Eran las cuatro de la tarde. Las chicas llevaban una hora de visita, charlando sobre esto y lo otro, cotilleando (naturalmente) y comentando su eleccion de atuendo para los proximos tres actos sociales. Tenian esta clase de encuentros con asiduidad, aproximadamente una vez a la semana, y Olivia disfrutaba con su compania, si bien la conversacion carecia de la trascendencia que caracterizaba las charlas con su amiga mas intima, Miranda nee Cheever, ahora Bevelstoke.

Si, resulta que Miranda se habia casado con el hermano de Olivia. Lo cual estaba bien. Era maravilloso. Habian sido amigas desde la cuna y ahora serian hermanas hasta la muerte. Pero eso tambien significaba que Miranda ya no era una dama soltera de la que se esperaba que hiciera cosas propias de la solteria.

Actividades para damas solteras

por lady Olivia Bevelstoke, una dama soltera.

Llevar ropa de colores pastel

(puedes darte por satisfecha si tienes la complexion

adecuada para semejantes tonos).

Sonrie y reservate tus opiniones

(con cualquier grado de exito que seas capaz).

Haz lo que te digan tus padres.

Acepta las consecuencias cuando lo hagas.

Busca un marido que no se moleste en decirte

lo que tienes que hacer.

No era inusual que Olivia formulara mentalmente dichas rarezas epigraficas. Lo que explicaria por que con tanta frecuencia se sorprendia a si misma sin escuchar cuando deberia.

Y, tal vez, por que en alguna que otra ocasion habia dicho cosas que en realidad deberia haberse guardado para si. Aunque, a decir verdad, habian pasado dos anos desde que llamara a sir Robert Kent armino orondo, y, francamente, eso habia sido mucho mas condescendiente que el resto de terminos de la lista que tenia en mente.

Pero digresiones aparte, ahora Miranda tenia que hacer cosas propias de senoras casadas, que a Olivia le habria gustado enumerar en una lista, solo que nadie (ni tan siquiera Miranda, y Olivia todavia no se lo habia perdonado) queria decirle que hacian las mujeres casadas, aparte de no tener que llevar colores pastel, no tener que ir constantemente acompanadas de una carabina y parir bebes a intervalos razonables.

Olivia estaba convencida de que detras de esto ultimo habia algo mas, porque su madre salia corriendo de la habitacion cada vez que le preguntaba al respecto.

Pero volviendo a Miranda. Habia dado a luz a un bebe (Caroline, la ricura de sobrina de Olivia, por la que esta hacia toda clase de payasadas) y ahora estaba embarazada del segundo, lo que significaba que por las tardes no podia estar de palique como habitualmente. Y como a Olivia le gustaba la chachara (y la moda y el chismorreo), cada vez pasaba mas tiempo con Anne, Mary y Philomena. Y si bien a menudo eran divertidas, y nunca maliciosas, las mas de las veces decian bobadas.

Como ahora mismo.

– En cualquier caso, ?quienes lo dicen? -pregunto Olivia.

– ?Quienes? -repitio Anne.

– Si, ?quienes dicen que mi nuevo vecino mato a su prometida?

Anne hizo una pausa. Miro hacia Mary.

– ?Tu lo recuerdas?

Mary sacudio la cabeza.

– La verdad es que no. ?Sarah Forsythe, tal vez?

– No -intervino Philomena, sacudiendo la cabeza con absoluta seguridad-. Sarah no ha sido. Acaba de volver de Bath hace un par de dias. ?Libby Lockwood?

– No, Libby no -dijo Anne-. Si hubiese sido Libby, lo recordaria.

– A eso me refiero -comento Olivia-. No sabeis quien lo ha dicho. Ninguna de nosotras lo sabe.

– Pues yo no me lo he inventado -dijo Anne, un tanto a la defensiva.

– No he dicho que te lo hayas inventado. Nunca pensaria eso de ti. -Era cierto. Anne repetia casi todo lo que se manifestaba en su presencia, pero jamas se inventaba las cosas. Olivia hizo una pausa, pensativa-. ?No creeis que es la clase de rumor que convendria verificar?

Su pregunta fue recibida por tres miradas inexpresivas.

Olivia intento otra tactica distinta.

– Aunque solo sea por vuestra propia seguridad personal. Si esto fuera cierto…

– Entonces, ?tu crees que lo es? -inquirio Anne intentando aguijonearla.

– No. -?Cielo santo!-. No lo creo. Pero si lo fuera, entonces digo yo que no seria alguien con quien querriamos que se nos relacionara.

Esto fue recibido con un largo silencio, que finalmente rompio Philomena:

– Mi madre ya me ha dicho que lo evite.

– Razon por la que -continuo Olivia, que se sentia un poco como si estuviese caminando trabajosamente por el fango- deberiamos determinar su veracidad. Porque si no es cierto…

– Es muy guapo -interrumpio Mary. A lo que siguio-: Es verdad, lo es.

Olivia parpadeo unas cuantas veces, tratando de entenderla.

– Yo no lo he visto nunca -dijo Philomena.

– Siempre viste de negro -dijo Mary, como si estuviera haciendo una confidencia.

– Yo lo he visto de azul oscuro -la contradijo Anne.

– Siempre lleva colores oscuros -rectifico Mary, lanzandole a Anne una mirada de fastidio-. Y sus ojos… ?oh, podria traspasarte con la mirada!

– ?De que color son? -pregunto Olivia, imaginandose toda clase de interesantes matices; rojo, amarillo, naranja…

– Azules.

– Grises -dijo Anne.

– Gris azulado. Pero son muy penetrantes.

Anne asintio, no tenia puntualizacion alguna que hacer sobre esta afirmacion.

– ?De que color tiene el pelo? -pregunto Olivia. Seguramente este detalle les habia pasado desapercibido.

– Castano oscuro -respondieron al unisono las dos chicas.

– ?Tan oscuro como el mio? -inquirio Philomena, toqueteandose sus propios cabellos.

– Mas oscuro -dijo Mary.

– Pero no moreno -anadio Anne-. No del todo.

– Y es alto -dijo Mary.

– Siempre lo son -murmuro Olivia.

– Pero no demasiado -continuo Mary-. A mi tampoco me gustan los hombres desgarbados.

– Viviendo como vive aqui al lado tienes que haberlo visto -le dijo Anne a Olivia.

– No creo haberlo visto -musito Olivia-. Acaba de alquilar la casa a primeros de mes, y desde entonces yo he pasado una semana fuera porque los Macclesfield me invitaron a su fiesta.

– ?Cuando has regresado a Londres? -inquirio Anne.

– Hace seis dias -respondio Olivia, retomando energicamente el tema en cuestion-. Ni siquiera sabia que hubiera un soltero viviendo en la casa. -Lo cual, se le ocurrio tarde, queria decir que de haberlo sabido, habria intentado averiguar mas cosas sobre el.

Algo probablemente cierto, pero que no iba a reconocer.

– ?Sabeis de que me he enterado? -pregunto de pronto Philomena-. De que le dio una paliza a Julian Prentice.

– ?Que? -repusieron todas.

– ?Y lo mencionas ahora? -anadio Anne, con gran incredulidad.

Philomena hizo un gesto de desden con la mano.

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