los nombres en el portero electronico estaban escritos a mano y borrosos. «S. Harrington» parecia razonablemente nuevo.

Bill Norris pulso el boton.

– ?Sabes? -dijo-. Soliamos ser solo cuatro en las operaciones de vigilancia. Hoy puede haber hasta veinte agentes. Una vez me meti en un lio. Habia una prostituta que era clienta de una tienda de ultramarinos que vigilabamos. Anote en el registro: «Buen culo y buenas tetas». No sento bien. Me echaron una buena bronca, si, ?el inspector de la comisaria!

Volvio a tocar el timbre.

Esperaron en silencio unos momentos. Cuando tampoco obtuvieron respuesta, Norris pulso todos los demas botones, uno tras otro.

– Momento de fastidiarle a alguien el descanso dominical. -Miro el reloj-. ?Tal vez este en misa? -Se rio entre dientes.

– ?Si? -chisporroteo de repente una voz cansada.

– Piso 4. He perdido la llave. ?Me abre, por favor? -suplico Norris.

Al cabo de un momento se oyo un ruido aspero, luego el clic de la cerradura.

El sargento abrio la puerta empujandola, se volvio hacia su joven companero y dijo en voz baja:

– Nunca digas que eres policia. O no te abriran. -Se toco la nariz con complicidad-. Ya lo iras viendo.

Curtis lo miro, preguntandose durante cuantas patrullas mas tendria que soportar este suplicio. Y por encima de todo esperaba que si alguna vez el comenzaba a parecerse a este triste imbecil alguien le cortara el rollo.

Recorrieron un pasillo corto que olia a moho y pasaron por delante de dos bicicletas y una estanteria llena de correo, principalmente folletos de pizzas y comida china para llevar. En el rellano del primer piso, escucharon el sonido de disparos, seguidos de una voz estentorea que gritaba: «?Alto!». Provenia de detras de una puerta con el numero 2.

Continuaron subiendo, pasaron por delante de la puerta del segundo piso marcada con el numero 3. La escalera se estrechaba y arriba del todo llegaron a una puerta con el numero 4.

Norris llamo con fuerza. Ninguna respuesta. Volvio a llamar, mas fuerte aun. Y una vez mas. Luego miro al agente en periodo de prueba.

– De acuerdo, hijo. Un dia te tocara a ti. ?Que harias?

– ?Echar la puerta abajo? -se aventuro Curtis.

– ?Y si esta ocupada echando un polvo?

Curtis se encogio de hombros. No sabia la respuesta.

Norris volvio a llamar.

– ?Hola! ?Senora Harrington? ?Hay alguien? ?Policia!

Nada.

Norris coloco su cuerpo fornido de lado y golpeo con fuerza la puerta, que temblo, pero no cedio. Lo intento con mas empuje y, esta vez, la puerta se abrio de repente, astillando el marco. El hombre entro disparado a un pasillo estrecho y vacio y se apoyo en la pared para no perder el equilibrio.

– ?Hola! ?Policia! -grito Norris, avanzando. Luego se volvio hacia su joven agente-. Sigueme. No toques nada. No queremos contaminar ninguna prueba.

Curtis camino de puntillas con torpeza por el pasillo, conteniendo la respiracion, tras los pasos del sargento. Delante de el, Norris abrio una puerta, luego se detuvo en seco.

– ?Joder! -exclamo-. ?Dios mio, joder!

Cuando el joven agente alcanzo al sargento, se paro de golpe, mirando con repugnancia y horror. Un escalofrio recorrio sus tripas. Queria apartar los ojos desesperadamente, pero no podia. La fascinacion morbosa que sobrepasaba en mucho el deber profesional mantenia su mirada clavada en la cama.

Capitulo 58

Roy Grace se quedo mirando el mensaje de Cleo en la pantalla de su movil:

Aclarate en Munich. Llamame cuando vuelvas.

Ni firma. Ni beso. Solo una declaracion de cabreo sencilla.

Pero al menos por fin habia respondido.

