– Estoy casi seguro de que es pintura luminosa -comento mientras bajaba-. Lo veremos nada mas entrar.

En tanto desandaban el camino por el largo pasaje rocoso, examinaron centimetro a centimetro paredes y techo, que aparecian cubiertos de grandes conchas fosilizadas entre pequenas porciones de caliza. Al llegar a la base de la chimenea, vocearon, para que Miranda les oyese, que iban a inspeccionar el interior de la cueva.

– Apaga -pidio Varga-, que veamos si es pintura luminosa.

Las particulas de pintura arrojaban un palido resplandor verdoso en el oscuro seno de la gruta.

– Quiere decir que cuando llegan de noche, se orientan por la senal fosforescente -senalo Lista-. De todas formas, deben tener una vista muy aguda.

– Probablemente se conocen esta isla como la palma de la mano -repuso Varga, al tiempo que encendia de nuevo la potente linterna-. El letrero no pasara de ser una ayuda mas.

– Echemos una ojeada a la parte de dentro. La linterna que traia ayer no daba bastante luz. Si tienen algo almacenado aqui, ha de estar en el fondo, por encima del nivel de la marea.

El pasadizo, que en ese punto tendria unos tres metros de anchura, se prolongaba por espacio de otros cincuenta, para, de pronto, desembocar en una amplia cavidad, de suelo cubierto de rocas irregulares y alto techo con largas estalactitas.

– Esto por lo menos esta seco -dijo Varga mientras recorria la boveda con el haz luminoso. Al bajar el foco, descubrieron con asombro un grupo de siluetas humanas tumbadas entre las rocas en posturas de borracho.

– Dios mio, si parece un templo pagano -exclamo Lista con un suave silbido.

Aproximandose a la primera figura, la examinaron de cerca. Era claramente de factura humana, tallada en marmol blanco, pero la accion de las mareas de muchos siglos habia borrado los contornos y picado la superficie, hasta privarla curiosamente de rasgos.

Varga paso la mano por la cabeza de la estatua.

– Creo que estamos en presencia de lo que queda del templo de Melkart -dijo Lista en tono reverente-. Que pena que el mar haya erosionado estas figuras. En otro estado de conservacion, habria sido un monumento nacional.

Varga enfoco la linterna hacia el fondo de la gruta, donde captaron un subito movimiento sobre una de las estatuas mayores, a lo cual Lista desenfundo su pistola reglamentaria y la amartillo. Avanzaron cautelosamente hacia la escultura, que daba la impresion de tener una abundante melena negra azulada, en la cual algo parecia agitarse.

Varga rompio a reir.

– No es mas que una estrella de mar, que nos saluda moviendo los brazos.

– Pero ?y lo que parece una cabellera? -pregunto Lista sobrecogido.

Varga se acerco mas a la estatua y examino la cabeza.

– Esta cuajada de mejillones, y la estrella de mar se los esta comiendo. No hay nadie aqui.

Lista, que contemplaba con horrorizada fascinacion el repugnante animal, dijo:

– ?Y si debajo de esos mejillones estuviera la cabeza del propio Melkart, el Hercules tirio?

– Podria ser. Dejemos que lo resuelvan los arqueologos. Si esto llega a su conocimiento, bajaran aqui en manada.

Aunque registraron a fondo la amplia caverna, no encontraron nada de interes militar.

– Veamos, si tuvieras que usar este sitio como base provisional, ?donde guardarias tu el equipo y los pertrechos? -pregunto Lista a su companero.

Varga reflexiono.

– Donde estuviera bien resguardado de la pleamar -dijo-. Pero el unico lugar que ofrece aqui esa condicion es el techo, y como puedes ver, no hay nada ahi arriba.

– ?La escala de cuerda! -exclamo Lista con subita lucidez-. Termina casi a media altura del pozo. Veamos por que.

Se sirvieron del flash para sacar fotos de la camara interior y de las erosionadas estatuas, tras lo cual volvieron a la base de la chimenea. Varga ascendio en primer lugar por la escala, examinando con especial cuidado las paredes del pozo natural.

