tocador negro de madera lacada, luego la silla, que coloco en el espacio que quedaba entre el tocador y su cama. No era una idea genial, pero al menos deberia poder aguantar el tiempo suficiente para llamar a Roy, o quizas al 112. Si, primero al 112 y luego a Roy.
Pero cuando pulso la tecla para activar el telefono, solto un quejido de terror. No habia linea.
Y el pomo de acero inoxidable de la puerta estaba girando. Despacio. Increiblemente despacio. Como si viera una pelicula a camara lenta.
Entonces oyo golpes fuertes, como si el hombre diera patadas a la puerta o la aporreara con el martillo. El terror le agarroto el estomago. La puerta estaba moviendose, solo un poquito. Oyo que la madera se astillaba y se dio cuenta, horrorizada, de que el arcon y la silla del tocador estaban desintegrandose, lentamente.
Desesperada, corrio a la ventana. Estaba en un segundo piso, pero tal vez fuera posible saltar. Mejor que estar alli dentro. Al menos fuera en el patio, incluso herida, estaria a salvo, razono. Entonces, un escalofrio sacudio su cuerpo.
La ventana estaba cerrada y la llave habia desaparecido.
Fuera de si, busco algo pesado, repasando con la mirada los frascos de maquillaje, botes de laca, zapatos. ?Que? ?Que? Oh, por favor, Dios mio, ?que?
Tenia una lampara portatil de metal en la mesita de noche. Cogiendola por arriba, aporreo el cristal con la base plana y redonda. Reboto.
Abajo, vio a uno de sus vecinos, un joven con quien intercambiaba algunas palabras amables de vez en cuando, empujando su bici por el patio, enfrascado en una llamada de movil. Estaba mirando hacia arriba, como si intentara ver de donde venian los golpes. Ella le hizo senales freneticas con los brazos. El la saludo alegremente, y luego, mientras continuaba hablando, se dirigio con su bici hacia la verja.
Detras de ella, oyo mas golpes.
Y mas madera astillada.
Capitulo 116
Branson encontro un pequeno Nokia plateado de tarjeta escondido debajo del colchon de Norman Jecks y se lo llevo a Grace, que miraba su reloj, inquieto. Eran casi las nueve de la noche y estaba cada vez mas preocupado porque Cleo se encontraba sola en casa, a pesar de la seguridad relativa de vivir en una urbanizacion vallada.
– Metelo en una bolsa -dijo distraido, pensando que deberia enviar un coche patrulla para comprobar que Cleo estuviera bien.
Ya hacia mas de tres cuartos de hora que Nick Nicholl habia llamado al centro de operaciones para pedir que redactaran una orden de registro de los garajes de Norman Jecks y se la llevaran al mismo juez que habia firmado la otra para esta casa. Deberian haber tardado un maximo de diez minutos en completar el maldito documento, quince en llegar a la casa del juez, y la firma tendria que haber sido una formalidad de diez segundos. Luego quince minutos mas en regresar. De acuerdo, sabia que su impaciencia no le dejaba contemplar retrasos, atascos de trafico, lo que fuera, pero no le importaba. Tenia miedo por Cleo. Ahi fuera habia algo.
Tal vez un hombre que creia que estaba bien encerrado en la carcel de Lewes.
Un hombre que habia hecho las cosas mas espeluznantes que habia visto a una mujer.
PORQUE LA QUIERES
Justo cuando Branson estaba sellando la bolsa, de repente recordo la conjetura sobre el movil de tarjeta.
– De hecho, espera, Glenn. Dejame verlo.
Segun las directrices actuales, todos los telefonos incautados tenian que entregarse directamente a la Unidad de Telecomunicaciones de Sussex House, intactos. Pero en esos momentos no habia tiempo para eso, igual que tampoco habia tiempo para la mitad de las politicas nuevas que ideaban esos responsables de elaborar normas que en su vida habian puesto un pie en el mundo real.
