viejas, documentos empresariales, cartas y casi al final encontro un cuaderno escolar Letts azul del ano 1976. Cerro la maleta; el equipo ya repasaria despues, detenidamente, el contenido.
Luego, con la ayuda de Branson, retiro la funda del coche, y descubrieron un Jaguar Mk2 3.8 blanco y resplandeciente del 62. Estaba tan inmaculado que parecia nuevo, a pesar de la antiguedad. Como si hubiera salido de la fabrica para ir directamente a aquel lugar, sin pisar nunca una carretera.
– ?Que cochazo! -dijo Branson con admiracion-. Tendrias que pillarte uno de estos, viejo. Asi te parecerias a ese investigador de la tele, el inspector Morse.
– Gracias -dijo Grace, abriendo el maletero. Estaba vacio y parecia igual de nuevo que el exterior. Volvio a cerrarlo, luego camino hacia el fondo del garaje y se quedo mirando la maquina para copiar llaves-. ?Para que querria alguien esto?
– ?Para copiar llaves? -sugirio Branson, aportando una informacion de gran utilidad.
– ?De quien?
– Las llaves de cualquier lugar al que quieras entrar.
Entonces Grace pidio a los agentes del equipo de Apoyo Local que centraran su atencion en el garaje de al lado.
Tras astillar la puerta para abrirla, lo primero que enfoco la luz de la linterna de Grace fueron un par de placas de matricula, apoyadas en la pared. Se acerco directamente a ellas y se agacho. Las dos ponian: LJ 04 NWS.
Era la matricula del Bentley de Brian Bishop.
Seguramente la que habia fotografiado la camara de reconocimiento automatico de matriculas de Gatwick el jueves por la noche.
Encendio las luces interiores. Este garaje estaba igual de impoluto que el de al lado. En el centro del suelo habia un gato hidraulico capaz de elevar un coche entero. En las paredes de alrededor colgaban otras herramientas bien ordenadas. Cuando camino hasta el fondo y vio lo que habia encima del banco de trabajo, se detuvo en seco. Era el manual de un MG TF 160. El coche de Cleo.
– Creo que acaba de tocarnos la loteria -le dijo a Branson en tono grave.
Luego saco el movil y marco el numero de casa de Cleo. Esperaba que contestara al cabo de un par de tonos, como hacia normalmente. Pero el telefono siguio sonando, cuatro tonos, seis, ocho. Diez.
Aquello era extrano, porque el contestador estaba programado para saltar al sexto tono. ?Por que no se habia activado? Marco su movil. Sono ocho veces, luego la llamada se desvio al buzon de voz.
Algo no iba bien. Decidio que le daria un par de minutos, por si estaba en el lavabo o banandose, y luego volveria a intentarlo. Centro su atencion de nuevo en el manual del MG.
Habia varias paginas marcadas con notas adhesivas amarillas. Una senalaba el comienzo del capitulo sobre el cierre centralizado. Otra, el apartado sobre inyeccion de combustible. Volvio a marcar el numero de casa de Cleo. Sono interminablemente. Luego llamo otra vez al movil. Ocho tonos precedieron al buzon de voz. Dejo un mensaje, pidiendole que le telefoneara enseguida, su preocupacion aumentaba a cada segundo.
– ?Estas pensando lo mismo que yo? -le pregunto Branson.
– ?Que?
– ?Que es probable que tengamos en la carcel al hombre equivocado?
– Empieza a parecermelo.
– Pero no lo entiendo. Has visitado a los padres del hermano gemelo de Bishop. Has dicho que eran buena gente, ?no?
– Una pareja de ancianos tristes; parecian buena gente, si.
– Y su hijo adoptado, el gemelo de Bishop, te han dicho que habia muerto, ?no?
– Si.
– ?Y te han dado el numero de tumba en el cementerio?
Grace asintio.
