– Mira lo que he traido -dijo Mary, rebuscando en su magnifico bolso.

– ?Oh, es precioso! -exclamo Olivia, bajando los ojos hacia el abalorio de cuentas.

– ?A que si? Lo compro mama en Bath. ?Oh, aqui estan! -Mary extrajo dos pequenas bolas de algodon-. Son para los oidos -explico.

Olivia abrio la boca con admiracion. Y envidia.

– No tendras un par mas, ?verdad?

– No, lo siento -contesto Mary encogiendose de hombros-. El bolso es muy pequeno. -Se giro al frente-. Creo que ya va a empezar.

Una de las madres de las Smythe-Smith pidio a todo el mundo en voz alta que se sentara. La madre de Olivia miro hacia su hija, vio que Mary habia ocupado su butaca y la saludo fugazmente con la mano antes de encontrar un hueco al lado de la madre de Mary.

Olivia inspiro hondo, preparandose mentalmente para su tercer encuentro con el cuarteto de cuerda de las Smythe-Smith. El ano anterior habia perfeccionado mucho su tecnica; consistia en respirar profundamente, buscar un punto fijo en la pared que habia tras las chicas del que no tuviera que apartar la vista y reflexionar sobre los diversos y variados viajes que pudieran surgirle, por muy vulgares o poco originales que fueran:

Lugares en los que preferiria estar. Edicion 1821,

por lady Olivia Bevesltoke.

En Francia.

Con Miranda.

Con Miranda en Francia.

En la cama con una taza de chocolate y un periodico.

En cualquier parte con una taza de chocolate y un periodico.

En cualquier parte con una taza de chocolate o un periodico.

Miro hacia Mary, que parecia a punto de quedarse dormida. El algodon se le habia medio salido de las orejas, y Olivia practicamente tuvo que reprimirse para evitar sacarselo.

De haberse tratado de Winston o Miranda, se lo habria sacado sin dudarlo.

Los compases de Bach, reconocibles unicamente por su melodia barroca… bueno, ella no llamaria a eso melodia, exactamente, pero si tenia algo que ver con las notas de una escala que subian y bajaban. Fuera lo que fuera, aquello era una ofensa para los oidos y Olivia volvio a girar bruscamente la cabeza al frente.

Los ojos clavados en la pared, los ojos en la pared.

Preferiria estar:

Nadando.

Montando a caballo.

Nadando a lomos de un caballo, no.

Dormida.

Tomandose un helado.

?Valia esto ultimo como lugar? En realidad, era mas bien una experiencia, como «estar dormido», claro que dormir implicaba estar en la cama, que era un sitio. Aunque, para ser exactos, uno podia dormirse sentado. Olivia nunca lo hacia, pero su padre a menudo se quedaba dormido en el salon durante los «ratos en familia» que su madre habia establecido, y por lo visto Mary podia hacerlo incluso durante esta cacofonia.

La muy traidora. Ella jamas habria llevado algodones solamente para ella.

«Clava los ojos en la pared, Olivia».

Solto un suspiro (un poco demasiado fuerte, aunque no es que pudiera oirla nadie) y volvio a hacer sus respiraciones profundas. Se concentro en un candelabro que habia detras de la triste cabeza de la viola; no, mejor de la cabeza de la triste viola…

La verdad era que esa chica no parecia feliz. ?Sabia lo mal que tocaba el cuarteto? Porque saltaba a la vista que las otras tres no tenian ni idea. Pero la que tocaba la viola, era distinta, era…

Hizo que Olivia escuchara realmente la musica.

«?No puede ser! ?No puede ser!» Su cerebro se rebelo y volvio a retomar esas malditas inspiraciones, y…

Y entonces el recital termino, y las musicas se levantaron e hicieron unas reverencias bastantes coquetas. Olivia se sorprendio a si misma parpadeando demasiado; al parecer, no podia mover adecuadamente los ojos despues de tenerlos tanto rato clavados en un punto fijo.

– Te has dormido -le dijo a Mary, dedicandole una mirada como de decepcion.

– No es verdad.

– ?Si que lo es!

– Bueno, en cualquier caso esto ha funcionado -contesto ella, sacandose el algodon de los oidos-. No he oido casi nada. ?Adonde vas?

Olivia ya estaba a mitad de pasillo.

– Al cuarto de bano. No aguanto… -Y decidio que eso tendria que bastar. No habia olvidado que era posible que sir Harry Valentine estuviese en algun punto de la sala, por lo que si alguna situacion requeria prisa, era esa.

No es que ella fuese una cobarde, en absoluto. No estaba tratando de evitar a ese hombre, simplemente intentaba evitar que el tuviera la oportunidad de sorprenderla.

«?No hay que bajar la guardia!» Si hasta ahora no habia sido su lema, ahora lo haria suyo.

?Acaso no le impresionaria eso gratamente a su madre? Siempre le decia que fuese mas perfeccionadora. No, eso no estaba bien dicho. ?Que era lo que decia su madre? Daba igual; ya estaba casi en la puerta. Unicamente tenia que pasar junto a sir Robert Stoat y…

– Lady Olivia.

?Maldita sea! ?Quien…?

Se giro y se le encogio el corazon. Y cayo en la cuenta de que sir Harry Valentine era mucho mas alto de lo que le habia parecido desde su despacho.

– Disculpe -dijo ella sin inmutarse, porque siempre se le habia dado bastante bien actuar-. ?Nos conocemos?

Pero por la burlona curva de su sonrisa, Olivia estaba casi segura de que no habia sido capaz de disimular su fugaz sorpresa inicial.

– Perdone -le dijo el con suavidad, y ella se estremecio, porque su voz… no era como habia pensado que seria. Sonaba como el olor del brandy y le parecio que sabria a chocolate. Y no sabia muy bien por que habia sentido un escalofrio, ya que tenia bastante calor ahora-. Sir Harry Valentine -musito, haciendole con educacion una elegante reverencia-. Usted es lady Olivia Bevelstoke, ?verdad?

Olivia levanto el menton un par de centimetros, sintiendose importantisima.

– Si.

– En ese caso estoy encantado de conocerla.

Ella asintio. Probablemente deberia hablar; desde luego seria mas educado, pero sentia que su compostura peligraba y era mas aconsejable que se quedase callada.

– Soy su nuevo vecino -anadio sir Harry Valentine, que parecia un tanto divertido con su reaccion.

– ?Claro! -repuso Olivia, manteniendo el rostro inexpresivo; sir Harry no podria con ella-. Su casa esta al sur de la mia, ?verdad? -pregunto, satisfecha por el tono ligeramente indiferente de su voz-. Habia oido que estaba en alquiler.

El no dijo nada. No enseguida. Pero sus ojos se clavaron en los de ella, que necesito toda su fortaleza para mantener su expresion placida, serena y ligeramente curiosa nada mas. Olivia considero esto ultimo necesario; de no haber estado espiandole durante practicamente una semana, el encuentro le habria parecido sin duda un tanto curioso.

Era un desconocido que actuaba como si ya se conocieran.

Un desconocido, guapo.

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