– Pues… el vicealmirante responsable de los suministros.
– Estoy seguro de que es el mismo que vi el sabado en el Convento de la Palma, hablando con el padre Sanandres -dijo con la mirada puesta en Soto y Fragela y obligandose a pensar de prisa-. Propongo que no mencionemos para nada ni los sucesos del convento ni el complot para liberar a los dos oficiales del fuerte de Santa Catalina. Podria ser muy bien que ese vicealmirante estuviese complicado en el asunto. ?Sabe si es de ideas extremistas, Soto?
– La gente de izquierdas diria que la mayoria lo somos, comisario -respondio ironico el contraalmirante-. Y que es algo que se nos inculca con la formacion. Pero ese hombre es mas extremista que la mayor parte de nosotros.
– Tendra que ver usted que hace con el despues de la reunion -dijo Bernal-. Recuerde que la JUJEM ha decidido dejar, bajo discreta vigilancia, que los militares lleven a termino su plan, a fin de disponer de pruebas incriminatorias suficientes para llevar a los conspiradores ante un tribunal militar.
– Convengo en que es preferible no decir nada -asintio Soto en tono grave.
– Muy bien, de acuerdo. Pues entremos en el foso de los leones.
Despues de saludar a los asistentes con desmanada cortesia, el capitan general pidio a cada cual que se presentase a los demas, y seguidamente solicito a Bernal una sucinta exposicion de los incidentes registrados en la bahia. Los presentes atendieron con vivo interes a su conciso relato, en especial en lo referente a las entrevistas con el americano responsable de la seguridad de Rota. Al concluir Bernal su intervencion, el capitan general le pregunto si se habia encontrado algo en la isla de Sancti Petri.
– En ese momento mis hombres estan llevando a cabo una minuciosa exploracion junto con un destacamento de la Guardia Civil. Les he pedido que si descubren algo, me cursen un aviso urgente.
– Yo tengo una noticia que puede ser de interes -intervino el jefe de la Guardia Civil-. Un equipo nuestro ha detenido esta manana en una pension de Algeciras a dos oficiales argentinos que se hacian pasar por turistas. Se trata de agentes que llegaron a Espana hace una semana, por Madrid-Barajas, y desde entonces han sido seguidos continuamente por hombres de los servicios secretos del CESID. Llevaban consigo grandes sumas de dinero en dolares americanos, y compraron municiones en dos armerias de la capital. Luego alquilaron un automovil tipo ranchera en el que se trasladaron a Algeciras, donde compraron una lancha neumatica con motor fuera borda. Anoche intentaron una incursion de prueba en Gibraltar, cruzando la bahia al amparo de la oscuridad, y consiguieron atravesar parcialmente las defensas britanicas. Durante su ausencia, mis hombres registraron su alojamiento, donde encontraron cierta cantidad de minas adhesivas, explosivos y dos metralletas. Aunque esta claro que su objetivo era un ataque a las instalaciones britanicas, el jefe del CESID considera que una accion semejante hubiera supuesto un grave peligro tanto para nuestros ciudadanos como para los «llanitos» de Gibraltar. Consultado el presidente del Gobierno, se determino ordenar su captura y deportacion a la Argentina -en la sala cundieron murmullos que Bernal interpreto como de desaprobacion-. El presidente -continuo el jefe de la Guardia Civil- decidio asimismo informar al embajador britanico. El Gobierno opina que seria embarazoso verse mezclado en el conflicto de las Malvinas.
– Lo considero un ultraje -protesto el vicealmirante que Bernal recordaba haber visto en su visita al convento-. Debio permitirse a los argentinos llevar adelante su empresa y volar la base britanica. De esta forma, habriamos tomado el Penon, o lo que quedara de el -miro en ronda a los reunidos, como buscando su adhesion.
– Si nuestro difunto Caudillo no encontro en cuarenta anos un solo momento adecuado para dar ese paso - comento con exquisita ironia el capitan general-, mal lo tiene nuestro actual Gobierno, con tan corta existencia previsible, para llevarse ese gato al agua.
El vicealmirante le dedico una mirada furibunda, antes de clavar los dientes en su cigarro canario.
– Tampoco se nos presento nunca una oportunidad como esta -farfullo.
– Permitame que le recuerde, vicealmirante, que durante la segunda guerra mundial se presentaron toda una serie de oportunidades, pese a lo cual nunca se juzgo propicio el momento.
En ese instante intervino el oficial de relaciones politicas.
