ACADEMIA FEMENINA DE PEDAGOGIA FORSYTHE
LONG ISLAND, N.Y.
– ?Tu alma mater? -le pregunte.
– Si. -Se sento, apreto la foto contra su pecho-. Ella siempre quiso ser maestra. Y yo sabia que Forsythe era el lugar mas adecuado para ella. Lo bastante riguroso y protector como para servirla de parachoques contra el shock de salir al mundo…; los setenta eran una epoca dura y ella habia tenido una vida muy protegida. Le encanto aquello y siempre saco sobresalientes. Se graduo
Mejor que Leland Belding…
– Era muy brillante -comente.
– Era realmente brillante, Alex. Y no dire que algunas cosas, al principio, no le resultasen dificiles; por ejemplo, el acostumbrarse a hacer sus necesidades de un modo civilizado, y tambien todas las reglas sociales. Pero yo le clave el cuerno y no la solte… fue un buen entrenamiento, para cuando tuve que educar a mis hijos. Pero, en cambio, todo lo que era intelectual lo absorbia como una esponja.
– ?Que tal se llevaban tus hijos con ella?
– No habia entre ellos la rivalidad que hay entre hermanos, si es a eso a lo que te refieres. Ella se mostraba tierna con ellos, amorosa, como una estupenda hermana mayor. Y no amenazaba a la posicion familiar de ellos, porque cada noche se iba a su casa… Al principio, eso me resultaba duro
– ?Nunca paso la noche contigo?
Nego con la cabeza.
– La mandaba a su casa. Era lo mejor.
Anos mas tarde, ya conmigo, se habia mandado a ella misma a su casa. Primeros padres… primeros traumas…
– Estaba contenta con las cosas tal como eran, Alex.
– Era un placer ensenarle. Le di clases privadas intensivas, hasta que tuvo once anos; entonces la meti en mi escuela. Lo habia hecho tan bien, que en realidad iba por delante de sus companeros de clase, estaba preparada para asistir a un curso o dos mas adelante. Pero sus habilidades sociales aun eran flojas: cuando estaba con chicos de su edad se mostraba muy timida, pues estaba acostumbrada a jugar con Shirlee y Jasper, que eran como bebes.
– ?Como se relacionaban con ella los otros chicos?
– Al principio la veian como a un bicho raro. Hubo un monton de comentarios crueles, pero yo los corte por lo sano. Nunca llego a mostrarse realmente sociable, pero aprendio a estar con los otros cuando resultaba necesario. Y, a medida que se fue haciendo mayor, los chicos empezaron a fijarse en su tipo. Pero ella no estaba por esas cosas, lo que mas le preocupaba era sacar buenas notas. Queria ser una buena maestra, hacer algo en la vida. Y siempre era la primera de la clase… y no era porque fuese mi protegida, pues cuando se fue a Yucaipa, a la ensenanza media, siguio sacando sobresalientes, siempre estaba en el cuadro de honor, y sus notas eran las mas altas de toda la escuela. Podria haberse ido a la universidad que hubiera querido, y no necesitaba de mi recomendacion para entrar en Forsythe. Tal como estaban las cosas, le dieron una beca que cubria todos los gastos escolares, mas estipendio.
– ?Cuando cambio de idea respecto a lo de hacerse maestra?
– A principios del ultimo curso. Habia realizado un cursillo de Psicologia. Dado su medio ambiente, se podia comprender el motivo por el que ella se sentia interesada por la naturaleza humana… y no hay ofensa en ello. Pero no dijo nada de
– ?Cual era el nombre de ese profesor?
– Nunca me lo dijo.
– ?Y nunca se lo preguntaste?
– Sharon siempre fue una persona muy reservada, me decia lo que queria que yo supiese. Y descubri que el peor modo para sonsacarle algo era preguntandoselo. ?Quieres un poco de pastel?
– Me encantaria, pero estoy realmente lleno.
– Bueno, pues yo voy a tomarme un poco. Tengo ganas de algo dulce. En este momento, tengo verdaderas ganas de algo dulce.
No me entere de nada mas durante media hora de albumes de fotos y anecdotas familiares. Algunas de las fotos incluian a Sharon: bien puesta, sonriente, hermosa de nina, encantadora como quinceanera, cuidando a los ninos. Cuando las comente, Helen Leidecker no dijo nada.
Hacia las nueve de la noche una cierta incomodidad se habia instalado entre nosotros. Eramos como dos chavales que en su primera cita hubiesen ido mas lejos de lo que deberian y ahora estabamos alejandonos. Cuando le agradeci el tiempo que me habia dedicado, ella ya estaba ansiosa por verme partir. Cinco minutos mas tarde habia dejado Willow Glen, y cuarenta y cinco minutos despues estaba en la Route 10.
Mis companeros de la carretera eran semirremolques cargados de productos agricolas, o camiones- plataforma transportando arboles de vivero y balas de paja. Comence a sentirme amodorrado, y probe a escuchar musica. Eso me adormilo aun mas, por lo que pare cerca de Fontana, en una combinacion de gasolinera de autoservicio de la Shell y bar de camioneros abierto las veinticuatro horas.
Dentro habia maltrechos mostradores grises, reservados de vinilo rojo reparados con cinta aislante, estantes rotatorios de juguetes de carretera, y un duro, pesado silencio. Una pareja de camioneros de anchas espaldas y un vagabundo de ojos hundidos estaban sentados a la barra. Ignorando las miradas por sobre el hombro, tome sitio en uno de los cubiculos, en un rincon, que me facilitaba una ilusion de aislamiento. Una camarera delgada, con una mancha color vino oporto en su mejilla izquierda me lleno la taza con una cafeina liquida de intensidad industrial, y yo llene mi mente con una tempestad de preguntas.
Sharon, la Reina del Engano. Habia surgido, literalmente, del fango, habia logrado «triunfar en la vida», cumpliendo con el sueno de Pigmalion de Helen Leidecker.
Ese sueno habia estado tenido de egoismo: del deseo de Helen de volver a vivir sus fantasias intelectuales urbanas a traves de Sharon. Pero no por ello habian sido menos sinceras. Y habia logrado efectuar una notable transformacion: domar a una nina salvaje. La habia moldeado y convertido en un ejemplo de escolaridad y buena educacion. La primera de la clase.
Pero a Helen nunca le habian dado todas las piezas del rompecabezas, no tenia ni idea de lo que habia pasado durante los cuatro primeros anos de la vida de Sharon. Los anos de formacion, cuando se fragua el mortero de la identidad, cuando se excavan y fundamentan los cimientos del caracter.
Pense de nuevo en aquella noche en que la habia hallado con la foto de su companera silenciosa. Desnuda. Regresionada a los tiempos anteriores a su descubrimiento por Helen.
Y me volvia a la mente la rabieta de un nino de dos anos. Un trauma de la primera infancia. Bloqueando el