sin moverse.
A la luz de la linterna del jefe de estacion, Grace vio la pierna izquierda del hombre extendida en un angulo extrano y por un momento penso que estaba muerto. Habia un olor acre a quemado en el aire.
– ?Eh! -grito el jefe de estacion, aterrorizado-. ?Viene un tren! ?El de las 21.50!
Grace oyo que las vias silbaban como el pitido de un diapason.
– ?Es el rapido! ?El tren de Victoria! ?El expreso!
El hombre temblaba tanto que apenas podia mantener la luz sobre Jecks, que se agarraba a la via con las manos, intentando arrastrarse hacia delante.
Grace paso un pie por encima del carril conductor y piso el balasto de detras. Queria vivo a ese cabron.
De repente, Jecks intento levantarse, pero al instante cayo hacia delante con otro aullido de dolor, le caian gotas de sangre por la cara.
– ?No! -le grito el jefe de estacion a Grace-. No cruce… ?Por ahi no!
Grace oia el sonido del tren que se aproximaba. Haciendo caso omiso de los gritos del hombre, paso la otra pierna y se detuvo en el espacio entre las dos vias, mirando a la izquierda, a las luces del expreso que rompian la oscuridad, directo hacia el, a unos segundos de distancia.
Habia un hueco al otro lado, antes de la siguiente via. Espacio suficiente, determino, asi que tomo una decision rapida y salto el segundo carril conductor. Cogiendo la pierna rota de Jecks, que era la parte de su cuerpo que mas cerca tenia, por el zapato de suela gruesa parcialmente derretida, tiro de ella con todas sus fuerzas. Las luces enfocaron hacia abajo. Escucho el grito de dolor de Jecks por encima del silbato del tren. Notaba la vibracion del suelo, las vias emitian ahora un sonido atronador. Se levanto una rafaga de viento. Volvio a tirar del hombre, ajeno al alarido de dolor, los gritos del jefe de estacion, el rugido y el pitido del tren y retrocedio, arrastrando el peso muerto por encima de la via exterior hacia el suelo irregular tan fuerte y deprisa como pudo.
Luego, perdio el equilibrio y cayo de lado sobre el espacio, la cara a unos centimetros de la via. Y oyo un chillido humano terrible.
El tren estaba pasando con gran estruendo, un remolino de aire le sacudia la ropa y el pelo, el sonido metalico de las ruedas era ensordecedor.
Una ultima rafaga de aire. Luego silencio.
Algo calido y pegajoso le salpicaba la cara.
Capitulo 119
El silencio parecio durar una eternidad. Engullendo el aire, a Grace lo deslumbro momentaneamente la luz de una linterna. Mas liquido caliente y pegajoso le alcanzo la cara. La luz se aparto de sus ojos y ahora pudo ver lo que parecia un trozo de manguera gris estrecha que le arrojaba pintura roja.
Entonces se dio cuenta de que no era pintura roja. Era sangre. Y no era una manguera, era el brazo derecho de Norman Jecks. La mano del hombre estaba cercenada.
Grace se puso de rodillas con dificultad. Jecks estaba tumbado, temblando, gimiendo, en estado de shock. Debia cortar la hemorragia, lo sabia, debia detenerla de inmediato o el hombre moriria desangrado en cuestion de minutos.
El jefe de estacion estaba a su lado.
– Dios mio -dijo-. Dios mio. Dios mio.
Dos policias se unieron a ellos.
– ?Llamad a una ambulancia! -dijo Grace. Vio caras presionadas contra las ventanas del tren parado-. ?Mirad si hay un medico en el tren!
El jefe de estacion miraba fijamente a Jecks, incapaz de apartar la vista.
– ???Que alguien llame por radio a una ambulancia!!! -grito Grace a los policias.
El hombre corrio hacia un telefono en un poste de senales.
– Ya hemos avisado -dijo uno de los agentes-. ?Esta usted bien, senor?
Grace asintio, todavia respirando hondo, concentrado en encontrar algo con que hacer un torniquete.
