que calmarla o dominarla. Pero no demasiado.

Retrocedio unos pasos, luego propino tres golpes en la puerta con la suela del zapato, el zapato robusto, con tacon de metal. ?Cedio al menos unos dos centimetros! ?Lo maximo hasta ahora con un solo intento! ?Ahora empezaba lo bueno! ?La tapa se abria! ?Unos minutos mas y la tendria entre sus brazos!

Se lamio los labios. Ya podia saborearla.

Olvidandose ya del martillo, retrocedio de nuevo y dio otra patada.

Entonces oyo el timbre estridente de la puerta de entrada. Vio el cambio en la expresion de la zorra.

«?No te preocupes, no voy a contestar! No queremos que nadie perturbe nuestro nidito de amor, ?verdad?»

Le lanzo un beso. Aunque, por supuesto, ella no lo vio.

Capitulo 118

Habia ventanas a ambos lados de la puerta de la casa de Cleo, pero tenia persianas venecianas colocadas cuidadosamente para que ella pudiera ver fuera, pero era imposible que nadie pudiera ver dentro. Grace, inquieto delante de la puerta, llamo al timbre por tercera vez. Luego aporreo el panel de la ventana por si acaso.

?Por que no contestaba?

Volvio a marcar su movil. Al cabo de unos segundos lo oyo sonar en algun lugar al otro lado de la puerta. Abajo.

?Habia salido y se habia dejado el telefono en casa? ?Habia ido a comprar comida o a la licoreria? Miro su reloj. Eran las nueve y media. Luego retrocedio, para ver si podia vislumbrar algun movimiento en una de las ventanas de arriba. ?Tal vez estuviera en la terraza, preparando una barbacoa y no oia el timbre? Retrocedio un par de pasos mas y choco contra un joven con la cabeza rapada que vestia unos pantalones de lycra y una camiseta y empujaba una bici.

– ?Lo siento! -dijo Grace.

– ?Tranquilo!

Le resultaba vagamente familiar.

– Vives aqui, ?verdad? -le pregunto Grace.

– ?Asi es! -El chico senalo una casa un poco mas adelante-. Yo tambien le he visto alguna vez por aqui. Es amigo de Cleo, ?verdad?

– Si. ?Por casualidad no la habras visto esta noche? Me esta esperando, pero parece que no esta.

El joven asintio.

– Pues la verdad es que si, si la he visto… Antes. Me ha saludado desde la ventana de arriba.

– ?Saludado?

– Si… He oido un ruido y he mirado hacia arriba porque me preguntaba de donde vendria. Y la he visto en la ventana. Solo ha sido un saludo entre vecinos.

– ?Que clase de ruido?

– Una especie de estallido. Como un disparo.

Grace se puso rigido,

– ?Un disparo?

– Es lo que pense por un momento. Pero no lo era, obviamente.

Todas las alarmas de su cuerpo se dispararon.

– No tendras la llave, ?verdad?

El joven nego con la cabeza.

– No. Tengo la del apartamento 9, pero me temo que la de Cleo no. -Luego miro su reloj-. Tengo prisa.

Grace le dio las gracias. Luego, mientras el hombre se alejaba, arrastrando su bicicleta, el inspector oyo varios golpes apagados muy claros que procedian justo de arriba. Al instante, su inquietud se transformo en panico ciego.

Miro a su alrededor buscando algo pesado y vio un monton de ladrillos debajo de una lona azul, delante de la casa de enfrente, al otro lado del patio.

Se precipito hacia alli y cogio uno, luego se quito la chaqueta mientras regresaba corriendo, se envolvio la mano que sujetaba el ladrillo y dio un punetazo en la ventana izquierda de Cleo y la rompio. Mala suerte si no pasaba nada y solo habia salido un momento a la tienda. Mejor esto que correr el riesgo, penso mientras seguia reventando el cristal. Luego, con la mano libre, aparto algunas de las tablillas de la persiana.

