Ella sonrio.
– Lo estoy deseando.
Capitulo 20
Para cuando Harry llego a la residencia del embajador, el baile estaba en pleno apogeo. No pudo determinar que aspectos de la cultura rusa se celebraban, porque la musica era alemana y la comida francesa. Pero a nadie parecia importarle. El vodka circulaba a tutiplen y las carcajadas resonaban por la sala.
Harry busco a Olivia nada mas llegar, pero no la vio por ningun sitio. Estaba casi seguro de que habia llegado ya; el carruaje de los Rudland habia salido de su casa mas de una hora antes de que lo hiciera el suyo. Pero la sala estaba abarrotada. Pronto daria con ella.
El hombro de Sebastian estaba practicamente curado, pero habia insistido en llevar el brazo en cabestrillo y la chaqueta por encima; lo mejor para atraer a las mujeres, le habia dicho a Harry. Y, en efecto, habia funcionado. Se abalanzaron sobre ellos nada mas verlos y Harry se mantuvo encantado en segundo plano, observando divertido como Sebastian se deleitaba con la preocupacion y el interes de las bellas damas londinenses.
Harry reparo en que Sebastian no estaba ofreciendoles una descripcion exacta del accidente. De hecho, todos los detalles eran bastante imprecisos. Desde luego no dijo nada acerca de que se habia subido a una mesa para interpretar una escena en un acantilado de una novela gotica. Resultaba dificil saber exactamente que
Al termino de la velada Harry ya se imaginaba oyendo que Sebastian se habia enfrentado con un regimiento frances entero.
Se acerco a Edward mientras Sebastian atendia con gentileza a una viuda especialmente pechugona cuyo interes por el resultaba desgarrador.
– Hagas lo que hagas, no le digas a nadie como paso el accidente en realidad. Seb no te lo perdonaria nunca.
Edward asintio casi imperceptiblemente. Estaba demasiado ocupado observando y aprendiendo de Seb como para prestar atencion a Harry.
– Que disfrutes las migajas -le dijo Harry a su hermano, sonriendo al darse cuenta de que se habia acabado lo de quedarse con las mujeres que Sebastian desechaba.
La vida era estupenda. Fenomenal. De hecho, era tan perfecta y fabulosa como siempre.
Manana le pediria a Olivia que se casara con el, y manana ella le daria el si.
Se lo daria, ?verdad? Era imposible que se equivocara tanto acerca de lo que ella sentia.
– ?Has visto a Olivia? -le pregunto a Edward.
Este meneo la cabeza.
– Voy a ver si la encuentro.
Edward asintio.
Harry decidio que era inutil intentar mantener una conversacion con su hermano con tantas jovencitas revoloteando por ahi, asi que se alejo en direccion al extremo opuesto del salon de baile mientras trataba de divisar a Olivia entre la multitud. Habia un grupito de gente cerca de la ponchera, en cuyo centro estaba el principe Alexei, pero no vio a Olivia. Le habia dicho que iria de azul, lo cual haria que fuese mas facil localizarla, pero de noche a Harry siempre le costaba mas distinguir los colores.
En cuanto a su pelo… Bueno, eso era otra historia. El pelo de Olivia brillaria como un faro.
Siguio moviendose entre la muchedumbre, mirando a un lado y a otro y finalmente, justo cuando empezaba a desesperarse, oyo a sus espaldas:
– ?Esta buscando a alguien?
Harry se giro y fue como si la sonrisa de Olivia iluminara su existencia.
– Si, a una mujer -contesto el con fingida perplejidad-, pero no logro encontrarla…
– ?Oh, vamos! -repuso Olivia, golpeandole con suavidad en el brazo-. ?Por que ha tardado tanto en venir? Hace horas que estoy aqui.
Al oir eso Harry arqueo una ceja.
– De eso nada, llevara aqui entre hora y hora y media.
Harry alargo la vista hacia su primo y su hermano, quienes seguian rodeados de mujeres al otro lado de la sala.
– Hemos tenido problemas para ponerle a Seb la chaqueta encima del brazo en cabestrillo.
– Y dicen que las mujeres estamos cargadas de historias.
– Si bien deberia llevarle la contraria en defensa del genero masculino, siempre estoy encantado de meterme con mi primo.
Olivia se rio al oir eso, fue un sonido alegre y musical, y luego le cogio de la mano.
– Venga conmigo.
El la siguio entre el gentio, impresionado por su firme decision para ir dondequiera que estuviese yendo. Olivia fue zigzagueando, sin dejar de reirse todo el rato, hasta que llego a una puerta arqueada que habia al otro lado del salon.
– ?Adonde vamos? -susurro el.
– ?Chsss…! -ordeno ella. Harry salio tras ella al recibidor. No estaba vacio, habia varios grupos reducidos de gente aqui y alli, pero se veia mucho menos abarrotado que la sala principal.
– He estado explorando -anuncio Olivia.
– Ya lo veo.
Ella bordeo otra esquina y otra, y cada vez habia menos gente hasta que finalmente se detuvo en una tranquila galeria. A un lado habia puertas intercaladas con grandes retratos; todo perfectamente simetrico, una puerta cada dos cuadros. Al otro lado, una ordenada hilera de ventanas.
Olivia se detuvo justo delante de una de las ventanas.
– Mire por el cristal -insto a Harry.
Harry miro, pero no vio nada fuera de lo habitual.
– ?La abro? -pregunto al pensar que eso quiza le daria mas pistas.
– Por favor.
El localizo el cerrojo, lo descorrio y a continuacion subio la ventana de guillotina. Esta se deslizo sin chirriar y Harry asomo la cabeza.
Vio arboles.
Y a ella, que habia asomado la cabeza a su lado.
– Le confieso que estoy confuso -le dijo el-. ?Que es lo que tengo que ver?
– A mi -se limito a decir ella-. A nosotros. Juntos. En la misma ventana.
Harry se giro. La miro fijamente. Y entonces… Tenia que hacerlo. No pudo evitarlo. Alargo un brazo hacia Olivia, la atrajo hacia si y ella se acerco encantada, con una sonrisa que auguraba la vida que tenian juntos por delante.
El agacho la cabeza y la beso con labios ansiosos y deseosos, y se dio cuenta de que ella temblaba, porque esto era mas que un beso. Habia algo sagrado en este momento, algo honroso y autentico.
– Te amo -le susurro Harry. No habia sido su intencion decirlo aun. Habia planeado decirselo cuando le pidiera en matrimonio. Pero tuvo que hacerlo. El sentimiento habia crecido y se habia esparcido por su ser, rebosando de calor e intensidad, y no pudo reprimirlo-. Te amo -volvio a decir-. Te amo.
Ella le acaricio la mejilla.
– Yo tambien te amo.
Durante unos segundos el no pudo hacer otra cosa mas que mirarla fijamente, prolongando el momento con veneracion, dejando que cada particula del mismo lo invadiera. Y entonces se apodero de el algo distinto, algo primario y feroz, y la estrecho contra si besandola con la pasion de un hombre que defiende lo que le