Mentalmente, escribio una contestacion seca y la desecho al instante. Luego otra, y tambien la descarto. Habia anulado la comida del domingo para ir a Munich e intentar encontrar a su esposa. ?Como debia de haberle sentado?

Pero podia mostrarse un poco comprensiva, ?no? Nunca habia mantenido en secreto la desaparicion de Sandy; Cleo lo sabia todo al respecto. ?Que eleccion le quedaba? Seguro que cualquiera habria hecho lo que el estaba haciendo en estos momentos, ?verdad?

Y, de repente, alimentado por el cansancio, el estres, el calor incesante del sol cayendo sobre su cabeza, noto un fogonazo de ira hacia Cleo. «Diablos, mujer, ?es que no puedes entenderlo, maldita sea?», penso.

Miro a Kullen y se encogio de hombros.

– Mujeres.

– ?Todo va bien?

Grace dejo el movil y mecio la pesada jarra entre sus manos.

– Esta cerveza esta bien -dijo-. Mas que bien. -Bebio un gran trago. Luego dio un sorbo al cafe, que estaba hirviendo-. No puedo decir lo mismo de muchas cosas mas. ?Sabes?

El Kriminalhauptkommisar sonrio, como si no estuviera muy seguro de como reaccionar.

Un hombre sentado a la mesa de al lado daba caladas a una pipa de brezo. El humo floto hacia ellos y, de repente, el olor recordo a Grace a su padre, que tambien fumaba en pipa. Rememoro todo el ritual: su padre introduciendo en la cana los punzones blancos, largos y finos, que se volvian rapidamente marrones; rascando el borde con un pequeno instrumento de laton; mezclando el tabaco con sus dedos largos; llenando la cazoleta y encendiendola con una cerilla Swan Vesta; prensando el tabaco y volviendola a encender. El salon se llenaba al instante con el aroma tentador del humo grisaceo. O si habian salido a pescar en una barca pequena o estaban al final del Palace Pier o en el espigon del puerto de Shoreham, Roy solia observar la direccion del viento cuando su padre sacaba la pipa y luego se aseguraba de colocarse de forma que pudiera capturar sus fragancias.

Se pregunto que habria hecho su padre en aquella situacion. Jack Grace adoraba a Sandy. Cuando estaba enfermo en la residencia, muriendose demasiado joven, a los cincuenta y cinco anos, de cancer de colon, ella se paso horas a la cabecera de su cama, hablando con el, jugando al Scrabble con el, leyendo con el el Sporting Life mientras Jack seleccionaba sus apuestas para el dia y luego ella las hacia por el. Y charlando simplemente. Se comportaron como grandes amigos desde el primer dia que Grace llevo a Sandy a casa para que conociera a sus padres.

Jack Grace siempre estuvo satisfecho de lo que tenia, era un hombre feliz de haber sido sargento de guardia hasta su jubilacion, haciendo pequenos ajustes a los coches y siguiendo las carreras de caballos en su tiempo libre; nunca albergo ninguna ambicion de seguir ascendiendo en el cuerpo. Pero era un hombre meticuloso, amante de los detalles, de los procedimientos, de no dejar cabos sueltos. Habria aprobado que Roy viniera aqui, claro que si. No le cabia la menor duda.

«Joder -penso Roy, de repente-. Munich esta lleno de fantasmas.»

– Cuentame, Roy, ?el inspector Pope conocia muy bien a Sandy? -le pregunto Kullen.

De vuelta a la realidad, a la tarea que se habia asignado para hoy, Grace contesto:

– Buena pregunta. Eran nuestros mejores amigos. Durante anos fuimos de vacaciones con ellos, todos los anos.

– ?Asi que no se…, vaya, confundiria facilmente?

– No. Y su mujer tampoco.

Un hombre joven, alto y en buena forma, que vestia una camisa amarilla y pantalones rojos, estaba recogiendo las mesas desocupadas junto a la suya. Era rubio y llevaba el pelo engominado de forma moderna.

– Disculpe -le dijo Grace-. ?Habla usted ingles?

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