estamos y volvemos a estarlo otra vez… -se desahogo, entre abundantes gestos, irritado, mientras el teniente Pinto lo seguia hacia el interior del refugio-. Asi nadie se entiende. Por ejemplo, fijate en la payasada del sistema de licencias.

– ?Que pasa con ellas?

El capitan se sento pesadamente en la caja de municiones que servia de banco y el teniente se acomodo en el catre de alambre.

– ?Que que pasa con ellas? Pasa que son una total verguenza. Primero, eran quince dias. Despues, dijeron veinte. Mas adelante, treinta. En resumidas cuentas, estamos en cero, porque solo las disfrutan los oficiales.

– ?Y aun te quejas? Que yo sepa, el otro dia te fuiste a Paris con una licencia…

– Pero el problema, Zanahoria, no es que los oficiales disfruten de licencia, eso es normal y se la merecen. El problema es que los soldados no disfrutan un cuerno de licencia, y eso es desmoralizador para los hombres.

– ?Estas preocupado por ellos?

– Claro que lo estoy, caramba, y tu tambien deberias estarlo. ? Como nosotros, los oficiales, vamos a dirigir a unos soldados que se sienten burlados, olvidados y humillados? ?Que autoridad moral tenemos para mandarlos al combate cuando, en el momento de conseguir licencia, nosotros somos los primeros? ?Que pensaran de estos oficiales que tienden unas redes para tomar las de Villadiego y que, una vez en Portugal, van a una junta medica formada por amigotes y consiguen mil y una disculpas para no volver aqui? Es evidente que los soldaditos pueden ser analfabetos, pero no son del todo estupidos y entienden muy bien que son los unicos que no encuentran la manera de salir de aqui.

– Problema de ellos.

Afonso tiro el Kiamil consumido al suelo fangoso del puesto y aplasto la colilla con la bota, comprobando que quedaba apagado.

– No es problema de ellos, no, senor. Es un problema nuestro, ya te lo he dicho. ? Como voy a dirigir en combate a soldados que se sienten relegados de este modo? ?Que moral habra en la tropa cuando las cosas se pongan dificiles? ?Crees que es posible luchar solo contra los boches? Cuando la cosa esta que arde, necesitas de los hombres, Zanahoria. Si no estuviesen en el campo o no quisieran combatir, mira, estas perdido, no hay salida. No te olvides de eso.

– Afonso, cada uno se las arregla…

– Joder, Zanahoria, metete en la cabeza que, con esa mentalidad, nadie va muy lejos. Tenemos un cuadro de oficiales que es una verguenza, siempre conspirando, hablando mal de todo, preocupados por pasarselo bien, viendo a ver cuando pueden escaquearse…

– La verguenza no son los oficiales -interrumpio el teniente Pinto alzando la voz-. Son los politicos que nos han vendido, todos esos Afonso Costa…

– ?Quien es peor? ?Afonso Costa, que coloco a Portugal en el mapa…

– … todos esos Bernardino Machado…

– … o Sidonio Paes, que nos ha abandonado?

– … todos esos canallas de los republicanos y del Partido Democratico.

Ya no se escuchaban, ambos a gritos, cada vez mas alto, dominados por los nervios, hasta que la voz de Afonso acabo imponiendose: a fin de cuentas, aunque amigos, el era el capitan.

– Deja la politica de lado -dijo finalmente, haciendo un gesto para que se apaciguaran y evitar ese aspecto controvertido sobre el que nunca se pondrian de acuerdo-. Tal vez los politicos sean todos culpables, no lo se y para el caso no interesa. Lo que importa es que nos mandaron aqui y aqui estamos. Y, si estamos aqui, solo tenemos ahora dos opciones: o cumplimos bien nuestra mision o nos quedamos de brazos cruzados hablando mal de todo y de todos. No se lo que tu pretendes hacer, pero yo se cual es mi deber.

– Vas a cumplir bien tu mision -solto el teniente con desden.

– Exacto -asintio Afonso, que opto por ignorar la ironia que brotaba del comentario de su amigo-. No puedo aceptar el comportamiento que veo en muchos oficiales que estan lisa y llanamente cagandose en los hombres, no quieren saber si ellos estan bien, no demuestran ningun interes en compartir sus privaciones y sacrificios, ni siquiera en correr los mismos riesgos. Solo se muestran preocupados por pasarselo bien, por tirarse a las demoiselles, por salir de paseo, por llenarse de cerveza en los estaminets…

– Tiene guasa que tu digas eso, Afonso -repuso Pinto con frialdad-. Hace apenas una semana tu estabas con una demoiselle dando un paseo…

– No es lo mismo -corrigio Afonso, turbado.