– La verdad es que los britanicos no se muestran ingratos con nosotros. Acabo de recibir un aviso de mi colega gibraltareno, en el sentido de que se han detectado movimientos de tropas al norte de Tetuan, al oeste de Axdir y al norte de Nador. Tambien se han observado actividades navales de menor importancia al sur de la isla de Alboran, que, como todos ustedes saben, nos pertenece.
– ?Como han conseguido esa informacion? -quiso saber el capitan general.
– Los movimientos de tropas fueron localizados por fotos de satelite corrientes, y la actividad naval la detecto el radar britanico.
Todos volvieron la mirada hacia el gran mapa mural del Estrecho.
– Advertiran que esos movimientos de tropas tienen lugar cerca de nuestras posesiones de Ceuta, Alhucemas, el Penon de Alhucemas y Melilla -senalo el comodoro-. He transmitido esa informacion a Madrid y al gobernador militar de nuestros territorios africanos.
– Lo que me intriga a mi -dijo el capitan general- es esto: ?que andan buscando realmente esos marroquies en este lado del Estrecho? ?Que se propone la Organizacion Melkart?
Bernal aguardo por si alguien apuntaba sugerencias. Como nadie interviniese, dijo por fin:
– Esta manana he recibido cierta informacion del Registro Central. Al parecer, Melkart es el nombre de un grupo elitista de oficiales consagrado a unificacion del Magreb y a reinstauracion de la ley musulmana rigurosa. Su objetivo podria ser muy bien dos golpes de Estado simultaneos, en Rabat y en Argel, y tambien podrian estar planeando con sus colegas tunecinos el poner fin al largo gobierno de Burguiba. No debiera sorprendemos que se propusiesen recuperar Ceuta y Melilla y los demas enclaves que tenemos en su territorio.
– ?Recuperar? -resoplo el vicealmirante extremista-. ?Esos territorios jamas fueron suyos! Pero ?se dan cuenta ustedes de la cantidad de sangre espanola que se ha derramado a lo largo de los siglos para defender nuestras posesiones del norte de Africa? Marruecos y Argelia no son mas que Estados fantoches que los contendientes sacaron del desierto despues de la segunda guerra mundial. De Gaulle hizo cuanto pudo por aferrarse a las posesiones francesas, pero al final se vio traicionado, como nuestro extinto Caudillo (que en gloria eterna este) cuando cedimos a Hassan el Sahara espanol.
– Yo no he propuesto que les entreguemos nuestros enclaves, vicealmirante -replico Bernal-. Me limito a conjeturar los propositos de esa organizacion clandestina.
– ?Cree usted seguro, comisario, que estan planeando un ataque a nuestros territorios de alli? -pregunto el capitan general.
– Estoy convencido de ello. La probable finalidad de sus actividades en la bahia de Cadiz es la de neutralizar nuestra flota, y deben de tener mucho interes en que no intervengan los norteamericanos.
– Nuestra flota se encuentra ya en Alerta Amarilla, comisario -declaro el capitan general-. ?Cree usted que deberiamos pasar a la Alerta Roja?
– Sin duda alguna, y eso es lo que he recomendado esta manana a mis superiores de Madrid -respondio Bernal con firmeza.
– Pero ?se percata usted de lo que supone eso en cuanto al coste y movimiento de fuerzas? -le interpelo el vicealmirante responsable del personal-. Habria que anular hasta el ultimo permiso y embarcar a toda la oficialidad y la marineria.
– Eso supongo -repuso Bernal-. Es mas: yo recomendaria desatracar la flota.
– ?Desatracar la flota? -exclamo el tercer vicealmirante-. Le advierto que una parte de los barcos estan en dique, en reparaciones; ponerlos a punto llevaria dias.
– Han de estarlo el sabado como mas tarde, si quieren evitar el riesgo de perderlos en puerto por sabotaje, y de paso, perder nuestras posesiones del norte de Africa -el comisario indico el mapa mural-. Propongo desatracar toda la flota de Cadiz y Cartagena, y reforzarla con unidades procedentes de El Ferrol. Las del sur deberian dirigirse a Ceuta, Alhucemas y Melilla, con tropas para reforzar esas guarniciones.
Como estallara una oleada de murmullos, el capitan general llamo al orden a los reunidos.
– Caballeros, caballeros, un poco de calma. Hay que sopesar reflexivamente las recomendaciones del comisario.
En ese dramatico momento entro en la sala un teniente con un mensaje para el capitan general, que este leyo de inmediato.
– Una urgente llamada telefonica para usted, comisario -le dijo a Bernal-. Si quiere, puede atenderla en el despacho contiguo. El teniente le indicara el camino.