Cogiendolo con las manos enguantadas, encendio el aparato y, aliviado, vio que no le pedia el codigo PIN. Luego intento entender como funcionaban los controles, antes de rendirse y pasarselo a Branson.
– Tu eres el experto en aparatos -dijo-. ?Puedes encontrar la lista de los ultimos numeros marcados?
Branson pulso las teclas y al cabo de unos segundos enseno a Grace la pantalla.
– Solo ha hecho tres llamadas.
– ?Solo tres?
– Si. He reconocido uno de los numeros.
– ?Y?
– Es el de la empresa de taxis Hove Streamline, 202020.
Grace anoto los otros dos, luego marco el numero de informacion telefonica. Uno correspondia al Hotel du Vin. El segundo al Lansdowne Place Hotel.
Pensativo, dijo:
– Parece que Bishop decia la verdad.
Luego un miembro del SOCO que les habia acompanado al piso grito de repente:
– Comisario, creo que tendria que ver esto.
Era un armario de articulos de limpieza justo al lado de la entrada de la cocina. Pero era evidente que alli dentro hacia tiempo que no se guardaba ninguna escoba. Grace miro asombrado. Era un centro de control en miniatura. Habia diez pequenos monitores de television en las paredes, todos apagados, una consola con una pequena silla giratoria delante y lo que parecia material de grabacion.
– ?Que demonios es esto? ?Parte de su sistema de seguridad? -pregunto Grace.
– Tiene tres entradas, no entiendo por que iba a necesitar tres monitores, senor -dijo el agente-. Y no hay ninguna camara ni dentro ni fuera de la casa. Lo he comprobado.
En ese momento Alfonso Zafferone entro en la habitacion provisto de la orden de registro firmada para los garajes de Norman Jecks.
Diez minutos despues, tras dejar que Nick Nicholl y al agente del SOCO continuaran el registro del piso, Grace y Branson llegaron a las pequenas caballerizas detras de la calle residencial ancha y arbolada de chales y casas adosadas de estilo Victoriano. Habia algunos locales pequenos: un par de talleres de coches, un estudio de diseno y una empresa de software, todos cerrados ya, y luego una hilera de garajes. Segun el documento que habian encontrado, Norman Jecks tenia alquilados los numeros 11 y 12. Las puertas de madera pintadas de azul de ambos estaban protegidas por candados robustos.
El gorila del equipo de Apoyo Local que habia aporreado la puerta del piso y cuatro miembros mas de su dotacion estaban preparados. Ya casi era de noche y en las caballerizas reinaba un silencio inquietante. Grace les informo de que cuando abrieran la puerta nadie debia entrar si daba la impresion de que el lugar estaba vacio, lo que parecia probable, para no contaminar las pruebas forenses.
Momentos despues, el ariete amarillo golpeo el centro de la puerta, astillo la madera alrededor del candado y lanzo al suelo toda la cerradura, junto con un trozo de madera irregular. Varias linternas alumbraron el interior simultaneamente, una de ellas la de Grace.
El lugar, ocupado casi por completo por un coche debajo de una funda ajustable, estaba silencioso y vacio. Olia a aceite de motor y piel vieja. En el suelo, al fondo, dos puntitos de luz roja brillaron y desaparecieron. Seguramente un raton o una rata, penso Grace mientras indicaba a todo el mundo que esperara, luego entro el y busco el interruptor. Lo encontro y se encendieron dos bombillas sorprendentemente relucientes.
Al fondo habia un banco de trabajo con una maquina parecida a las que habia visto en las tiendas que ofrecian servicios de copia de llaves. En la pared de detras estaban fijadas una variedad de llaves ciegas, perfectamente ordenadas. En todas las demas paredes habia colgadas herramientas, tambien muy bien organizadas, todas en grupos. El lugar estaba limpisimo. Demasiado. Parecia mas un salon de exposicion de instrumentos que un garaje.
En el suelo habia una maleta pequena muy antigua. Grace abrio los cierres. Estaba llena de carpetas beis