– … en Paris. Ahora, lo mas curioso, querido amigo, es que tu hablas de compartir privaciones, y eso es muy bonito, pero la verdad es que te dedicas a dormir en palacetes. Y, en cuanto a correr riesgos junto a los hombres, me gustaria saber para que misiones te has postulado tu.

– Estuve dirigiendo la operacion para expulsar a los boches que atacaron nuestras trincheras en noviembre.

– Eso fue cuando ellos atacaron, que remedio tenias salvo combatir. Pero lo que me interesa saber es para cuantas misiones de patrulla y para cuantos raids te has postulado.

– Sabes muy bien que nosotros no hemos organizado raids.

– Pero ha habido patrullas todas las noches. ?En cuantas has participado tu?

– No se dio la ocasion.

– No has participado en ninguna. En ninguna, Afonso. Las patrullas estan casi exclusivamente formadas por soldados, se hacen montones de patrullas por la noche y raramente hay un oficial que las dirija. Por tanto, no me vengas con historias y a decir de nuestros oficiales que son una mierda, porque tu tambien eres uno de ellos. Tambien tu te paseas con demoiselles por la retaguardia mientras los soldados tienen que pagar por las putas de Le Drapeau Blanc, tambien tu duermes en palacetes mientras los soldados se quedan en los pajares, tambien tu te refugias en el puesto de hormigon mientras los soldados se aguantan cuando las bombas de los boches les caen en los hoyos de barro, tambien tu te quedas mirando desde la primera linea cuando los soldados tropiezan con los boches en los fosos traicioneros de la Avenida Afonso Costa. En el fondo, querido amigo, eres como yo y todos los demas. Solo hablas de manera diferente.

Afonso miro a su amigo a los ojos y se quedo un instante en silencio. Cuando hablo, hablo con intensidad, con conviccion, con la voz tranquila y segura, la mirada serena y resuelta.

– Estas equivocado, Zanahoria -dijo-. No soy como vosotros y he de daros una prueba.

Se levanto y abandono el puesto, avanzando con paso firme hacia la ronda de la tarde. Pero la certidumbre de que daria una prueba de su diferencia se fue disipando a medida que caminaba y reflexionaba sobre lo poco que sabia de si mismo. En lo mas intimo, no se hacia idea de como aplacar el miedo que frenaba sus movimientos en los instantes de puro terror. Tenia conciencia de que una cosa era hablar y otra ejecutar, sabia que, en los momentos de angustia, sus reacciones eran imprevisibles e incontrolables, la emocion se ensenorea de la mente y la animalidad se sobrepone a la humanidad. Cuantos hombres que se pasaban la vida hablando de heroismo y preparandose para la gran prueba no flaqueaban llegado el momento, mientras que otros, timidos y callados, parecian superar todo a la hora de las dificultades. ?Que era, al fin y al cabo, la temeridad sino fingimiento? ?Que era el valor sino el miedo a ser considerado un cobarde? ?Que era el heroismo sino un acto resultante del miedo social que se sobrepone al miedo animal? ?Y que era la bravura sino un momento de pura locura, un gesto insano hecho para beneficio ajeno y perjuicio propio?

El mayor Botelho acerco la vela para observar mejor los ojos del soldado. Eran mas de las tres de la manana cuando el grupo de soldados aparecio en el puesto de socorro avanzado para informar de su malestar. El mayor era el medico militar de guardia. Analizo superficialmente a los soldados, eran cuatro hombres y algunos gemian. Comenzo con el caso que le parecio mas agudo.

– ?Como se llama usted? -pregunto, observando los ojos inflamados del hombre.

– Baltazar, mi mayor.

– ?Como ha pillado esto, Baltazar?

– No lo se, mi mayor. Estaba en el refugio con mis companeros y comence a estolnudar, a estolnudar…

– A estornudar -corrigio el medico.

– Eso. Y mis companeros igual. Despues sentimos como nos ardia la nariz y la garganta, una sensacion cada

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