ocupado explorando su pecera rectangular, como siempre. Nado despacio unos momentos, como si acechara a alguna presa invisible y, luego, de repente, se lanzo hacia algo, quizas un trocito de comida, o hacia un enemigo o amante imaginario.

A pesar de que la habitacion estaba en la sombra, y de que tenia todas las ventanas abiertas, el calor era tan pegajoso que resultaba desagradable. Tenia puesto Sky News en la television, pero el sonido estaba muy bajo y, en realidad, no prestaba atencion, solo era ruido de fondo. En la pantalla, se veia una columna de humo negro, la gente sollozaba, las imagenes temblorosas de una camara al hombro mostraban a una mujer histerica, cadaveres, edificios inhospitos, la bola de metal retorcida envuelta en llamas de lo que habia sido un coche, un hombre cubierto de sangre a quien se llevaban en una camilla. Otro domingo mas en Iraq.

Mientras tanto, su domingo tambien se consumia. Eran las doce y media, hacia un dia magnifico y lo unico que habia hecho era levantarse y tumbarse aqui abajo, en esta habitacion sombreada, hojeando seccion tras seccion de los periodicos hasta que tuvo los ojos demasiado cansados para seguir leyendo. Y tenia el cerebro demasiado cansado para pensar. La casa estaba hecha una pocilga, le hacia falta una buena limpieza, pero carecia de entusiasmo, de energia. Miro su movil, esperando ver una respuesta al mensaje que le habia mandado a Roy. «Maldito hombre», penso. Pero en realidad, era a ella a quien maldecia.

Entonces, descolgo el telefono y marco el numero de su mejor amiga, Millie.

Contesto una nina. Una voz titubeante, lenta, interminable de cinco anos dijo:

– ?Diga? Soy Jessica, ?con quien hablo, por favor?

– ?Esta tu mama? -pregunto Cleo a su ahijada.

– Mama esta bastante ocupada en estos momentos -contesto Jessica dandose importancia.

– ?Podrias decirle que soy tu tia Kelo? -Kelo era como la llamaba Millie desde que ella recordaba. Todo habia comenzado porque Millie era dislexica.

– Bueno, el tema es…, veras, tia Kelo, esta en la cocina porque hoy tenemos mucha gente a comer.

Luego, al cabo de unos momentos, oyo la voz de Millie.

– ?Eh, hola! ?Que pasa?

Cleo le conto lo que habia pasado con Grace.

Lo que siempre le habia gustado de Millie era que, por muy doloroso que pudiera ser escuchar la verdad, nunca se andaba con rodeos.

– Eres idiota, K. ?Que esperas que haga? ?Que harias tu en su lugar?

– Me mintio.

– Todos los hombres mienten. Funcionan asi. Si quieres una relacion a largo plazo con un hombre, tienes que comprender que sera con un mentiroso. Es su naturaleza, es genetico, es una maldita caracteristica darwiniana adquirida para la supervivencia, ?de acuerdo? Te dicen lo que quieren que oigas.

– Genial.

– Si, bueno, es asi. Las mujeres tambien mentimos, de un modo distinto. Yo he fingido la mayoria de los orgasmos que Robert cree que he tenido.

– No me parecen una gran base para construir una relacion, las mentiras.

– No digo que todo sean mentiras. Digo que si buscas la perfeccion, K, acabaras sola. Los unicos tipos que no van a mentirte nunca son los que estan en las neveras de tu deposito.

– ?Mierda! -dijo Cleo de repente.

– ?Que?

– Nada. Acabas de recordarme que tengo que hacer algo.

– Escucha, me van a invadir de un momento a otro. ?Robert ha invitado a un grupo de clientes a comer! ?Puedo llamarte esta noche?

– No hay problema.

Cuando colgo, miro su reloj y se dio cuenta de que habia estado tan absorta pensando en Roy que habia olvidado por completo ir al deposito. Ella y Darren habian dejado sobre una mesa el cuerpo de la mujer que habian recogido anoche en la playa, porque todas las neveras estaban llenas -se habia estropeado toda una hilera, y la estaban sustituyendo-. Un empleado de una funeraria local iria a buscar dos de los cadaveres al mediodia, y tenia que abrirle y, al mismo tiempo, meter a la mujer en una de las neveras desocupadas.