– Aqui hay una marca de la pleamar -voceo en direccion a su acompanante, mientras Miranda les observaba desde arriba-. Esta a unos doce metros de altura. Si esconden algo aqui, tiene que ser por encima de este nivel.

Estaba a punto de alcanzar el extremo superior de la escala, cuando dijo en voz alta:

– Aqui hay una grieta ancha.

– ?Es lo suficientemente grande como para que podamos entrar? -indago Lista.

– No creo; pero el brazo si puedo meterlo -enfoco con la linterna el interior de la fisura-. Hay unas cajas aqui.

– Espera, que subo -grito Lista.

Poco a poco, con ayuda del cesto que Miranda y los guardias civiles les habian bajado prendido de una cuerda, fueron vaciando el escondrijo, cuyo contenido fue izado a la superficie. El alijo consistia en ocho cajas de municiones, rotuladas en frances. En su interior descubrieron dos docenas de granadas submarinas, diez pequenas minas adhesivas, cierta cantidad de explosivo y dos fusiles de arpon.

– ?Aviso por radio a Comandancia y les pido instrucciones? -pregunto el sargento de la Guardia Civil.

– No, no lo haga -repuso Miranda-: podrian interceptar el mensaje. Habra que discurrir lo que Bernal querria que hiciesemos.

– En mi opinion -dijo Lista-, hay que retirar este material y dejar desarmado al enemigo.

– Estoy de acuerdo -repuso Miranda-. Como es natural, se daran cuenta de que hemos estado aqui, pero eso es preferible a que utilicen estas municiones para volar los barcos que tenemos en el puerto.

– Es posible que no regresen hasta el momento previsto para la operacion -dijo Lista-, y entonces sera demasiado tarde para conseguir repuestos.

– Carguemoslo en la patrullera -dijo Varga-, cuidando de no dejar rastros de nuestra visita.

Antes de salir hacia la conferencia de seguridad, Bernal recibio una llamada del inspector Ibanez, del Registro Central de Madrid.

– Te he localizado unos cuantos datos sobre Melkart, Luis. Se trata de un grupo de oficiales marroquies y argelinos, fundamentalistas musulmanes, resueltos a unificar el Magreb bajo el estricto dictado de la ley coranica. Parece ser que han conspirado para echar a Hassan II del trono, y que la organizacion se extiende por todas las fuerzas armadas marroquies.

– Una informacion muy valiosa, Esteban. ?Podrias enviarme el contenido de ese expediente?

– Te lo mando con el primer avion que salga de Barajas.

Bernal pidio a Fragela que le acompanase a la reunion oficial sobre seguridad que iba a celebrarse en Capitania. Previamente habia telefoneado al Ministerio de Defensa a fin de conseguir que fuese autorizada a titulo extraordinario la presencia del comisario gaditano, que consideraba indispensable para la buena marcha de la investigacion.

El contraalmirante Soto salio a recibirles al vestibulo y les llevo a su despacho.

– Quiero explicarle como se ha organizado la reunion, comisario. Van a asistir a ella el capitan general del Estrecho, que la presidira, y tres vicealmirantes, encargados respectivamente de los movimientos, el personal y el aprovisionamiento de la flota. Tambien contaremos con el asesoramiento del comodoro que lleva las relaciones politicas. Hemos invitado ademas al gobernador militar de Cadiz y al jefe de la Guardia Civil.

– ?Que orden se va a observar, contraalmirante?

– Despues de hacer las presentaciones, el capitan general le pedira a usted una sintesis de los casos del submarinista muerto y del asesinato del sargento Ramos. Seguidamente se aunaran informaciones, y de ahi pasaremos a resolver sobre la adopcion de contramedidas.

– Muy bien. Hemos traido los expedientes actualizados.

Mientras subian la elegante escalera de marmol que llevaba a la sala de conferencias de Capitania, Bernal reparo en un grupo de jefes de Marina que aguardaban en el rellano. Deteniendose de improviso, hizo retroceder al contraalmirante.

– ?Quien es ese que esta a la izquierda, Soto? -pregunto en tono premioso.

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