– Entonces, ?como es posible que ande aun por ahi si esta muerto? ?Estamos ante un fantasma o algo asi? Bueno, ese es tu terreno, ?verdad? ?Lo sobrenatural? ?Crees que nos enfrentamos a un espiritu? ?Un alma en pena?
– Nunca he oido que un fantasma eyaculara -dijo Grace-, o que condujera un coche, o que tatuara a la gente con taladros, o que apareciera en el servicio de urgencias de un hospital con una herida en la mano.
– Los muertos tampoco hacen esas cosas -dijo Branson-. ?Verdad?
– Segun mi experiencia, no.
– Entonces, ?como es posible que tengamos uno que si?
Al cabo de unos momentos, Grace contesto:
– Porque no esta muerto del todo.
Capitulo 117
Por algun motivo, la barricada que habia improvisado todavia aguantaba, pero no resistiria mucho tiempo. Con cada golpetazo, la puerta se abria un poquito mas. La silla ya estaba destrozada; Cleo habia ocupado su lugar, la espalda contra la pata de la cama, la estructura clavandosele en la columna con un dolor atroz, las piernas estiradas contra los cajones a cada lado del tocador.
El mueble no era robusto. Estaba resquebrajandose, las bisagras iban cediendo poco a poco. En cualquier momento quedaria hecho pedazos igual que la silla. Y cuando ocurriera, el maniaco podria abrir la puerta unos cincuenta centimetros por lo menos.
«?Roy! ?Donde diablos estas? ?Roy! ?Roy! ?Roy!»
Podia oir como sonaban los tonos debiles de su movil, abajo. Ocho, luego paro.
Mas golpes en la puerta.
Luego un pitido apenas perceptible en el piso de abajo, su movil, que la avisaba de que tenia un mensaje.
Mas golpes.
Una astilla volo de la puerta y un terror nuevo, profundo, se arremolino en su interior.
Mas golpes.
Mas astillas y, esta vez, la cabeza del martillo atraveso totalmente la puerta.
Cleo intento controlar su respiracion dominada por el panico, para evitar hiperventilar otra vez.
«?Que puedo hacer? Por favor, ?Oh, Dios mio!, ?que puedo hacer?»
Si se movia, solo tendria unos segundos antes de que el hombre abriera la puerta de un empujon. Si se quedaba donde estaba, el tipo solo necesitaria unos minutos para hacer un agujero en la puerta, lo suficientemente grande como para meter las manos. O incluso pasar el cuerpo.
«?Roy! Oh, por favor, Roy, ?donde estas? Oh, Dios mio, ?Roy!»
Otro golpe fuerte, se desprendieron mas astillas; ahora el agujero media ya unos ocho o diez centimetros. Y podia ver una lente presionada contra el. La sombra tenue de un ojo parpadeando detras.
Por un instante creyo que iba a vomitar. Imagenes de distintas personas cruzaron su mente a toda velocidad. Su hermana, Charlie, su madre, su padre, Roy, personas que tal vez no volveria a ver.
«No voy a morir aqui.»
Oyo un crujido seco, como un tiro. Por un momento creyo que el hombre le habia disparado. Entonces, horrorizada, se dio cuenta de lo que habia ocurrido. La madera del cajon inferior derecho del tocador se habia partido y su pie descalzo lo habia atravesado. Lo retiro y presiono contra el cajon de arriba. Parecio firme, por un momento. Luego, el mueble comenzo a desmoronarse.
?Que bien se lo estaba pasando! Era como abrir una lata de sardinas que se te resiste. Una de esas en que conseguias levantar la tapa solo un poquito, de manera que podias ver las sardinas ahi debajo, tentadoras, pero aun no podias tocarlas ni saborearlas. ?Aunque sabias que al cabo de unos minutos estarias comiendotelas!
?Cleo era batalladora! Ahora la miraba fijamente, tenia la cara roja, los ojos saltones, el pelo todo enmaranado y apelmazado por el sudor. ?Seria genial hacerle el amor! Aunque era evidente que primero tendria