Se levanto. En el contestador tenia un mensaje de su hermana Charlie, que habia llamado sobre las diez. Sabia exactamente que le diria. Tendria que escuchar como le relataba con pelos y senales que su novio la habia dejado. ?Quiza podria convencerla para que se vieran en algun lugar al sol, en un parque o abajo en el paseo maritimo, para almorzar tarde cuando saliera del deposito? Marco el numero y, por suerte, Charlie accedio de buena gana y sugirio un lugar que conocia debajo de los Arches.

Treinta minutos mas tarde, despues de avanzar lentamente en el trafico denso que se dirigia a las playas, cruzo las verjas del deposito, aliviada al ver que la entrada lateral cubierta, donde se entregaban y descargaban los cuerpos lejos de la mirada del publico, estaba vacia. El empleado de la funeraria aun no habia llegado.

Habia bajado la capota y se animo, un poquito, al pensar en algo que Roy Grace le habia dicho hacia unas semanas, mientras se dirigian a un pub en el campo: «?Sabes? En una tarde calida, con la capota bajada, como ahora, y contigo a mi lado, ?resulta bastante dificil pensar que el mundo va mal!».

Aparco el MG azul en su lugar habitual, delante de la puerta principal del edificio del deposito, con sus paredes de revestimiento rugoso gris, y luego abrio el bolso para sacar el telefono y avisar a su hermana de que iba a llegar tarde. Pero no llevaba el movil.

– ?Joder! -dijo en voz alta.

?Como diablos se lo habia olvidado? Nunca, nunca, nunca salia de casa sin el. Su Nokia estaba unido a ella por un cordon umbilical invisible.

«Roy Grace, ?que diablos le estas haciendo a mi cabeza?»

Puso la capota, aunque solo tenia intencion de estar dentro unos minutos, y cerro el coche. Luego, de pie debajo de la camara de seguridad exterior, introdujo la llave en la cerradura de la entrada de personal y la giro.

Uno de los vehiculos de la hilera compacta de trafico que se deslizaba por la rotonda de Lewes Road, al otro lado de la verja del deposito, era un Toyota Prius negro. A diferencia de la mayoria de los coches restantes, en lugar de continuar bajando hacia el paseo maritimo, giro a la izquierda, entro en la calle siguiente paralela al deposito y luego subio lentamente por la colina empinada, flanqueada de casas adosadas pequenas a ambos lados, buscando un sitio donde aparcar. El Multimillonario de Tiempo sonrio. Habia un espacio justo delante de el, justo del tamano adecuado. Le estaba esperando.

Luego, se volvio a chupar la mano. El dolor estaba intensificandose; le embotaba la cabeza. Tampoco tenia buena pinta. Se le habia hinchado mas durante la noche.

– ?Estupida de mierda! -se quejo, en un ataque repentino de ira.

Aunque Cleo llevaba ocho anos trabajando en depositos de cadaveres, todavia no era inmune a los olores. El hedor que la golpeo hoy, al abrir la puerta, casi la tiro de espaldas, literalmente. Como todo los empleados, se habia habituado a respirar por la boca, pero la peste a carne putrefacta -agria, caustica, fetida-era penetrante y empalagosa, como impregnada de atomos extra que la envolvian como una niebla invisible, arremolinandose a su alrededor, filtrandose en cada poro de su piel.

Tan deprisa como pudo, aguantando la respiracion y olvidandose de la llamada que iba a hacer, paso corriendo por delante de su despacho y entro en el pequeno vestibulo. Cogio unos pantalones verdes limpios de un gancho, metio los pies en sus botas de agua blancas, saco un par de guantes de latex del paquete e introdujo las manos sudorosas en ellos. Luego se puso una mascarilla; no es que fuera a reducir demasiado el olor, pero algo ayudaria.

Giro a la derecha y recorrio el pasillo corto de baldosas grises hasta la sala de recepcion, contigua a la sala de autopsias principal, y encendio las luces. Habian registrado a la mujer muerta como «Desconocida», el nombre que daban a todas las mujeres sin identificar que llegaban al lugar. Cleo siempre sentia que era algo muy triste, estar muerto y sin identificar.

Yacia sobre una mesa de acero inoxidable, junto a otras tres aparcadas una al lado de la otra. El brazo desprendido descansaba entre sus piernas y el cabello le colgaba hacia atras, totalmente lacio, con un filamento minusculo de alga verde enredado en el. Cleo camino hacia ella, agitando la mano con fuerza, para apartar una

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