Se le paso por la cabeza que ocurriria si se llevase la mano al cuello y murmurase: «?Son pustulas esto?».

Resultaba tentador. Realmente tentador.

Y sir Harry, maldito fuera, parecia que estaba como unas pascuas, como si no hubiese sitio mejor en el que estar.

Mas que aqui. Atormentandola.

– ?Mire eso! -dijo el con familiaridad-. Sebastian esta bailando con la senorita Smythe-Smith.

Olivia escudrino la sala con la mirada, decidida a no mirar hombre que tenia a su lado.

– Seguro que ella estara encantada.

Hubo una pausa y entonces sir Harry pregunto:

– ?Busca a alguien?

– A mi madre -le espeto ella con astucia. ?Acaso no habia escuchado hacia un momento?

– ?Ah…! -Afortunadamente, estuvo callado unos instantes y luego dijo-: ?Se parece a usted?

– ?Que?

– Su madre.

Olivia desvio la mirada hacia el. ?Por que le preguntaba eso? ?Por que hablaba con ella siquiera? Ya habia dicho lo que tenia decir, ?verdad?

Era un hombre repugnante. No por los papeles de la chimenea, ni el estrafalario sombrero, pero si por esto. Por el aqui y ahora. Era simplemente repugnante.

Arrogante.

Un pesado.

Y bastantes cosas mas, seguro, solo que estaba demasiado aturullada para pensar con claridad. La busqueda de sinonimos requeria una cabeza mucho mas clara de lo que podia conseguir tener en su presencia.

– Se me habia ocurrido ayudarle a buscarla -dijo sir Harry-, pero, lamentablemente, no la conozco.

– Se parece un poco a mi -explico Olivia distraidamente. Y luego, por alguna razon que no supo identificar, anadio-: Bueno, mas bien yo me parezco a ella.

Harry sonrio al oir eso, esbozo una sonrisa, y tuvo la extranisima sensacion de que por una vez el no se estaba riendo de ella. No trataba de provocarla, unicamente… sonreia.

Era desconcertante.

Olivia no pudo apartar la vista.

– Siempre he valorado la precision linguistica -dijo el en voz baja.

Ella lo miro fijamente.

– Es usted un hombre muy extrano.

Se habria muerto de verguenza, porque no era esa la clase de cosas que decia normalmente en voz alta, solo que el se lo tenia merecido. Y ahora se estaba riendo. Era de suponer que de ella.

Se toco el cuello. Tal vez, si se pellizcaba a si misma, la marca pasaria por una pustula.

Enfermedades que se como fingir,

por Olivia Bevelstoke.

Resfriado.

Dolencia pulmonar.

Migrana.

Esguince de tobillo.

Lo ultimo no era exactamente una enfermedad, pero en algunos momentos sin duda era util.

– ?Bailamos, lady Olivia?

Como ahora mismo. Solo que se le habia ocurrido demasiado tarde.

– Quiere bailar -repitio ella. Le parecia inconcebible que el quisiera bailar, y aun mas inconcebible que creyera que ella lo haria.

– Asi es -contesto el.

– ?Conmigo?

A sir Harry parecio divertirle la pregunta, aunque se mostro amable.

– Habia pensado en pedirselo a mi primo, puesto que es la unica persona de la sala cuyo parentesco conmigo puedo afirmar, pero eso provocaria un pequeno escandalo ?no cree?

– Creo que se ha acabado la musica -dijo Olivia. Si no era cierto, faltaria poco para que acabase.

– Entonces bailaremos la siguiente.

– ?No he accedido a bailar con usted! -Olivia se mordio el labio. Hablaba como una idiota. Una idiota irascible, la peor clase de idiota que habia.

– Pero lo hara -repuso el con seguridad.

Desde que Winston le dijese a Neville Berbrooke que ella estaba «interesada» en el, no habia tenido tantas ganas de pegar a un ser humano. Es mas, lo habria hecho, de haber creido que podia salirse con la suya.

– La verdad es que no tiene otra opcion -continuo el.

?Donde le doleria mas? ?En la mandibula o en un lado de la cabeza?

– ?Y quien sabe! -Sir Harry se acerco a ella, su mirada ardiente a la luz de las velas-. Puede que le guste.

En un lado de la cabeza. De todas todas. Si lo golpeaba con un movimiento amplio y arqueado, quiza le haria perder el equilibrio. Le haria gracia verlo despatarrado en el suelo. Seria una escena maravillosa. Puede que se diera un golpe con una mesa o, mejor aun, que en la caida se agarrase del mantel, llevandose consigo la ponchera y toda la cristaleria tallada de la senora Smythe-Smith.

– ?Lady Olivia?

Habria fragmentos de cristal por doquier. Tal vez sangre tambien.

– ?Lady Olivia?

Si no podia llevarlo realmente a la practica, podia al menos fantasear sobre ello.

– ?Lady Olivia? -Sir Harry le ofrecio la mano.

Ella desvio la vista hacia el. Seguia erguido y no habia ni una mota de sangre ni cristales rotos a la vista. ?Que lastima! Y esperaba claramente que ella aceptase su invitacion a bailar.

Por desgracia, se salio con la suya. Olivia no tuvo alternativa. Podia seguir insistiendo (y probablemente lo haria) en que jamas lo habia visto con anterioridad a esta velada, pero ambos sabian la verdad.

No sabia con seguridad que pasaria si sir Harry anunciaba ante la gente alli congregada que ella habia estado espiandolo cinco dias desde la ventana de su habitacion, pero bueno, eso no pasaria. Los rumores serian brutales. En el mejor de los casos tendria que esconderse en casa durante una semana para evitar el chismorreo; en el peor, podria verse instada a casarse con el palurdo ese.

?Santo Dios!

– Me encantaria bailar -se apresuro a decir Olivia, aceptando su mano extendida.

– Entusiasmo ademas de precision -dijo el en voz baja.

Ese hombre era verdaderamente raro.

Se plantaron en la pista de baile momentos antes de que los musicos levantaran sus instrumentos.

– Es un vals -dijo sir Harry nada mas oir las dos primeras notas. Olivia le lanzo una mirada de asombro y curiosidad. ?Como podia saberlo tan deprisa? ?Tenia dotes musicales? Eso esperaba. Significaba que la velada habria sido mayor tortura para el que para ella.

Sir Harry cogio su mano derecha y la sostuvo en el aire en la posicion adecuada. Como si el contacto de sus manos no fuese lo bastante alarmante, puso la otra mano donde terminaba su espalda. Estaba tibia. No, caliente. Y Olivia sintio un hormigueo en lugares muy extranos.

Habia bailado un monton de valses. Incluso tal vez cientos; pero nunca habia sentido nada parecido a esto cuando le habian puesto una mano donde la espalda perdia su nombre.

Era porque aun estaba inquieta. En su presencia estaba nerviosa. Debia de ser por eso.

La agarraba con firmeza, aunque con bastante suavidad a la vez, y parecia un buen bailarin. No, era un magnifico bailarin, mucho mejor que ella. Olivia daba el pego, pero nunca seria una gran bailarina. La gente decia

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