El corazon le dio un vuelco y sin decirle ni pio a Edward, subio de nuevo los escalones y entro en el recibidor. No llamo a la puerta, ni siquiera dejo de correr hasta que entro derrapando en el salon, apenas capaz de respirar.
– ?Que demonios pasa aqui? -pregunto jadeando. Olivia parecia estar estupendamente; en perfecta forma, de hecho. Estaba de pie al lado del principe, quien le hablaba en ruso a Vladimir, que a su vez estaba de rodillas atendiendo a… ?Sebastian?
Harry miro a su primo con cierta inquietud. Estaba recostado contra la pata de un sillon, palido y se sujetaba con fuerza el brazo.
El mayordomo lo abanicaba con el ejemplar abierto de
– ?Seb? -lo llamo Harry.
Sebastian alzo una mano sacudiendo la cabeza, lo que Harry interpreto como un: «No te preocupes por mi».
De modo que no se preocupo.
– ?Esta usted bien? -le pregunto a Olivia. El corazon aun le latia con fuerza por el susto de que ella hubiese podido hacerse dano-. He oido a una mujer gritar.
– ?Ah…, habre sido yo! -repuso Sebastian.
Harry bajo la mirada hacia su primo, el rostro congelado por la incredulidad.
– ?
– Me ha
Harry contuvo la risa.
– Chillas como una nina
Sebastian lo fulmino con la mirada.
– ?Lo dices con acento aleman por alguna razon?
– Ninguna -contesto Harry entre timidos resoplidos casi incontenibles que se le escapaban de la boca.
– Ejem… sir Harry. -Se oyo la voz de Olivia a sus espaldas.
El se giro, y fue mirarla y romper a reir. Sin motivo alguno, salvo que se habia estado aguantando y al verla no habia podido resistirse mas. Al parecer, ultimamente era ese el efecto que ella obraba en muchas de sus emociones. Y Harry estaba empezando a darse cuenta de que no era en absoluto nada malo.
Sin embargo, Olivia no se reia.
– Permitame que le presente a mi madre -dijo con timidez mientras senalaba a la mujer de edad que estaba a su lado.
Harry recupero en el acto la compostura.
– Lo siento muchisimo, lady Rudland. No habia visto que estaba ahi.
– La verdad es que el grito ha sido fuerte -dijo ella con sequedad. Hasta el momento Harry unicamente la habia visto de lejos, pero de cerca pudo apreciar que, en efecto, guardaba un gran parecido con su hija. Tenia el pelo cano y ligeras arrugas en el rostro, pero las facciones eran increiblemente similares. A juzgar por la belleza de lady Rudland, la de Olivia tampoco se marchitaria.
– Mama -dijo Olivia-, este es sir Harry Valentine. Ha alquilado la casa que da al sur.
– Si, eso me habian dicho -repuso lady Rudland-. Es un placer conocerlo al fin.
Harry no pudo apreciar si hubo un tono de advertencia en su voz. Un «se que ha estado usted tonteando con mi hija». O tal vez un: «No crea que le dejaremos volver a acercarse a ella nunca mas».
O quiza todo fuesen imaginaciones suyas.
– ?Que le ha pasado a Sebastian? -pregunto Harry.
– Se ha dislocado un hombro -explico Olivia-. Vladimir se lo ha recolocado.
Harry no sabia si preocuparse o asombrarse.
– ?Vladimir?
–
– La verdad… es que ha sido… absolutamente… -titubeo Olivia mientras buscaba la palabra adecuada-. Extraordinario -decidio por fin.
– Yo lo habria descrito de otra manera -intervino Sebastian.
– Ha sido usted muy valiente -dijo ella asintiendo con gesto maternal.
– Ha hecho esto muchas veces -comento Alexei, senalando a Vladimir. Bajo los ojos hacia Sebastian, que seguia sentado en el suelo, y dijo-: Necesitara… -Hizo un gesto con la mano, luego miro a Olivia-. Eso que es para el dolor.
– ?Laudano?
– Si, eso es.
– Yo tengo un poco en casa -confirmo Harry. Puso una mano sobre el hombro de Sebastian.
– ?Ay!
– ?Oh, perdona! Queria tocarte el otro hombro. -Harry levanto la mirada hacia el resto de los presentes en la sala, la mayoria de los cuales lo miro como si fuese un criminal-. Intentaba animarlo, ya saben, darle una palmadita en el hombro y tal…
– Quiza deberiamos llevarnos a Seb -sugirio Edward.
Harry asintio y ayudo a su primo a levantarse.
– ?Querras quedarte unos dias en casa?
Sebastian asintio agradecido. Mientras se dirigia hacia la puerta, se volvio a Vladimir y le dijo:
–
Vladimir sonrio ufano y dijo que habia sido un honor ayudar a un hombre tan fenomenal.
El principe tradujo sus palabras, acto seguido anadio:
– Estoy de acuerdo. Su actuacion ha sido soberbia.
Harry no pudo evitar lanzarle a Olivia una mirada risuena.
Pero Alexei no dejo las cosas ahi.
– Seria un honor que fuese usted mi invitado en la fiesta que dare la semana que viene. Sera en casa de mi primo, el embajador. Celebraremos la cultura rusa. -Desvio la mirada hacia el resto de los presentes-. Estan todos invitados, naturalmente. -Se giro hacia Harry y sus miradas se encontraron. El principe se encogio de hombros, como diciendo «usted tambien».
Harry respondio asintiendo con la cabeza. Al parecer no se desharia aun del principe ruso. Si Olivia iba a esa fiesta, el tambien. Asi de claro.
Lady Rudland le dio las gracias al principe por su amable invitacion, luego se volvio a Harry y le dijo:
– Creo que el senor Grey necesita tumbarse.
– Naturalmente -murmuro Harry. Se despidio de todos y ayudo a Sebastian a llegar hasta la puerta del salon.
Olivia camino junto a ellos y cuando llegaron a la puerta principal, dijo:
– ?Me ira informando de su evolucion?
Harry le dedico una sonrisa enigmatica y casi imperceptible.
– Acuda a su ventana a las seis de la tarde.
El deberia haberse marchado justo entonces. Habia demasiada gente merodeando por ahi, y saltaba a la vista que Sebastian estaba padeciendo, pero no pudo evitar mirar a Olivia a la cara por ultima vez. Y en ese instante entendio al fin a que se referia la gente cuando decian que a una persona le brillaban los ojos.
Porque al decirle a Olivia que acudiese a su ventana a las seis, ella sonrio. Y cuando la miro a los ojos, fue como si el mundo entero quedase banado por un resplandor suave y radiante, y todo el, toda su bondad, su alegria y felicidad, fuese obra de Olivia. De esta sola mujer, que estaba a su lado junto a la puerta principal de su casa de Mayfair.
Y fue entonces cuando lo supo. Habia ocurrido. Habia ocurrido alli mismo, en Londres.
Harry Valentine se habia enamorado.