– Eres un idiota -dijo Harry.

– Pero un idiota guapo -repuso Sebastian, volviendo a repantigarse de inmediato-. Y tremendamente atractivo. Eso me saca de muchos apuros.

Harry se giro y se apoyo languidamente en el marco de la ventana.

– ?A que se debe el honor?

– A que te echaba de menos.

Harry espero pacientemente.

– ?A que necesito dinero? -aventuro Sebastian.

– Eso es mucho mas probable, pero se de buena tinta que el martes pasado le aligeraste el billetero a Winterhoe soplandole cien libras.

– ?Y dices que no estas al tanto de los cotilleos?

Harry se encogio de hombros. Se enteraba de lo que le convenia.

– Fueron doscientas, para que lo sepas. Y habrian sido mas, si no hubiese aparecido el hermano de Winterhoe y se lo hubiese llevado a rastras.

Harry no hizo comentarios. No les tenia mucho carino a Winterhoe ni a su hermano, pero no pudo evitar compadecerse de ellos.

– Lo siento -dijo Sebastian, interpretando correctamente el silencio de Harry-. ?Que tal esta el joven cachorrillo?

Harry miro hacia el techo. Su hermano menor, Edward, seguia en la cama, era de suponer que durmiendo cualquier exceso que hubiera cometido la noche anterior.

– Todavia me odia. -Se encogio de hombros. La unica razon por la que Harry se habia mudado a Londres era para cuidar de su hermano pequeno, y Edward detestaba haber tenido que doblegarse a su autoridad-. Ya madurara.

– ?Estas aplicandole mano dura o simplemente haces de amigo?

Harry sintio que asomaba a sus labios una sonrisa.

– Creo que hago el papel de amigo.

Sebastian se repantigo aun mas en la silla y dio la impresion de que se encogia de hombros.

– Yo seria mas bien duro.

– Y yo diria que no es asunto tuyo -musito Harry.

– ?Para el carro, sir Harry! -lo reprendio Sebastian-. Ni que hubiese seducido a una inocente.

Harry contesto a esa frase con un movimiento de cabeza. Pese a que aparentaba todo lo contrario, Sebastian conducia su vida conforme a cierto codigo etico. No era un codigo que la mayoria de la gente aprobara, pero ahi estaba. Y si alguna vez habia seducido a una virgen, desde luego no lo habia hecho adrede.

– Me he enterado de que la semana pasada le diste una paliza a alguien -dijo Sebastian.

Harry cabeceo indignado.

– Se pondra bien.

– Eso no es lo que he preguntado.

Harry se puso de espaldas a la ventana para mirar directamente a Sebastian.

– De hecho, no has preguntado nada.

– Muy bien -dijo Sebastian con exagerada concesion-. ?Por que golpeaste a ese joven hasta hacerle papilla?

– No fue asi -contesto Harry malhumorado.

– Tengo entendido que lo dejaste inconsciente.

– Eso lo consiguio el solito. -Harry sacudio la cabeza furioso-. Estaba completamente borracho. Le di un punetazo en la cara. A lo sumo adelante diez minutos su desmayo.

– No es propio de ti golpear a otro hombre si no te ha provocado -dijo Sebastian en voz baja-, aun cuando haya bebido demasiado.

Harry tenso la mandibula. No estaba orgulloso del episodio, pero tampoco lograba lamentarlo.

– Estaba molestando a alguien -dijo con tension. Y eso era cuanto iba a decir. Sebastian lo conocia suficientemente bien para saber lo que eso significaba.

Sebastian asintio pensativo, luego solto un largo suspiro. Harry interpreto con eso que dejaria el tema y regreso a su escritorio, mirando subrepticiamente hacia la ventana.

– ?Esta ahi? -pregunto de pronto Sebastian.

Harry no fingio entenderlo mal.

– No. -Se volvio a sentar y localizo el punto del documento en ruso donde se habia quedado.

– ?Esta ahi ahora?

Esto se estaba volviendo sorprendentemente aburrido por momentos.

– Seb…

– ?Ahora?

– ?Por que estas aqui?

Sebastian se incorporo un poco.

– Necesito que el jueves vayas al recital de las Smythe-Smith.

– ?Por que?

– Le he prometido a alguien que iria, y…

– ?A quien se lo has prometido?

– Eso no importa.

– A mi si que me importa, si estoy obligado a ir.

Sebastian se ruborizo ligeramente, siempre un acontecimiento gracioso por inusual.

– Muy bien, se trata de mi abuela. La semana pasada me acorralo.

Harry gruno. De haber sido cualquier otra mujer, habria podido zafarse. Pero una promesa a una abuela… eso habia que mantenerlo.

– Entonces, ?iras? -pregunto Sebastian.

– Si -dijo Harry con un suspiro. Detestaba estas cosas, pero por lo menos en un recital uno no tenia que pasarse la velada dando conversacion para quedar bien. Podria sentarse en su butaca, no decir palabra y si tenia aspecto de aburrirse, en fin, los demas tambien lo tendrian.

– Magnifico. ?Le…?

– Espera un momento. -Harry se volvio a el con recelo-. ?Por que me necesitas? - Porque lo cierto era que Sebastian dificilmente carecia de don de gentes.

Sebastian se removio incomodo en su asiento.

– Sospecho que mi tio estara alli.

– ?Desde cuando te da eso miedo?

– No me da miedo. -Seb le lanzo una mirada de absoluta indignacion-. Pero es probable que la abuela trate de poner fin al distanciamiento y… ?oh, por el amor de Dios, que importa eso! ?Iras o no?

– Naturalmente que si. -Porque la verdad es que no lo habia puesto en duda. Si Sebastian lo necesitaba, el estaria ahi.

Sebastian se levanto y cualquier angustia que hubiera podido sentir habia desaparecido, siendo reemplazada por su acostumbrada despreocupacion.

– Te debo una.

– Me debes tantas que he dejado de contarlas.

Seb se rio al oir eso.

– Ire a despertar al cachorrillo por ti. Hasta yo creo que es una hora indecorosa para estar aun en la cama.

– Adelante. Eres lo unico que tengo que Edward respeta.

– ?Que respeta?

– Que admira -corrigio Harry. En mas de una ocasion Edward habia expresado su incredulidad por el hecho de que su hermano (al que encontraba aburrido en extremo) tuviera una relacion tan estrecha con Sebastian, su modelo a imitar en todos los aspectos.

Sebastian se detuvo en la puerta.

– ?Sigue estando el desayuno en la mesa?

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