– Asegurate de que alguien ha ido a ayudar a Cleo Morey, apartamento 5, Gardener's Yard -dijo. Se llevo las manos a la chaqueta, pero entonces se percato de que estaba en el suelo en algun lugar de la casa de Cleo-. ?Dame tu chaqueta! -grito al jefe de estacion.
Demasiado sorprendido para preguntar, el hombre se acerco corriendo, dejo que Grace le quitara la chaqueta y volvio a marcharse al trote. Grace se levanto y, sujetandola por las mangas, la rasgo. Enrollo una manga tan fuerte como pudo en el brazo de Jecks, un poco mas arriba de donde se habia amputado. Con la otra hizo una bola y la presiono en el extremo a modo de tapon.
Luego el jefe de estacion volvio corriendo, jadeando.
– He pedido que corten la electricidad. Deberia tardar solo unos unos minutos -dijo.
Luego, de repente, la noche estallo en una cacofonia de gemidos. Era como si las sirenas de todos los vehiculos de emergencia de la ciudad de Brighton y Hove se hubieran conectado a la vez.
Cinco minutos despues, Grace viajaba, a peticion propia, en la parte de atras de la ambulancia que trasladaba a Jecks, decidido a ver a ese cabron bien encerrado en una habitacion de hospital, sin posibilidad de escaparse.
Aunque tampoco parecia que hubiera mucho riesgo. Jecks estaba atado, con un gota a gota y apenas consciente. El tecnico sanitario, que lo monitorizaba detenidamente, le dijo a Grace que a pesar de que el hombre habia perdido mucha sangre, su vida no corria peligro inmediato. Pero la ambulancia iba a toda velocidad, la sirena gimiendo. El trayecto fue movido e incomodo. Y Grace no habia querido dejar nada al azar: habia un coche patrulla delante y otro detras.
Grace cogio prestado el movil del tecnico y llamo a los dos numeros de Cleo, pero no contesto. Luego el tecnico llamo por radio y le paso con una chica del control. Una ambulancia habia acudido a Gardener's Yard, le dijo la mujer a Grace. Dos sanitarios estaban curando heridas superficiales a Cleo Morey, que se resistia a ir al hospital y queria quedarse en su casa.
Luego Grace contacto con un coche patrulla que estaba delante de la casa de Cleo y les dijo a los dos policias que esperaran alli hasta que el llegara, y tambien que localizaran a un cristalero para reparar la ventana cuanto antes.
Cuando termino de dar las instrucciones, la ambulancia ya estaba doblando a la izquierda bruscamente y subiendo la colina hacia la entrada de Urgencias del hospital.
Mientras Grace bajaba, sin perder de vista a Jecks ni un solo instante, aunque ahora el hombre parecia totalmente inconsciente, un segundo coche patrulla con la sirena puesta aparecio detras de ellos y se detuvo. Salio de el un policia joven, con la cara verde y aspecto de estar a punto de vomitar, que corrio hacia donde estaban, sosteniendo algo envuelto en un panuelo empapado de sangre.
– ?Senor! -le dijo a Grace.
– ?Que tienes ahi?
– La mano del hombre, senor. Tal vez puedan cosersela. Pero faltan algunos dedos. Las ruedas deben de haberle pasado por encima un par de veces. No hemos podido encontrarlos.
Grace tuvo que esforzarse para no decirle al joven que cuando hubiera acabado con Norman Jecks, seguramente la mano no le serviria para nada. Asi que dijo con voz grave:
– Buena idea.
Era poco mas de medianoche cuando Jecks salio del quirofano. El hospital no habia podido localizar al unico cirujano ortopedico que habia logrado recomponer extremidades cercenadas, y el cirujano general que estaba de guardia en el hospital, y que acababa de operar a un motorista, decidio que la mano estaba muy danada.
Era la mano con el vendaje del hospital, observo Grace, y solicito que la guardaran en una nevera para, al menos, conservarla para una investigacion forense. Luego se aseguro de que Jecks era instalado en una habitacion privada, en la cuarta planta, con una ventana minuscula y sin salidas de emergencia, y organizo turnos de dos policias para vigilarle las veinticuatro horas.