de los dedos o tal vez una diminuta elevacion de los hombros al respirar.

Y, naturalmente, en ese momento a Harry le resultaba imposible no reparar en ella.

Le dio que pensar. ?Por que le interesaba tanto verlo encorvado sobre un fajo de papeles? Porque eso era lo que habia estado haciendo toda la semana.

Tal vez deberia animar un poco el espectaculo. En serio, seria todo un detalle por su parte. Seguramente ella se aburria como una ostra.

Podia encaramarse a la mesa y cantar.

Comer algo y fingir que se atragantaba. ?Que haria ella entonces?

Ese si que seria un dilema moral interesante. Dejo la pluma un momento, pensando en las diversas damas que habia tenido ocasion de conocer. No era tan cinico. Estaba convencido de que al menos algunas de ellas tratarian de salvarlo, aunque dudaba mucho que tuvieran las aptitudes atleticas necesarias para actuar a tiempo.

Lo mejor seria que masticara detenidamente lo que comiera.

Harry inspiro hondo y procuro devolver la atencion al trabajo. Habia tenido los ojos dirigidos hacia los papeles durante todo el rato que habia estado pensando en la chica de la ventana, pero no habia leido nada. No habia avanzado nada en los ultimos cinco dias. Suponia que podia correr la cortina, pero eso seria demasiado evidente. Especialmente ahora, a mediodia, cuando el sol daba de lleno.

Clavo los ojos en las palabras que tenia delante, pero no se podia concentrar. Ella seguia alli, seguia mirandolo fijamente, creyendo que estaba escondida tras la cortina.

?Por que demonios lo observaba?

A Harry no le hacia ninguna gracia. Era imposible que ella pudiese ver en que estaba trabajando, y aunque pudiera, dudaba mucho que supiese leer el alfabeto cirilico. Aun asi, los documentos que habia sobre su escritorio solian tratar temas delicados, a veces incluso de relevancia nacional. Si alguien lo espiaba…

Sacudio la cabeza. Si alguien lo espiaba…, no seria la hija del conde de Rudland, ?por el amor de Dios!

Y entonces, milagrosamente, desaparecio. Primero se giro, levantando el menton unos tres centimetros quizas, y luego se alejo. Habia oido un ruido; es probable que alguien la hubiese llamado. ?Que mas daba! Lo que a Harry le alegraba es que se fuera. Tenia que ponerse a trabajar.

Bajo los ojos y llevaba media pagina traducida cuando oyo:

– ?Buenos dias, sir Harry!

Era Sebastian, claramente de un humor festivo; de lo contrario, no le habria llamado sir Nada. Harry no levanto la vista del papel.

– Es por la tarde.

– No cuando uno se despierta a las once.

Harry reprimio un suspiro.

– No has llamado a la puerta.

– Nunca lo hago. -Sebastian se sento con abandono en una silla sin que al parecer reparara en que su pelo moreno le habia caido sobre los ojos-. ?Que estas haciendo?

– Trabajar.

– Trabajas mucho.

– Algunos no tenemos condados que heredar -comento Harry, intentando acabar al menos una frase mas antes de que Sebastian acaparara toda su atencion.

– Puede que si -dijo Sebastian en voz baja-, puede que no.

Era cierto. Sebastian siempre habia ocupado el segundo lugar en la linea hereditaria; su tio, el conde de Newbury, habia engendrado solamente un hijo, Geoffrey. Pero eso no habia preocupado al conde (que todavia consideraba que Sebastian era un completo gandul, pese a la decada que habia estado al servicio del Imperio de Su Majestad); al fin y al cabo, nunca hubo muchos motivos para creer que Sebastian pudiese heredar. Geoffrey habia contraido matrimonio cuando Sebastian estaba en el ejercito y su esposa habia alumbrado dos ninas, con lo que quedaba claro que su primo era capaz de tener hijos.

Pero entonces Geoffrey tuvo un acceso febril y murio. En cuanto se hizo evidente que su viuda no estaba encinta y que, por tanto, no habia a la vista joven heredero alguno para salvar el condado de la devastacion que suponia Sebastian Grey, el conde, viudo desde hacia tiempo, se habia propuesto engendrar un nuevo heredero para el titulo y con ese fin deambulaba ahora por Londres en busca de una esposa.

Lo que queria decir que nadie sabia muy bien que pensar de Sebastian. O era el heredero irresistiblemente guapo y atento de un antiguo y acaudalado condado, en cuyo caso era sin duda el mayor trofeo del mercado marital, o era el chico irresistiblemente guapo y atractivo sin herencia, en cuyo caso podia ser la peor pesadilla de una matrona de la alta sociedad.

Aun asi lo invitaban a todas partes. Y lo sabia todo de la sociedad londinense.

Razon por la cual Harry sabia que obtendria una respuesta cuando pregunto:

– ?El conde de Rudland tiene una hija?

Sebastian lo contemplo con una expresion que la mayoria interpretaria como hastio, pero que Harry sabia que significaba «zoquete».

– Naturalmente que si -dijo Sebastian. Harry decidio que lo de «zoquete» estaba implicito-. ?Por que? - inquirio.

Harry lanzo una mirada furtiva hacia la ventana, aunque ella no estaba alli.

– ?Es rubia?

– Completamente.

– ?Bastante guapa?

A Sebastian se le escapo una picara sonrisa.

– Mas que eso, a juzgar por la mayoria de los canones de belleza.

Harry fruncio las cejas. ?Que demonios hacia la hija de Rudland observandolo con tanta atencion?

Sebastian bostezo sin molestarse en disimular, pese a que Harry lo fulmino con la mirada.

– ?Alguna razon concreta para este repentino interes?

Harry contemplo la ventana de Olivia, que ahora sabia que estaba en la segunda planta, la tercera por la derecha.

– Me esta observando.

– Lady Olivia Bevelstoke te esta observando -repitio Sebastian.

– ?Ese es su nombre? -musito Harry.

– No te esta observando.

Harry se volvio.

– ?Como dices?

Sebastian se encogio bruscamente de hombros.

– Lady Olivia Bevelstoke no te necesita.

– Yo no he dicho que me necesite.

– El ano pasado recibio cinco proposiciones de matrimonio, que se habrian duplicado si no hubiera disuadido a varios caballeros antes de que hicieran el ridiculo.

– Para no interesarte los chismes sabes mucho.

– ?He dicho alguna vez que no me interesen? -Sebastian se acaricio la barbilla fingiendo seriedad-. ?Que mentiroso soy!

Harry lo fulmino con la mirada, luego se puso de pie y anduvo tranquilamente hasta la ventana, ahora que lady Olivia se habia ido.

– ?Pasa algo emocionante? -susurro Sebastian.

Harry lo ignoro, moviendo ligeramente la cabeza hacia la izquierda, aunque no es que eso sirviera mucho para mejorar su ventajosa posicion. Aun asi ella habia cenido la cortina mas de lo habitual con la abrazadera y de no ser porque el sol centelleaba contra el cristal, habria gozado de una buena vista de su habitacion. Por el momento la mejor, sin duda.

– ?Esta ella ahi? -pregunto Sebastian, su voz burlonamente tremula-. ?Te esta observando en este momento?

Harry se giro y acto seguido puso los ojos en blanco al ver que Sebastian sacudia las manos en el aire, doblando los dedos con extranos movimientos como si estuviese intentando ahuyentar un fantasma.

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