos envie refuerzos, que cree las condiciones para poder combatir con eficacia. ?Ahora esto? Esto no, esto no es nada, esto es no querer decidir, esto es huir de las responsabilidades.
Pinto suspiro.
– Ay, Afonso, Afonso, parece que naciste ayer, hombre.
? Cuanto tiempo hace que te digo que nos hemos metido en un embrollo, que no estamos haciendo nada aqui? Nosotros a tiros y esos tipos burlandose de nosotros…
– La cuestion no es esa, Zanahoria -dijo Afonso, que dio media vuelta para entrar en el puesto, hacia demasiado frio fuera-. La cuestion es que andamos en zigzag, primero estamos comprometidos, despues no lo