Y mientras se apoderaba de el un terror frio y absoluto, vio el caos del agua, la pecera hecha pedazos, la mesita de cafe volcada, los libros desparramados por el salon.

– ??Cleo!! -chillo a voz en cuello-. ???Cleooooo!!! -Volvio la cabeza y vio al joven de la bicicleta, que estaba abriendo la puerta de su casa y lo miraba asustado-. ?Llama a la policia! -le grito.

Luego, haciendo caso omiso a los fragmentos irregulares de cristal que quedaban alrededor del marco, Grace se subio al alfeizar y, metiendo primero la cabeza en la habitacion, aterrizo en el suelo con las manos, se puso de pie tan deprisa como pudo y miro a su alrededor como un loco.

Entonces vio el rastro de sangre en el suelo en direccion a las escaleras.

Muerto de miedo por Cleo, las subio corriendo. Cuando llego al descansillo del primer piso y se asomo por la puerta abierta del despacho vacio, volvio a gritar su nombre.

Justo encima de el oyo su voz, apagada y tensa:

– ??Roy, ten cuidado!! ??Esta aqui!!

Sus ojos saltaron a las escaleras que llevaban al descansillo de la segunda planta. El dormitorio de Cleo a la derecha, el cuarto de invitados a la izquierda. Y la escalera estrecha que subia a la terraza. ?Al menos estaba viva, gracias a Dios! Contuvo la respiracion.

Ningun indicio de movimiento. Ningun sonido salvo los latidos acelerados de su corazon.

Deberia llamar para pedir refuerzos, pero queria escuchar, oir todos los sonidos de la casa. Lentamente, paso a paso, tan silenciosamente como pudo con sus zapatos con suelas de goma, subio la escalera hacia el segundo piso. Justo antes de llegar al rellano, se detuvo, saco el movil otra vez y llamo al 112.

– Soy el comisario Grace, necesito ayuda inmediatamente en el…

Lo unico que vio fue una sombra. Luego noto como si le atropellara un camion.

Al momento siguiente, estaba cayendo en el aire. Se despeno escaleras abajo. Luego, despues de lo que parecio una eternidad, aterrizo de espaldas en el descansillo, con las piernas levantadas encima de los escalones y un dolor agudo en el pecho, quizas una costilla fisurada o rota, penso confuso, mirando arriba, fijamente a Brian Bishop.

Bishop estaba descendiendo las escaleras, vestido con un mono verde, con un martillo de orejas en una mano y una mascara antigas en la otra. Pero no era Bishop. No podia serlo, penso su mente aturdida. Estaba en la carcel. En la prision de Lewes.

Era la cara de Brian Bishop. Su corte de pelo. Pero esa expresion no se parecia a ninguna que hubiera visto en el rostro del hombre. Estaba arrugado, casi torcido, por el odio. Norman Jecks, penso. Tenia que ser Jecks. Eran absolutamente identicos.

Jecks bajo otro peldano, levantando el martillo, los ojos encendidos.

– Me llamaste «ser maligno» -dijo-. No tienes ningun derecho a llamarme «ser maligno». Debes tener cuidado con lo que dices de la gente, comisario Grace. No puedes ir por ahi insultando.

Grace miro al hombre, preguntandose si su telefono aun estaria encendido y conectado al operador de emergencias. Con la esperanza de que asi fuera, grito tan fuerte como pudo:

– ?Apartamento 5, Gardener's Yard, Brighton!

Vio que el hombre movia los ojos, nervioso.

Entonces, arriba, se oyo de repente un chirrido de madera sobre madera.

Norman Jecks giro la cabeza un instante y miro inquieto hacia atras.

Grace aprovecho el momento. Se aupo apoyandose en los codos y le asesto una patada con el pie derecho, tan fuerte como pudo, justo entre las piernas.

Jecks profirio un grito ahogado y se quedo sin respiracion, se doblo de dolor y solto el martillo, que rodo por

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